Fondos indexados y ETF amplifican el ‘crash’ del Covid-19

Con el 50% de la bolsa de EEUU en ETFs, el mercado sufre los movimientos en bloque de los activos de gestión pasiva. A los índices de valores ‘pequeños’, como el Russell 2000, les dañan más los reembolsos

Sin duda, la gestión pasiva funciona como acelerador de las caídas en los mercados”, afirma Ignacio Perea, director de inversiones de Tressis. “La gestión indiciada es lo más líquido, y, por tanto, lo que se vende en primer lugar” cuando las cosas se ponen feas, comenta. Por ese motivo, en periodos cortos de mucho estrés en los mercados, los grandes índices caen más que las pequeñas compañías o los emergentes, “porque es ahí donde se concentran los grandes flujos”.

Cuando hablamos de gestión pasiva nos referimos a fondos indexados (aquellos que intentan replicar el comportamiento de un índice) y a ETF (fondos cotizados, que hacen lo mismo, pero pueden comprarse y venderse en cualquier momento, como las acciones). Según datos de Finizens, a cierre de 2018, a nivel global la gestión pasiva aglutinaba activos por 9,8 billones de dólares (el 27% de la inversión total).

Dentro de la gestión pasiva -cuyo principal atractivo es que, al no precisar la figura de un gestor, cobra comisiones mucho más bajas que la activa- los fondos indexados representan un 52% del total de activos, y los ETF el 48% restante. Otro dato que da una idea del tamaño de este universo es que más del 50% de la inversión en renta variable estadounidense está en ETF.

En una nota del 18 de marzo, S&P Dow Jones Indices señalaba que, a mediados de este mes -en plena sangría bursátil- el principal ETF referenciado al S&P 500 había alcanzado volúmenes medios de negociación de 5 días no vistos desde, al menos, 2012.

La historia demuestra que los ETF motivan que los movimientos sean más contagiosos entre unos activos y otros. Hay varios ejemplos de ello, uno de los cuales se remonta a agosto de 2013, cuando el bono a 10 años estadounidense se fue del 1,60% al 2,60% de una forma muy agresiva. La investigación llevada a cabo desde entonces demuestra que fueron los ETF los que generaron ese movimiento, “entre otras cosas porque es difícil encontrar fondos de inversión activos que inviertan puramente en bonos gubernamentales”, según explica una fuente de merado que prefiere no ser citada.

“Está claro que los ETF son más culpables que otros activos de la amplificación de las caídas recientes”, comenta el mismo experto que, sin embargo, añade: “Sería injusto cebarse con los ETF, que prometen liquidez no ya intradía, sino intrahora. No olvidemos que, si las entidades están recurriendo más a ellos, es porque su liquidez está encorsetada ya que, por motivos regulatorios tienen aproximadamente una quinta parte del músculo que tenían antes de la crisis de 2008”.

Debe tenerse en cuenta, señala Santiago Daniel, responsable de productos de inversión del Centro de Inversiones de Deutsche Bank, que “las decisiones de inversión de un indexado responden casi exclusivamente al flujo de suscripciones y reembolsos que reciben y, por tanto, no responden a ningún tipo de lógica inversora ni de análisis de mercados”. Esto “puede provocar un círculo vicioso en el que las caídas den lugar a reembolsos por parte de los inversores que, a su vez, generan mayores caídas y más reembolsos”; y, dado que el peso de la gestión pasiva sobre el total del mercado está en máximos históricos, añade, “es fácil pensar que dicho círculo vicioso ha sido uno de los motivos detrás de la virulencia de los desplomes recientes”.Giorgio Semenzato, CEO y cofundador de Finizens, admite que “es evidente que cuanto más peso alcanza un agente en el mercado, más impacto tiene, para bien o para mal”.

El informe ETF and systemic risks, de la CFA Institute Research Foundation, publicado este mismo año, señala que los grandes efectos de los ETF no se han apreciado hasta que se han convertido en “una fracción considerable de los subyacentes en muchos mercados”. Los ETF, añaden, “afectan a los mercados cuando el pánico provoca una huida repentina del capital en un mercado que normalmente es líquido”.

Incluso en grandes mercados, como el de las empresas de gran capitalización y los bonos, “la demanda de compra y venta de ETF aumenta considerablemente en momentos en los que los subyacentes están congelados”, se explica en el informe, que insiste en que, “al menos de forma momentánea, la negociación con ETF supone una parte importante de la negociación total de mercado”.

BlackRock defiende los ETF

En una nota enviada el pasado 18 de marzo, BlackRock -que ofrece ETF a través de su marca iShares- defendía estos instrumentos: “A pesar de la inquietud existente, la negociación en ETF [durante los desplomes bursátiles] fue ordenada y facilitó a los inversores liquidez y acceso eficiente al mercado cuando más lo necesitaban”, señalaban.

Desde el banco de inversión destacaron que, en el día con más movimiento en el mercado, “la negociación de ETF representó en torno al 30% de todo el equity negociado, en comparación con el 20% que supuso en los días con más actividad de 2019”. En varios momentos, añadieron, “el iShares S&P 500 UCITS ETF fue el instrumento más líquido del S&P 500, moviendo más de 500 millones de dólares en un día en el que el mercado estadounidense estaba cerrado y los futuros detenidos”.

Por su parte, Craig Lazzara, responsable global de Estrategia de Inversión indexada de S&P Dow Jones Indices, manifestó que en esos días “los productos basados en índices habían ayudado a asegurar que la liquidez era accesible a un precio razonable”.

Por otro lado, un informe de Société Générale del pasado 16 de marzo, en pleno desplome del mercado, pone de relieve que “la liquidez de los ETF se ha mostrado resiliente”, aunque en segmentos como los bonos gubernamentales high yield los reembolsos de estos instrumentos representaron un 25% del volumen medio negociado el 28 de febrero. Société también ha analizado el número de acciones de cotizadas que se han vendido debido a reembolsos de ETF. En el caso del Nasdaq 100, en el 100% de sus integrantes, los reembolsos de ETF representaron menos del 2% de la negociación diaria de esos títulos. Los índices más vulnerables en este sentido son los de empresas pequeñas y medianas -ver gráfico-, básicamente porque el mercado subyacente es más pequeño.