Innovación: ¿casualidad o proceso?

Estamos codificados por creencias. Estas nos permiten aprovechar la experiencia de nuestros antepasados, ayudándonos a adaptarnos y transitar la vida sin cuestionarlo todo. Las necesitamos, sin ellas estaríamos condenados a la parálisis. No hay creencias buenas ni malas, incluso las que nos limitan en una situación nos asisten en otra. Pero como todo en la vida, llevar al extremo la confianza en las creencias puede ser muy perjudicial y, paradójicamente, también nos conduciría al inmovilismo.

No resolveremos los problemas de antaño haciendo lo mismo de siempre. En este aspecto aconsejó Séneca que “en ninguna cosa se debía poner mayor cuidado que en no ir siguiendo, a modo de ovejas, las huellas de las que van delante, sin atender a dónde se va”.

Adam Grant, psicólogo estadounidense, uno de los profesores mejor valorados de la prestigiosa Wharton School, donde se especializa en psicología organizacional, publicó en 2016 un libro llamado Originales. Cómo los inconformistas mueven el mundo. Mediante un ameno pero riguroso conjunto de estudios e historias, el autor analiza las causas de la originalidad, aquello que despierta la creatividad e impulsa a tomar la iniciativa y desafiar el statu quo, así como las barreras que impiden que este proceso llegue a buen fin, contradiciendo creencias comunes en el arte de innovar. Parte del inicio de todo proceso creativo, la generación y selección de ideas. Contra el argumento de que lo mejor es escoger una idea y concentrarse por completo en ella, el autor defiende que lo mejor es crear muchas. Este proceso permite ganar experiencia e incrementar las probabilidades de éxito.

Analiza de forma muy reveladora lo concerniente a la gestión de riesgos. Creemos que emprendedores y grandes creadores son personas que han nacido para correr riesgos extremos. El autor provee evidencias que apuntan a lo contrario. Explica que estos individuos guardan un gran parecido con el ciudadano común. Sienten miedo y dudan. Pero actúan. Y no lo hacen a la ligera, ni mucho menos de forma temeraria. No buscan maximizar los riesgos. Más bien cuestionan, revisan una y otra vez todos los flancos para así mitigarlos. Calibran sus apuestas diversificándolas. Muchos buscan estabilidad emocional en un área de sus vidas, manteniendo sus trabajos, por ejemplo, y así poder sentirse libres de arriesgar en otra área. Contradice la enseñanza clásica empresarial que pregona la ventaja del first-mover y nos invita a evitar la procrastinación. Grant expone lo arriesgado de actuar pronto y cómo la dilación consciente ayuda a madurar las ideas y construir proyectos sobre cimientos más sólidos y duraderos.

El autor invita a romper paradigmas en la forma de testar y socializar ideas. Expone que los “enemigos” son mejores aliados que los “amienemigos”. Que los gerentes de rango medio, estando a las puertas de los cargos más altos de su organización, suelen sentir que tienen mucho que perder apoyando acciones innovadoras, lo que les hace más reacios a colaborar con éstas. Que los especialistas, después de muchos años concentrados en un campo e incluso después de revolucionarlo, corren el riesgo de convertirse en el nuevo statu quo haciéndose férreos opositores de las ideas novedosas. Y que muchas veces el individuo original debe transitar un largo camino, camuflarse en la tradición y ganar créditos entre sus colegas antes de lanzarse a romper con el pensamiento establecido.

También trata cómo desencadenar y mantener la originalidad desde la crianza de nuestros hijos. Revela cómo la actitud ante el riesgo se ve impactada por el orden de nacimiento, especialmente en familias numerosas, explicando las causas de la “rebeldía” de los menores y como ésta les ayuda a ser más originales en su vida adulta. Comenta sobre lo difícil que es para el niño “creativo” convertirse en el favorito del maestro; salir de lo común no está normalmente bien visto en los sistemas educativos. Esos mismos sistemas abocan a los niños superdotados a aprender lo ya escrito y dar la espalda a lo novedoso, razón por la que solo una fracción se convierta en grandes creadores. Explica también como aquellos individuos criados en familias en las que priman los principios en lugar de las reglas, desarrollan un sistema de valores capaz de sobreponerse a normas injustas o sin sentido. Son muchos los temas y las acertadas ilustraciones con casos de la empresa, los deportes, el activismo y la política, que Adam Grant condensa en este libro, cuya lectura es recomendada para todo aquel con la inquietud de fomentar la originalidad en cualquier aspecto de su vida.

Vivir con un sistema de creencias es la opción más fácil y cómoda. Aprender a retarlo es complicado. Pero para innovar y progresar, lo segundo es absolutamente necesario.