El despegue de las emisiones de bonos sociales y el empuje del Tesoro español

El año pasado se emitieron en España en torno a 10.000 millones de euros en bonos sostenibles (verdes, sociales y los propiamente denominados sostenibles, que vienen a ser una mezcla de los otros dos). A falta de un trimestre para acabar 2020, las empresas y organismos públicos del país llevan emitidos 11.467 millones, un 17% más, según los datos del Observatorio Español de la Financiación Sostenible.

El gran crecimiento no ha sido en lo verde, sino en lo social. La pandemia ha acelerado, y mucho, las colocaciones dirigidas a resolver las problemáticas derivadas del propio Covid; a financiar, por ejemplo, actividades de atención sanitaria, o a atender las necesidades de los colectivos más vulnerables a las consecuencias económicas del virus. Del total de emisiones sostenibles realizadas en España el año pasado, las sociales representaron el 15%, mientras que en lo que llevamos de 2020 han supuesto ya el 25%.

En el último lustro, la inversión responsable ha pasado de lo etéreo (de ser, en muchos casos, una mera etiqueta marquetiniana) a lo concreto. Lo ha hecho gracias al impulso de la Comisión Europea (con su Plan de Acción de Finanzas Sostenibles y su taxonomía, entre otras cuestiones) y al creciente número de indicadores que permiten medir aspectos que no son financieros, como las diferencias salariales, la diversidad de género, las condiciones en que trabajan los proveedores de una empresa o las emisiones que ésta genera con su actividad. El papel de las agencias de rating sostenible, desde Sustainalytics hasta Vigeo Eiris o MSCI, por citar solo algunos de los más relevantes, ha sido vital en este sentido, también para permitir que las gestoras sean capaces de incorporar el análisis ASG en sus procesos. Como señalábamos, hasta hace bien poco el foco se situaba básicamente en lo verde, en la lucha contra el cambio climático, que es la pata que ha querido atacar la UE en primer lugar; pero hace meses que, por el efecto del Covid, la mirada se va hacia lo social.

España fue en 2019 el décimo emisor mundial de bonos verdes. Las primeras posiciones las ocupan Estados Unidos, China y Francia, con emisiones por 50.000 (en el caso de EEUU) y de unos 30.000 millones de dólares (para los otros dos países), aproximadamente, según los datos de la organización de referencia, la Climate Bonds Initiative. Pero el importe emitido en este tipo de deuda se disparará de forma brutal una vez que el Tesoro español dé el salto y emita su primer bono verde, una operación que el mercado esperaba para este año y que podría posponerse al siguiente. Esta colocación gubernamental cambiaría sustancialmente la posición de España en el mapa global de emisiones sostenibles, ya que fuentes del mercado consideran que podría ascender a una cifra superior a los 5.000 millones de euros.