¿Es el momento del ‘real estate’? Definitivamente, sí

El sector inmobiliario representa el 11,7% del PIB, una parte bastante importante de nuestra economía. Y en estos momentos todos los indicadores parecen serle propicios como refugio de la inversión en el complejo contexto actual. La situación actual es muy distinta a la de 2008. En estos momentos el principal condicionante externo es el conflicto bélico en Ucrania ligado a la dependencia energética, cuya duración, si es corta, va a ofrecer un escenario más favorable que si se prolonga en el tiempo. Por otro lado, preocupa el endeudamiento público, elevado muy significativamente durante la pandemia, pero empresas y familias afrontan este contexto con mucha más solvencia, dado que han reducido su deuda en más de 80 puntos en la última década.

También las entidades financieras han sido más prudentes también en sus procedimientos y hoy, en este contexto de alta inflación, la renta fija y la renta variable a la baja le aportan a las propiedades inmobiliarias una mayor estabilidad y garantía de valor que otras alternativas de inversión, convirtiendo a residenciales y oficinas, de nuevo, en un valor refugio.

La ciudad como fuente de riqueza. Las ciudades son hoy, de facto y por derecho propio, polos de atracción de inversión y fuentes de innovación que acompañan a los cambios sociales, tecnológicos y económicos. El sector inmobiliario juega, más que nunca, un papel esencial en su diseño y configuración, ya que tiene una influencia muy grande en la calidad de vida y en la formulación de propuestas atractivas para los ciudadanos y para la actividad económica. Con un escenario demográfico como el que tenemos en Europa, las ciudades compiten por atraer, tanto talento y población, como actividad económica.

Los requisitos y las estrategias para lograr ambas cosas son las mismas. Se necesitan, por parte de las administraciones públicas, predictibilidad y estabilidad en los criterios políticos y fiscales, así como una flexibilidad normativa frente a la hiperregulación. Por otro lado, también es importante el diseño, construcción y soporte de unas buenas infraestructuras de conectividad física y digital, así como alternativas ilusionantes y atractivas en relación a la calidad de vida y el desarrollo profesional y personal. Un ejemplo de todo ello es Madrid. La capital española ha atraído una media de 130.000 habitantes anuales y 24.000 millones de inversión en los últimos años. Se posiciona en primer lugar en Europa como atractora de capital extranjero dirigido al sector residencial, una situación que previsiblemente se va a ver favorecida con los cambios en el valor de la moneda y el valor al alza del dólar. Con dos grandes sectores en previsión de crecimiento, como el hospitalario y el educativo, y proyectos de gran envergadura como Madrid Nuevo Norte, entre otros, esta ciudad se presenta como un polo de atracción de gran importancia a nivel europeo.

Ya estamos viendo fórmulas innovadoras en los sectores residencial, de oficinas y hoteles, donde la flexibilidad y la mixticidad de usos son las claves para ofrecer mejores soluciones y más rentables, que atiendan las demandas de nuestros estilos de vida cada vez más condicionados por la tecnología digital y la posibilidad del trabajo en remoto. Las fórmulas alternativas en residencial serán espacios de gran importancia en el futuro, sobre todo si tenemos en cuenta que ya hoy el 25% de los hogares son unipersonales. El coliving en todas sus variantes, como el senior living por ejemplo, van a recibir una demanda alta y estable en los próximos años. El sector hotelero ha tenido cifras extraordinarias en los últimos meses y se aproxima al próximo ejercicio con una muy buena situación y con una diversidad de fórmulas que cada vez se acercan más a las soluciones flexibles residenciales.

Por su parte, en el segmento de oficinas, las empresas confían en mayores cuotas de libertad para los trabajadores, junto con fórmulas de oficinas de más calidad, capaces de generar sensación de pertenencia para atraer y retener talento y mejorar la productividad. Todo ello cambia también este panorama hacia espacios más flexibles, tal vez compartidos, y más cercanos a los núcleos de residencia. Los contratos de larga duración habituales aseguran la estabilidad, condición habitual de los contratos de logística, que sigue atrayendo una buena parte de la inversión y de las operaciones, asociada a un crecimiento imparable del ecommerce.

Proyectos sólidos frente a la inflación. Claro que no todas las inversiones tienen la misma proyección, ni mucho menos. Con el incremento de los tipos de interés, los proyectos más sólidos van a salir favorecidos frente a propuestas con menor fundamento. Más que nunca, la calidad del entorno natural y construido, la buena arquitectura, la idoneidad y la solvencia de las propuestas, serán la garantía de las inversiones y del valor de mercado. El comportamiento del valor inmobiliario, actual y futuro, está muy ligado a la calidad y singularidad de las ubicaciones. Nos enfrentamos, sí, a un escenario de desaceleración e incertidumbre, pero sin duda los buenos proyectos serán una opción segura frente a la inflación que nos aflige.