Sediento de información y con visión internacional: así es el nuevo inversor

Decía Heráclito de Éfeso que una persona no puede bañarse dos veces en el mismo río porque el fluir del agua hace que este cambie constantemente, y porque también las personas cambian de un momento a otro. La máxima de este filósofo griego era que nada permanece, que todo cambia. Y efectivamente, la vida en sí misma es una evolución constante, y al cambiar las circunstancias que nos rodean, las personas modificamos nuestros hábitos y comportamientos, nuestras creencias y preferencias.

Si hay un entorno cambiante al que afectan muy notablemente los agentes externos es el de las finanzas y las inversiones. Decisiones políticas de alcance, hitos en las relaciones internacionales, el precio del petróleo, acuerdos o guerras comerciales, cambios en las políticas económicas, fusiones de grandes compañías, crisis sanitarias, hitos científicos... Cualquier hecho relevante vinculado con alguno de estos factores, o con otros muchos que no hemos citado, puede desencadenar una jornada de euforia, con subidas supersónicas de los mercados, o caídas fulminantes que hacen entrar en pánico a más de uno.

Porque eso sí que no cambia: el miedo de los inversores a perder su dinero. Pero lo que sí está cambiando en los últimos años es la manera de gestionar esos miedos y de canalizar la exposición al riesgo. El inversor de hoy tiene acceso a más información sobre finanzas que nunca, debido al auge de los creadores de contenidos digitales sobre estas temáticas. En Internet existen cada vez más fuentes de información de gran calidad y de fácil acceso que atraen un elevado volumen de tráfico de personas interesadas en mejorar sus conocimientos financieros: páginas webs de gestoras y bancos, pero también blogs, foros y redes sociales, ayudan al pequeño inversor a entender lo que pasa y por qué pasa, a mirar más allá del momento presente y a tomar mejores decisiones respecto a su patrimonio.

Hemos pasado de leer sesudos libros de economía a tener una lista de bloggers cuyas publicaciones atendemos con gran interés, a estar presentes en foros de finanzas personales -en el de Micappital recibimos cada mes más de 7.000 visitas- y a seguir en Twitter a los gurús de las inversiones. Porque queremos saber más, y esa es una tendencia clara de la sociedad actual que, esperamos, poco a poco irá revirtiendo el hasta ahora bajo nivel de conocimientos financieros de los españoles, que se encuentra por debajo de la media de los países de la OCDE.

El consumo proactivo de toda esta cantidad de información que fluye por el universo digital está provocando también un cambio en el perfil del inversor medio, que se está convirtiendo en una persona más reflexiva, menos impulsiva, que antes de tomar decisiones drásticas se preocupa por analizar en profundidad la situación, buscar asesoramiento y seguir los consejos de los que saben más.

Otra característica que define al nuevo inversor es su desconfianza hacia las vacas sagradas. El banco de toda la vida ya no es su única referencia, ya no se fía de sus propuestas comerciales como lo hacía hace unos años. Sabe que su dinero está a salvo con él, pero no tiene tan claro que las ofertas de productos que le plantea sean las más recomendables, y sospecha de las posibles comisiones que pueda cargarle (comisiones en las que los bancos tradicionales han encontrado su nueva fuente de ingresos, una vez que el negocio de captar y prestar dinero ha dejado de reportarles beneficios debido a los bajos tipos de interés). Por eso, el nuevo ahorrador tiene también en cuenta los foros y redes sociales donde encontrar otras opiniones que le ayuden a tomar una decisión, o contactar con una de las fintech que ofrecen asesoramiento personalizado al alcance de cualquier patrimonio.

Precisamente, la incursión de estos nuevos players ha facilitado el acceso a la inversión en nuevos mercados de una forma sencilla y económica, permitiendo que el inversor español pueda mirar más allá de sus fronteras. Este es, sin duda, otro gran cambio de tendencia que se está consolidando en los últimos tiempos.

Tradicionalmente, los españoles han invertido en bolsa en compañías que cotizaban en el Ibex 35, pero cada vez es más normal encontrar a inversores minoristas que miran hacia mercados extranjeros (una decisión que, como asesores, nos parece altamente recomendable para minimizar los riesgos y aprovechar el crecimiento de otras economías), y por decisión propia tienen en sus carteras productos internacionales, algo que rara vez ocurría hace unos años. Este acceso a la inversión internacional ha sido posible gracias a la existencia de plataformas de contratación de acciones con comisiones muy bajas, que están retando a los brókeres tradicionales bancarios y a las gestoras internacionales que cada vez más bancos tienen en su porfolio de productos disponibles.

De cara al futuro cercano, si tenemos que definir una tendencia clara hacia donde va el mundo de las inversiones, sin duda diríamos que hacia las inversiones sostenibles o de impacto. Según el último informe anual de Spainsif, la plataforma española de referencia en materia de inversión responsable en España de acuerdo con criterios ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno), el pasado año este tipo de inversiones alcanzaron los 285.454 millones de euros gestionados, lo que representa un crecimiento interanual del 36%.

Y este año, sin duda, las cifras seguirán en fase creciente, pues el contexto provocado por la pandemia, junto a la emergencia climática, están impulsando la necesidad de que el sector financiero adquiera un mayor compromiso social y ambiental. De hecho, en Micappital hemos descubierto un interés increíble por este tipo de inversiones, por lo que tenemos previsto incluirlas en nuestros servicios. El inversor quiere saber dónde va su dinero, cuánto le cuesta invertir y, si tiene la posibilidad de contribuir a aportar un impacto positivo, está incluso dispuesto a renunciar a cierta rentabilidad. Por ello, el impacto real que generan las inversiones es un dato que va a solicitar cada vez más, y ya hay muchas gestoras de fondos que están empezando a incorporar esta gama de productos, y equipos de análisis especializados en inversiones socialmente responsables.