Si quiere peces en emergentes y ‘high yield’, deberá mojarse

La posibilidad de impago se ‘premia’ con retornos del 7,5% en los ‘bonos basura’ y del 5,1% en la deuda emergente. Pero hay quien prefiere ni mirarlos y evitar ese riesgo

Hace ya tiempo que la renta fija dejó de ser fija (ya que quien invierte en ella ya ha tenido que digerir grandes sobresaltos) y, por si eso fuera poco, en muchas categorías este activo tampoco renta. Es suficiente con echar un vistazo a los retornos que ofrecen los principales índices de deuda de Bloomberg Barclays. El rendimiento a vencimiento de una cesta global de bonos del Tesoro es del 0,5%; de una de deuda global (pública y privada, con grado de inversión), del 1%. Si nos vamos a la deuda europea con grado de inversión, cae al 0,4%.

En este anémico panorama, solo se salvan el high yield (los bonos basura, que no tienen grado de inversión para las agencias de calificación, y en los que el riesgo de impago es mayor), y la deuda emergente. El índice Bloomberg Barclays Global High Yield ofrece una rentabilidad del 7,5% y el Emerging Markets USD Aggregate (que incluye deuda en dólares, pública y privada, de emisores emergentes), del 5,1%.

Desde que estos títulos de deuda vivieron los momentos más tensos del año, en marzo, los inversores han conseguido importantes ganancias (por precio, ya que éste sube cuando cae la rentabilidad) con ellos. En pleno crash del coronavirus, el rendimiento escaló hasta el 12% en el caso del high yield global y hasta el 8% en el de la deuda emergente (ver gráfico), niveles no vistos desde 2009.

Nicolo Carpaneda, director de inversión de renta fija de M&G, confía en ambos tipos de deuda, y afirma que, aunque es “buen momento” para las dos, prefiere la renta fija emergente. “La primera queja contra ella sería que, con la expansión del coronavirus y el conflicto entre EEUU y China, los emergentes van a sufrir a corto y a largo plazo; pero la realidad es que estos países están experimentando una modernización, pasando de vivir solo de la exportación a hacerlo del consumo interno. Si esta modernización continúa -y pensamos que lo hará- la tesis de los emergentes es válida”, explica. Respecto al posible impacto de la pandemia, el experto de M&G señala que las economías emergentes sufrirán menos bloqueos que las desarrolladas. Y añade que “mientras que aquí hemos visto ya las sorpresas positivas por parte de los bancos centrales, en los emergentes esas sorpresas están por llegar. Espero recibir buenas noticias en este aspecto de aquí al verano, lo que me da un motor de compresión de los diferenciales y una posible rentabilidad superior”.

Victoria Torre, responsable de producto y análisis en Singular Bank, también prefiere, entre estos dos activos, la deuda emergente: “En estos momentos estamos más positivos en deuda emergente aunque, por nuestra posición de cautela, la posición que tenemos es pequeña”, explica. En este tipo de bonos “hay mucha variedad; incluye high yield, pero también empresas con grado de inversión, bien gestionadas y con apalancamiento controlado”, señala. Por su parte, los bonos basura “nos dan respeto, debido a las incertidumbres de los mercados. Puede producirse un repunte en las quiebras, y los precios del high yield no han puesto en evidencia este factor”.

Carpaneda apunta, al igual que Torre, a que muchos de esos defaults se producirán en el high yield estadounidense (donde los precios del crudo podrían poner en aprietos a compañías del sector energético, que son una parte significativa de este universo). “Seguramente en los próximos 12 a 24 meses asistiremos a impagos y a cierres de empresas, así que el inversor que se posicione en estos activos no debe temer la volatilidad”, advierte el experto de M&G, que, a diferencia de Victoria Torre, sí cree que los bonos basura están pagando a los inversores por esos impagos. Los defaults en high yield, explica, aún están por debajo del 6%, aunque los mercados “pagan hoy por una ratio [de impago] superior al 40%, cuando, históricamente, a nivel mundial, en high yield hemos visto, como máximo, un 31% acumulado a 5 años”. En lo relativo a la renta fija emergente, esa tasa aún está por debajo del 5% “porque el problema [el impacto del coronavirus] todavía no ha comenzado”, admite Carpaneda.

No todo el mundo considera que éste sea un buen momento para asumir el riesgo que implican estos títulos. Para Enrique Lluva, gestor de fondos de renta fija de Imantia Capital, lo ideal es “no entrar en ninguno de estos dos activos”, pero si tuviese que elegir uno de ellos preferiría el high yield. En esta categoría “hay más opciones, ya que incluye compañías de todo tipo”. Le pesa, para bien, la posibilidad de que el Banco Central Europeo (BCE), siguiendo los pasos de la Fed, se lance a adquirir este tipo de deuda. “Quizá no entre en el high yield como tal, porque en Europa este segmento es muy pequeño, pero podría comprar ángeles caídos [bonos de empresas que han perdido el grado de inversión]”. El 26 de mayo, el vicepresidente de la institución, Luis de Guindos, señaló que ésta aún no ha decidido si lo hará o no.

También es escéptico con estos activos Víctor Alvargonzález, socio fundador de Nextep Finance, que comenta que “buscar cupón a cualquier precio se ha demostrado muy peligroso”. Por su parte, Ignacio Perea, director de inversiones de Tressis, rechaza que sea buen momento para estas dos categorías: “Esta es, más bien, una oportunidad para revisar el grado de inversión y entrar en emisores de calidad a mejores precios que hace apenas tres meses”, explica.