Recursos insospechados

Aveces, cuando estamos entre la espada y la pared, hallamos recursos insospechados. EEUU, contra la pared de la deuda, ha redescubierto una fuente de financiación que ha ido reduciendo durante los últimos años, incluso décadas: el impuesto de sociedades. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha anunciado que el país está considerando forjar un amplio consenso global sobre una tasa mínima en el impuesto de sociedades. Sería del 21 al 28% para los beneficios generados en su territorio, y un mínimo del 21% para los obtenidos en otras partes del mundo. Una tasa modesta en comparación con lo que se aplica en muchos países, especialmente en Europa, pero que supone una revolución en EEUU, donde el último movimiento fue precisamente bajar dicho índice.

Si EEUU cambia repentinamente su doctrina no es sólo porque acaba de pasar a una Administración demócrata, sino por interés bien entendido, en un momento en que el Estado está gastando (casi) sin medida. La suma de estímulos fiscales que ha puesto en marcha para superar la crisis del Covid-19 se acerca al 27% de su PIB, según el FMI. Y aún no ha terminado: se está discutiendo un nuevo plan, sobre todo en relación con las infraestructuras, que podría llegar a los 2,25 billones de dólares. Por ahora, estos gastos se financian fácilmente con la deuda, comprada a su vez en gran medida por la FED. Pero este mecanismo no puede continuar indefinidamente. Si la economía estadounidense se recupera, gracias en parte a este estímulo extraordinario, la FED ya no tendrá legitimidad para comprar tanta deuda. Y en este caso hay pocas opciones: si excluimos recurrir a una inflación galopante, lo único que queda es subir los impuestos. ¿Qué consecuencias tendría esto en los mercados? Las empresas estadounidenses podrían resultar algo menos rentables. Esto podría afectar a sus cotizaciones. Según Bloomberg, las más afectadas se encuentran en los sectores de tecnología y salud.

Al mismo tiempo, si el Estado se financia mejor a través de los impuestos, podría tener que emitir menos deuda, lo que podría frenar la subida de los tipos. Este factor es más favorable a las acciones de crecimiento, como la tecnología. Por lo tanto, esto podría dar lugar a un equilibrio en cuanto a tipo de valor. Así pues, los efectos de este cambio serán múltiples, y nadie puede predecirlos. Excepto su efecto principal: mejor financiado y menos dependiente de la deuda, el Gobierno estadounidense podría volver a una forma de financiación más sostenible. Y no sólo este país, sino una gran parte del mundo, que seguiría su ejemplo: la guerra a la reducción de impuestos debería desestabilizar menos a los Estados que cooperen. Los francotiradores resistirán, sin duda, pero todo dependerá de su tamaño: si son sólo unos pocos paraísos, no será un problema. Aunque si se tratara de China, la cuestión sería diferente. Estados Unidos no puede permitir que China se convierta en un paraíso empresarial. Afortunadamente para el país americano, el riesgo no es flagrante hoy en día. Pero, ¿y a la larga?