En qué activos entrar hasta que el mercado se despeje

En medio de una tremenda incertidumbre, los expertos rastrean los sectores farmacéutico o tecnológico en busca de oportunidades, y se ‘congelan’ en deuda pública

El coronavirus ha sumido a la economía global y a los mercados en una brutal incertidumbre acerca de cuánto tiempo durarán los efectos de la pandemia y cómo de profundos serán. Este crash es distinto de cualquiera vivido anteriormente y es imposible saber cuál será su alcance.

En un informe de finales de marzo, McKinsey & Company planteaba 9 escenarios posibles para la recuperación económica, y daba más probabilidad a 2

de ellos. En el escenario optimista, la vuelta a la normalidad a nivel mundial se alcanza a finales de este año. En el pesimista, el retorno a lo normal se produce en el tercer trimestre de 2022 en el mundo, y en 2023 en la Eurozona -ver gráfico y recuadro en la página siguiente-. Hasta que llegue ese momento, ¿en qué activos debe posicionarse el inversor? En lo relativo a la renta variable, muchos expertos coinciden en apuntar a los mismos sectores: farmacéutico, tecnológico, consumo... “La pandemia implica un cambio radical; las empresas modificarán su forma de fabricar, e invertirán para desarrollar toda la parte de robotización e informatización”, explica Mathias Blandin, responsable de La Financière de l´Echiquier para Iberia. Por eso, una de las dos principales recomendaciones de esta casa francesa (que realiza stock picking, es decir, selecciona valores concretos) es “la temática de tecnología de inteligencia artificial con un sesgo ISR”, además de las empresas small y mid cap europeas. La crisis que estamos viviendo, añade Blandin, “nos está permitiendo identificar qué gestoras lo hacen mejor en qué clases de activos”.

Ignacio Perea, director de inversiones de Tressis, explica que, ya desde el año pasado, esta firma está incorporando más healthcare, más tecnología y más consumo, “y hemos observado que ese sesgo, sin hacerte perder la beta [la correlación con el mercado] te permite rebajar las caídas; dependiendo de los sectores y de las geografías, puedes reducirlas en 4 y en 5 puntos porcentuales”. Eso es más fácil, añade, que atinar con el market timing (la elección del momento idóneo para entrar y salir del mercado), que a Perea le parece “peligrosísimo” en este contexto. De ahí también que en Tressis no tengan nada en liquidez: “Hemos optado por estar siempre invertidos y cambiar los sesgos de la cartera”, explica.

Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank España, considera interesante la tecnología estadounidense, “no tanto la europea”, y señala que podría tener sentido estar en energéticas del Viejo Continente, no de EEUU. Dentro de los sectores más dañados, de entrar en compañías cíclicas, “empezaría por las industriales”. Todos aquellos negocios ligados al turismo, a la hostelería... “tardarán más tiempo en recuperarse y tienen menos visibilidad”, comenta, mientras que el sector bancario, “que ya tenía problemas, ahora se encuentra con que el BCE le pide que recorte los dividendos”, lo que le resta un atractivo clave de cara al inversor.

En Fidelity encuentran “oportunidades en tendencias que están aumentando su protagonismo, como el comercio electrónico, los servicios de entrega a domicilio o la inclusión financiera (sobre todo en regiones como Asia)”. También en el sector del consumo, especialmente en China. Entre las grandes compañías del S&P 500 (aquellas que capitalizan más de 50.000 millones de dólares), la mejor recomendación por parte del consenso de mercado que recoge FactSet la recibe Amazon, pero entre las mejores se sitúan también Alphabet y Microsoft, además de compañías ligadas al sector sanitario, como Boston Scientific o Cigna.

Sergio Míguez, socio fundador de Alternative Ratings, está de acuerdo en que existen oportunidades en la conectividad o el big data, pero también en los activos alternativos, productos privados, ilíquidos: “Existe la oportunidad de acceder a compañías que serán atractivas de cara al futuro”, afirma. Siempre, “con una visión de largo plazo”, ya que -al igual que Ignacio Perea- considera que “va a ser muy difícil acertar con el timing”. También rompe una lanza este experto por el value, estilo de inversión que lleva unos años nefastos y que, en su opinión, ofrecerá la oportunidad de comprar barato buenas compañías, sin deuda, de sectores resilientes -el de la salud, el asegurador...-.

Poca renta, y nada fija

Mucho más complicado es encontrar rentabilidades en la renta fija -que ya no era fija, y que ahora incluso ha dejado de rentar-. Incluso hay fondos monetarios que han sufrido pérdidas del 5%. “Nos está ocurriendo algo parecido a lo que vivimos en diciembre de 2018; que una persona con una cartera conservadora no entiende estas caídas”, explica Rosa Duce, que añade: “Por mucho que a esas carteras se las llame conservadoras, en un entorno de tipos negativos, los gestores han tenido que buscar rentabilidad, y la han encontrado en renta fija emergente a corto plazo, en renta fija corporativa
-pero en la parte baja del universo de grado de inversión-, o incluso en los periféricos”. Todo esto, en su opinión, “debería servir para que la industria evalúe hasta qué punto los gestores se han metido en charcos demasiado arriesgados”.

La rentabilidad esperada para una cesta representativa de deuda global, pública y privada, grado de inversión, es del 1,1%; una cesta similar de bonos europeos da un 0,58%; y una cesta de bonos gubernamentales de EEUU, un 0,54%, según los índices Bloomberg Barclays. En este contexto, ¿qué puede hacer el inversor de renta fija de cara al próximo año, -o tres años-, que puedan quedar hasta la vuelta a la normalidad? Duce considera que, dado que los bancos centrales van a financiar estados y empresas, la deuda corporativa con grado de inversión y la deuda pública, “no son malos sitios donde estar”. A corto plazo no saldría de esos activos de renta fija, pero no estaría “en emergentes, ni siquiera en divisa fuerte -por el alcance que puede tener la pandemia en este tipo de países- y tampoco en high yield, dada la recesión hacia la que vamos”, señala la economista jefe de Deutsche Bank. Por esos riesgos, a una cesta de deuda high yield global se le pronostica un retorno del 9,5%.

En Fidelity están atentos a los bonos corporativos, “a aquellas empresas que pueden emitir deuda y están bien colocadas para gestionar la próxima fase”. Encuentran “algunos diferenciales muy atractivos, sobre todo en bonos grado de inversión y en high yield en Asia y algunas áreas de EEUU y Europa” . En los plazos cortos, Ignacio Perea señala que en el grado de inversión corporativo empieza a encontrar retornos “interesantes”.

Qué volatilidad será ‘normal’

El pasado 16 de marzo, lunes negro, el Vix -el índice del miedo, que mide la volatilidad- rozó los 83 puntos, su máximo de todos los tiempos, superando a 2008. El registro fue brutal, dado que la media de los últimos 12 meses, incluidos esos máximos, es de 20 puntos, y la de los últimos 10 años está en los 17 puntos. “En nuestro caso, hemos visto que la volatilidad se doblaba en todos nuestros perfiles en un mes o mes y medio”, explica Ignacio Perea. Pero ¿a qué volatilidad debemos acostumbrarnos? “Probablemente vaya a ser más elevada que la media histórica; yo no descartaría situaciones de fuerte estrés en los próximos meses”, señala Sergio Míguez, que cree que podría irse a niveles inferiores a los del crash pero superiores a la media histórica, hacia los 20-30 puntos. En cualquier caso, Fernando Luque, editor senior de Morningstar, señala que, en realidad, la volatilidad, “aunque se utiliza mucho en la industria, a la gente le resulta difícil de entender, en parte porque mide el movimiento tanto al alza como a la baja”; es más comprensible el concepto de caída máxima o drawdown.