Realidad y previsiones: Europa frente a EEUU

La pandemia ha afectado severamente tanto a Europa como a Estados Unidos, pero existen importantes diferencias entre ambas regiones. Desde un punto de vista sanitario, la tasa de mortalidad es mayor en EEUU que en la mayoría de los países europeos, en buena medida por la menor exigencia y duración de los confinamientos de primavera, pero, por esta misma razón, el desplome de la actividad fue más intenso en la Zona Euro (el PIB cayó un 14,7% interanual en el segundo trimestre) que en EEUU (-9,0%).

La mejora de la situación sanitaria y el levantamiento de las restricciones en Europa en verano permitió una rápida recuperación que nos ha llevado a presentar datos bastante similares a los de Estados Unidos e incluso algo mejores. En agosto, la producción industrial cedía un 7,7% interanual en EE.UU. y un 7,2% en la Zona Euro, y las ventas minoristas aumentaban un 2,6% y un 3,7% respectivamente.

Las políticas dirigidas al mercado laboral han sido muy distintas a ambos lados del Atlántico. En Europa se abogó por proteger la vinculación de los empleados con sus empresas mediante figuras como los ERTE (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo), mientras que en Estados Unidos se optó por aplicar un generoso programa de cheques para sostener la renta de las familias sin tratar de impedir la destrucción de empleo. Esto llevó a un desplome sin precedentes de la ocupación, cercano al 15%. La intensa reactivación experimentada a lo largo de los últimos meses ha permitido que se recupere algo más de la mitad del empleo perdido y que la ocupación haya pasado a caer un 6,8% interanual en septiembre.

Si comparamos estas cifras con las de España, uno de los países de Europa con un comportamiento del mercado laboral más negativo, hay que señalar que la caída de la ocupación es más grave si consideramos que el número de afiliados a la seguridad social fue del -4,6%, y que se había reducido hasta el -2,3% en septiembre. Incluso si tomamos como desempleados a todos los trabajadores que todavía permanecen acogidos a un ERTE, la destrucción de empleo en España sería en septiembre del -6,7%.

Por lo tanto, las cifras de empleo, consumo y producción europeas no desmerecen a las norteamericanas, lo que choca con un sentimiento y unas expectativas mucho más benignas en Estados Unidos que en el Viejo Continente.

Hemos asistido a una revisión de las previsiones económicas por parte de los bancos centrales de ambas regiones y también por parte del Banco de España. Si la mejora es generalizada para 2020 (la caída no ha sido tan dura como se llegó a temer), el optimismo para 2021 y 2022 es mucho mayor en EEUU que en Europa, donde es particularmente negativo el sentimiento sobre España. Si tomamos el crecimiento acumulado de 2020 a 2022, en España, donde se partía de una peor expectativa, se ha revisado a la baja, hasta una caída del 2,1% en el PIB frente a una revisión al alza en los otros dos casos: a un -0,3% en la Zona Euro y un +3,2% en EE.UU. Con la tasa de paro en 2022 ha sucedido lo mismo: ha empeorado la previsión ya antes más negativa en España frente a la mejora en el resto de las áreas económicas. Algo similar se observa si atendemos a las proyecciones del FMI y de otras casas de análisis.

Entre los motivos que podrían justificar estas diferencias encontramos la llegada de la segunda ola de la pandemia a Europa, que está provocando nuevas restricciones a la actividad que podrían interrumpir la recuperación. Sin embargo, en EEUU también se está incrementando el número de casos, que había sido muy superior al europeo durante todo el verano, y algunas ciudades como Nueva York están restringiendo la movilidad.

La estructura productiva juega en contra de los países más dependientes del turismo, la restauración, el ocio y otros sectores afectados por las medidas de distanciamiento social, entre los que se encuentra España, pero no del conjunto de la Zona Euro si lo comparamos con EE.UU. Además, estas diferencias no serán tan relevantes cuando se controle la pandemia.

Si atendemos a los estímulos fiscales, estos han sido y van a ser más intensos en EEUU. Según las previsiones del FMI, el déficit público alcanzará este año el 18,7% del PIB y el 8,7% en 2021, mientras que se situará en el 10,1% y el 5,0% respectivamente en la Zona Euro. Aunque será clave la eficiencia de los estímulos, este parece uno de los principales factores que apoyan una recuperación más rápida de la economía norteamericana, si bien, a costa de provocar un fuerte incremento de la deuda pública, que alcanzaría el 134% del PIB en 2021 frente al 100% en la Zona Euro.

Los niveles de endeudamiento suponen una preocupación menor para los inversores en la actualidad, pero siguen constituyendo el principal riesgo para la estabilidad financiera mundial a largo plazo. A corto, seguirá siendo clave en su sostenibilidad la actuación de los bancos centrales y tanto el BCE como la Fed permanecen comprometidos con su política extremadamente laxa. A diferencia de lo sucedido durante la crisis del euro, la respuesta de la autoridad monetaria europea también ha sido inmediata y firme, y ha permitido mantener los tipos de interés en niveles muy bajos e incluso inferiores a los de EEUU, de forma que no hay grandes diferencias entre ambas regiones en lo referente al estímulo monetario.

En definitiva, hay factores que justifican unas previsiones económicas más favorables para Estados Unidos que para la Zona Euro, sobre todo la política fiscal y el potencial de crecimiento, pero ni los datos publicados en los últimos meses, ni la estructura productiva, ni la actividad de los bancos centrales, ni la evolución de la pandemia parecen explicar la gran diferencia de las expectativas. Por este motivo, podríamos asistir a cierta convergencia en las previsiones en los próximos meses. Que sea por una mejora de las europeas o por un empeoramiento de las norteamericanas dependerá en buena medida del último y más imprevisible de estos factores: la evolución de la pandemia.