Hay que mirar hacia fuera, porque la economía española sufrirá como pocas esta pandemia

Mientras los principales índices a ambos lados del Atlántico se desploman a doble dígito en un año dramático, algunos de los fondos de megatendencias que recopilamos en este número de Inversión a Fondo (particularmente, los biotecnológicos) se anotan hasta un 14% en los mejores casos. Contrasta ese buen comportamiento con el del Ibex, que sigue siendo la estrella en muchísimas carteras españolas pese a que en este ejercicio acumula un descenso próximo al 26%.

Al inversor español le sigue costando, y mucho, mirar más allá de Telefónica, Santander, Iberdrola o Repsol. Continúa enganchado a una bolsa patria que se ha visto inmersa como pocas en el túnel del coronavirus, con una economía asentada en los sectores que más sufren por la pandemia: el turismo (el 12% del PIB procede de él, y de ahí el 6% viene del turismo internacional), el consumo y la industria de la automoción. Mientras que se estima que en Estados Unidos los BPA (beneficios por acción) se recuperarán en 2021 y en Europa lo harán en 2022, en nuestro país se habla de 2023 o 2024. El crash del Covid-19 debería empujar a ese inversor a mirar más allá de sus fronteras, más aún en un momento en el que la gestión discrecional ya ha empezado a meter más bolsa extranjera en su cartera.

En tres meses de Covid-19, los ciudadanos y empresas afectados por el confinamiento han hecho un camino, digitalmente hablando, que les habría llevado años recorrer. Personas que jamás habían utilizado sistemas de videoconferencia utilizan Zoom a diario; ancianos que en su vida habían realizado una compra online ya la hacen una vez por semana, y evitan contagiarse en el súper. Muchos de nosotros tampoco bajamos ya a la ferretería ni a la papelería, porque durante el confinamiento nos hemos acostumbrado a adquirir también ese tipo de artículos en Amazon. Y, de aquí hasta que tengamos una vacuna, el comercio online cuenta con un valioso plazo de tiempo para instalarse de forma definitiva en las vidas de toda esa población madura -en las de los jóvenes ya estaba más que instalado-. Quizás la gran revolución ha sido esa, la velocidad con la que el ciudadano de a pie ha transformado su vida de analógica a digital.

Estamos hablando de grandes tendencias de inversión a largo plazo. Por eso, aunque ya estén muy compradas, no es tarde para subirse a un tren en el que, según los expertos, no hay burbuja. Teniendo clara esa visión de largo plazo, solo queda convencer a los inversores españoles de que para posicionarse en el mundo del futuro de poco sirve comprar bancos o telecos españolas. Es hora de mirar más allá de las geografías concretas -en algunos casos, trasnochadas- a la hora de construir carteras, y de mirar a aquellos nichos que ofrecen mejores rentabilidades futuras: el offshore, el 5G, las terapias génicas o el vehículo eléctrico están entre los temas que vertebrarán el mundo que nos deja el Covid-19.