Atravesando paredes

El hombre que atravesaba las paredes es el título de una célebre novela de Marcel Aymé en la que un hombre descubre que tiene la capacidad de atravesar las paredes. En mayor o menor grado, todos, inversores o contribuyentes, nos preguntamos cómo atravesar la pared de las deudas que se alza frente a nosotros.

El endeudamiento público se encuentra actualmente desbocado: a finales del año 2020 representará una cifra inédita, que manda los criterios de Maastricht al cajón del olvido, ya que la deuda de la zona euro excederá del 100% del Producto Interior Bruto (PIB). Un intenso crecimiento económico, el regreso de la inflación, incluso la suspensión de pagos o reestructuración de la deuda, están, de momento, fuera de toda discusión como métodos de amortizar.

Por tanto, la carta a la que se está apostando es la monetización, esto es, la compra por parte de los bancos centrales de la deuda emitida por los Estados. Ahora que el Banco Central Europeo (BCE) posee el 20% del total de la deuda francesa o italiana, e incluso más del 30% de la deuda alemana, algunos incluso sopesan la extinción total de estas deudas por parte de la institución monetaria. A nuestro juicio es más probable un escenario de «perpetuación». Los países deudores reembolsarían sus deudas al BCE por medio de la emisión de nueva deuda que la propia institución monetaria compraría de nuevo. Esto se acercaría a la solución japonesa.

Más apalancamiento

Otra pared, que quizá es menos conocida pero cuyo grosor crece igual de inexorablemente, es la del endeudamiento privado. La deuda de las empresas no financieras francesas se situará más allá del 75% del PIB a final del presente año, y rondará los 2 billones de euros. El éxito del mecanismo de Préstamos Garantizados por el Estado (PGE) a cerca de 500.000 empresas ha abultado todavía más un inventario de deuda ya significativo en primera instancia.

Si bien este fenómeno ha sido generalizado en todo el Viejo Continente, resulta especialmente acusado en aquellos países donde el déficit de fondos propios del sector privado se revela como un mal crónico. El Banco de Francia señala que los fondos propios de las empresas no financieras representan el 74% del PIB (François Villeroy de Galhau, en su intervención ante la Asamblea Nacional, 22 de enero de 2018), un porcentaje que se sitúa, más o menos, en torno a la media europea.

En Estados Unidos, dicha cifra es bastante más elevada. Asciende aproximadamente al 125% del PIB, lo que otorga al sector empresarial estadounidense un potencial muy superior. Disponer de menor capital hace imprescindible recurrir al endeudamiento para acometer nuevas iniciativas, para reinvertir y también para absorber un choque económico de la magnitud del de la actual crisis sanitaria.

150.000 nuevos inversores en Francia

El fin de la novela de Marcel Aymé es poco alentador. El protagonista, funcionario del ministerio de Registros y aspirante a ladrón, pierde su poder de atravesar las paredes y se queda congelado en una pared para siempre, como pegado por toda la eternidad.

Ojalá que la reciente atracción de los inversores particulares por la bolsa -entre finales del mes de febrero y principios de abril de 2020, Francia cuenta con 150.000 nuevos inversores, de acuerdo con los datos de la Autoridad de los Mercados Financieros, AMF- junto a las iniciativas públicas -la Federación Francesa de Seguros ha creado un programa de inversión por valor de 1.500 millones de euros- o al plan de reactivación europeo contribuyan a reforzar los fondos propios de las empresas y, al mismo tiempo, a reactivar la inversión. Este constituye el único método para franquear las paredes.