El inversor mira a lo sostenible,
pero modera su apetito

El dinero mira como nunca hacia el ASG, aunque
los flujos se han frenado en los últimos meses, según un informe de Deutsche Bank

Sí, la inversión en activos sostenibles crece de forma imparable. Los ETF -fondos cotizados- de temática ASG -aquellos que siguen criterios ambientales, sociales y de buen gobierno- aglutinan, con datos a cierre de junio, activos por más de 90.000 millones de dólares a nivel mundial. Es el doble que hace año y medio, el triple que hace tres años. Incluso en los peores momentos del crash del Covid-19, el dinero siguió entrando en fondos cotizados con temática ASG. Todo eso es cierto, y el crecimiento de esta tendencia no tiene marcha atrás.

Pero igual de cierto es que los flujos hacia la sostenibilidad se han recortado últimamente, según se destaca en el informe de Deutsche Bank sobre La ASG durante la pandemia, al que ha tenido acceso Inversión a Fondo. La cantidad de dinero que, globalmente, se dirige cada mes hacia ETF responsables cayó en junio por debajo de los 2.000 millones de dólares, el dato más bajo desde abril de 2019, según se concluye del análisis de 377 fondos del universo global de Bloomberg de ETF sostenibles -ver gráfico-. Hace apenas tres meses, en abril, las entradas superaban los 5.000 millones. El descenso ha sido menor en Europa, la región que está liderando la transición hacia unas finanzas responsables, y más abrupto en EEUU.

Según señalan los autores del informe, Luke Templeman, Karthik Nagalingam y Jim Reid, “al mismo tiempo que la pandemia ha puesto el foco en unos temas extrafinancieros que antes solo interesaban de forma tangencial, también existe ahora una preocupación sobre cómo todas esas cuestiones se incorporarán al análisis ASG”. De alguna forma, la fiebre por la sostenibilidad ha metido en la cabeza del inversor que esos aspectos, que van más allá de la mera contabilidad, pueden evitar grandes riesgos en sus carteras y, por tanto, pesar mucho en las rentabilidades futuras -como ya lo han hecho durante la pandemia-. Y quizá algunos de estos riesgos todavía no han sido adecuadamente calibrados.

Por ejemplo, las cadenas de suministro -que se enmarcarían en de la pata social de la ASG, que abarca cuestiones como el capital humano o la calidad de los proveedores- han cobrado una especial relevancia. La pandemia ha sacado a la luz hasta qué punto a una empresa puede hacerle daño que sus suministros provengan de un solo proveedor (por el grave problema que puede suponer en situaciones de bloqueo como la que hemos vivido). “Sin duda, esta cuestión va a cobrar más importancia dentro del análisis ASG y podría generar inesperados deterioros o mejoras en el rating ASG de algunas empresas”, advierten.

El ASG lo hace especialmente bien en Europa

Los datos demuestran que las inversiones sostenibles lo han hecho, en líneas generales, igual o mejor que las tradicionales durante la pandemia. Ese mejor comportamiento es mucho más notable en el Viejo Continente que en Estados Unidos, según recoge el estudio.

Para analizar la rentabilidad de los productos ASG, los analistas de Deutsche Bank se centraron en las cuatro regiones principales que contempla Bloomberg para el universo de ETF sostenibles, que son Estados Unidos, Europa, Japón y Global, y posteriormente crearon un índice propio, que agrupaba los diez mayores fondos sostenibles en cada una de esas regiones. “Esos fondos son representativos del 56% del universo total de fondos ASG”, señalan.

La conclusión es que, durante la pandemia, los fondos estadounidenses se han limitado a replicar el comportamiento del S&P 500, en gran medida porque las principales posiciones de los ETF sostenibles son bastante parecidas a las del índice. “Es interesante comprobar cómo los fondos ASG se han beneficiado de la subida de la tecnología desde el estallido de la pandemia. Para muchos inversores, las cotizadas de ese sector se han convertido en los nuevos valores defensivos y, dado que muchos fondos ASG tienen una gran presencia en ellas, lo han hecho bien”, señalan los expertos de Deutsche. Por el contrario, los fondos europeos y nipones superaron con creces la rentabilidad del Stoxx 600 y del Topix. En estas dos áreas geográficas, existen más diferencias entre las acciones sostenibles y las compañías que dominan el mercado.

En cualquier caso, la clave común a las cuatro regiones estudiadas es “que los fondos ASG o lo hicieron mejor, o al menos igual, que sus respectivos índices de referencia durante el crash de marzo, lo que apoya el argumento de que los inversores han juzgado las acciones responsables basándose en sus méritos financieros, más que en cuestiones altruistas”, explican los analistas. Que el dinero se dirigiese a estas acciones demuestra que el foco que una compañía tenga en la sostenibilidad se interpreta como una señal de su potencial retorno financiero”.

La atención se mueve a lo social

El cambio climático lleva años como protagonista absoluto de la revolución de las finanzas sostenibles que se está produciendo en todo el mundo, y especialmente en el Viejo Continente. Es por la A de la ASG por donde la Comisión Europea ha empezado a desarrollar su normativa para los activos financieros responsables, con la elaboración de una taxonomía verde, un estándar de bono verde y unas pautas para la creación de índices bursátiles climáticos. El siguiente paso será abordar una regulación para las otras dos patas, la S y la G.

Sin restarle importancia a las cuestiones climáticas, lo cierto es que el Covid-19 ha movido el foco hacia los aspectos sociales, según pone de relieve el informe de Deutsche Bank. “A comienzos de año, no existía duda alguna de que el cambio climático era el tema ASG más candente. Sin embargo, el estallido de la pandemia ha modificado las prioridades ASG en las empresas”. Los expertos de la entidad han medido el número de documentos corporativos que, en los últimos cuatro meses, han versado sobre cuestiones sostenibles, y los han comparado con los temas abordados en el mismo periodo del año pasado. La conclusión es que el tema que más ha aumentado su presencia entre las compañías estadounidenses era el bienestar de los empleados. En Europa, el asunto que más ha acrecentado su presencia en esos documentos es -todavía- el cambio climático, pero el bienestar de los trabajadores se sitúa en segundo lugar. Para realizar este análisis, el banco ha tenido en cuenta presentaciones corporativas, informes de sostenibilidad, notas de prensa y transcripciones de eventos, entre otros documentos.

El Covid-19 dejará tras de sí una crisis alimentaria (600 millones de personas sufrirán hambre por efecto de la pandemia, según las estimaciones de las Naciones Unidas), particularmente en los países en desarrollo; afectará de forma dramática al empleo y elevará los riesgos medioambientales. Sus efectos sobre las cuestiones ASG son profundos e innegables.

En un seminario online celebrado el pasado 1 de julio, Michael Lewis, responsable de Investigación Temática en ASG de DWS, enfatizó este aspecto, y también apuntó al cambio de enfoque: “Lo interesante este año es que, más allá de los datos climáticos, estamos hablando de cuestiones que afectan a la reputación de las empresas; de cómo están cuidando de sus empleados; cuáles son sus prácticas laborales...”. Después de 10 años, explicó, hablando continuamente de los aspectos ambientales y de gobernanza, “ahora el foco se ha movido a los sociales, que están ganando importancia”, destacó.