La industria minera, una pieza esencial para avanzar hacia una economía más verde

Huelga decir que los minerales -algunos de los cuales ni siquiera sabíamos que existían- se encuentran intrínsecamente vinculados al auge de la civilización y la raza humana. Y la sostenibilidad de nuestro futuro también depende de ella. Existen diversos materiales que se consideran esenciales para las tecnologías de energía limpia, como los dispositivos fotovoltaicos, los aerogeneradores, los vehículos eléctricos (VE) o la iluminación de bajo consumo. Estas tecnologías, a su vez, ayudan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático.

La transición al vehículo eléctrico será un factor importante para la demanda futura de metales. El cálculo de las necesidades de metales en toda la cadena de suministro de los VE para alcanzar el objetivo del 30% de cuota de mercado -es decir, unas ventas de 30 millones de VE para 2030- apunta a que se necesitarán: 1) 4,1 millones de toneladas más de cobre -el 18% del volumen suministrado en 2017). 2-. 1,1 millones de toneladas más de níquel -el 55% del volumen suministrado en 2017-, y 3) 314.000 toneladas más de cobalto (el 332% del volumen suministrado en 2017).

También existen las tierras raras (TR) menos conocidas y esenciales para los aerogeneradores y los VE. Utilizan imanes permanentes para convertir la energía, de modo que constituyen un elemento necesario para el funcionamiento de sus generadores y motores, ligeros y de alta potencia. Uno de estos compuestos de tierras raras que se utilizan en este proceso es la aleación de neodimio, hierro y boro.

La masa total de TR utilizada depende de la aplicación y del fabricante; puede ser de varios cientos de kilos, en el caso de los aerogeneradores, mientras que un vehículo eléctrico puede necesitar solamente un kilo. Además, su empleo está aumentando enormemente: según un estudio realizado, se estima que la demanda de disprosio y neodimio podría aumentar en un 700% y un 2.600%, respectivamente, durante los próximos 25 años, en un escenario de actividad convencional.

Este desarrollo ha hecho subir el coste de muchas tierras raras, lo que mejora la rentabilidad de las actividades de explotación minera de los fondos marinos. Las mayores reservas mundiales de cobalto, níquel y otros minerales valiosos se encuentran en lechos oceánicos. Está previsto que la esperada regulación de este sector -en forma de código de minería- se concrete este año. De esta forma se pondría en marcha un proceso por el cual los contratistas podrían solicitar licencias a 30 años para explotar las “concesiones” asignadas a minería de ciertas zonas del lecho marino internacional.

A los científicos y conservacionistas, sin embargo, les preocupa que la adopción de normativas haga que la industria comience la explotación mucho antes de que exista suficiente información sobre cómo los operadores pueden evitar causar daños ambientales graves. Los escasos datos que existen sugieren que la minería en aguas profundas tendrá un impacto devastador, y potencialmente irreversible, sobre la vida marina.

Esto contraviene el Principio nº 15 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, en el que se establece que debe aplicarse un criterio de precaución cuando exista la amenaza de provocar daños graves o irreversibles. La falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 establece, como una de sus submetas, ordenar y proteger de manera sostenible los ecosistemas marinos y costeros.

Para ciertos minerales, la industria continúa utilizando tecnologías de procesamiento de minerales idénticas a las desarrolladas hace más de 50 años, lo que supone que existe un margen significativo de mejora. Históricamente, la minería se ha basado en el crecimiento de escala como principal modelo de negocio. El aumento de las dimensiones de los activos mineros también supone un incremento de sus huellas ambientales y residuos. Sin embargo, la viabilidad de los nuevos depósitos minerales es cada vez más limitada, ya que su graduación es cada vez menor, entre otras complicaciones técnicas, y su accesibilidad puede verse obstaculizada por el malestar político, la oposición social y/o las barreras ambientales.

Las nuevas técnicas pueden mejorar el procesamiento de minerales con un mínimo consumo de sustancias químicas, agua y energía. Según Deloitte, las empresas mineras han comenzado a mostrar interés por las tecnologías de vanguardia y, si bien no las están adoptando rápidamente, están estudiando nuevas formas de hacer las cosas. Existen tecnologías novedosas que pueden dar un vuelco a estas actividades, como el empleo de bacterias capaces de extraer minerales in situ, o los procesos de biorrecuperación en que se utilizan enzimas naturales para limpiar emplazamientos contaminados por las actividades de lixiviación de metales y drenaje.

Aunque son relativamente nuevas, ya se han utilizado soluciones genómicas para la biorrecuperación de suelos contaminados, la mejora del drenaje de las minas y la mitigación de amenazas para la biodiversidad, a través del bioseguimiento. Para hacer frente a los desafíos asociados a los materiales críticos, se necesitarán más esfuerzos para mejorar la reutilización y el reciclado, reducir los desechos de metales críticos y aminorar la demanda de extracción de materiales. En la cadena de suministro de tecnologías de energía limpia también será preciso buscar oportunidades de I+D para desarrollar alternativas a algunos metales, como las tierras raras. Las mineras no tienen fácil reorientar sus planes estratégicos para facilitar la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono. Mantener las inversiones en las actuales infraestructuras de activos mineros sigue siendo preferible que apostar por las innovaciones enfocadas a la era postindustrial.

Por ello, resulta necesaria una colaboración a lo largo de toda la cadena de valor, desde los proveedores hasta los clientes finales. Además, las alianzas con universidades, organismos sectoriales y centros de investigación resultarán fundamentales para posibilitar una mayor innovación en la industria minera. El sector financiero puede desempeñar un papel vital en este proceso. Las grandes mineras que abandonen los combustibles fósiles y hagan sus operaciones más sostenibles deberían poder reducir su coste de capital. Además, corren menos riesgo de que los inversores les den la espalda. En nuestra opinión, si las empresas mineras gestionan mejor los problemas de sostenibilidad más cruciales a los que se enfrentan, serán una parte esencial de la solución.