El año 2020
y la aceleración de lo obvio

Hay momentos puntuales en la vida, como a final de año (o de la vida) en los que es oportuno echar la vista atrás para tomar perspectiva de lo acontecido y logrado hasta la fecha. A su vez, esto nos impulsa a mirar hacia el futuro para marcar el rumbo a seguir. 2020 ha sido un año histórico que permanecerá grabado en la mente de todos los que lo hemos vivido, y del que se harán eco todos los libros de historia de aquí en adelante. Los principales temas del capítulo referido a este año son bastante previsibles: hablaremos de “la gran pandemia de 2020”, o de la increíble carrera de la ciencia a la hora de salvarnos del desastre sanitario, humanitario y económico. Pero, ¿qué ha supuesto el año 2020 para el sector tecnológico? ¿y para el Proptech? ¿para el Crowdfunding? ¿Y para Urbanitae? Mi conclusión es que 2020 ha sido el año de la aceleración de lo obvio.

Y podemos preguntarnos, ¿qué hay de obvio en el año que acabamos de dejar atrás? Este ejercicio ha marcado un antes y un después en la adopción de las nuevas tecnologías como una herramienta definitiva y fundamental de nuestro día a día. Éstas no solo se han convertido en las salvadoras de nuestra forma de vida, sino también en parte esencial de nuestra sociedad. Celebrar cumpleaños de seres queridos tomándose unas cañas por videoconferencia, “ir” al trabajo todos los días desde la mesa del comedor, hacer nuestras rutinas de ejercicio con una trainer a través de YouTube, o cocinar las últimas recetas de Jordi Cruz o Dabiz Muñoz siguiendo sus stories en Instagram... Estas cosas se han convertido, a la fuerza, en la norma, y han hecho que las barreras entre lo real y lo virtual se hayan desdibujado. ¿Y que tiene esto de obvio? Pues que son simplemente la aceleración de algo que ya sabíamos que estaba ocurriendo y que era imparable.

Porque seamos honestos, ¿a quién le pilla por sorpresa que se pueda trabajar bien en remoto? ¿Quién echa de menos tener que acudir a su sucursal bancaria para firmar algún documento que se puede firmar igualmente online? Todos estos cambios no son grandes innovaciones que hayan surgido con la pandemia, sino que ya estaban aquí esperando a ser adoptados. Si no los habíamos incorporado antes de forma masiva es, en gran medida, porque algunas sectores y organizaciones, más desfasadas y reticentes al cambio, seguían insistiendo en hacer las cosas a la antigua usanza.

El año 2020 ha acortado dramáticamente el plazo de incorporación de todas estas tendencias. Hay estudios que apuntan a entre cinco y diez años de “aceleración”. El Covid-19 ha venido para dar un golpe sobre la mesa y a decirnos a todos: o te adaptas y utilizas las tecnologías que están ahí, o se acabó tu negocio. Y para algunos esto ha sido como lanzarse a la piscina..., cuando metes el dedito del pie parece que el agua está helada, pero una vez que saltas, te das cuenta de que no está tan fría y que no quieres salir.

En Urbanitae lo hemos vivido de primera mano. El crowdfunding inmobiliario no es nuevo, pero 2020 ha sido un año en el que su crecimiento ha sido exponencial. Y es que el modelo es más que obvio: el sector de la promoción inmobiliaria necesita fuentes de financiación alternativas a la banca, para no depender de ella. Esta necesidad se ha visto severamente amplificada por una pandemia que ha hecho que las entidades financieras retraigan aún más la financiación que conceden y que se alarguen mucho más de lo deseado la puesta en macha de las operaciones que sí aprueban.

Por otro lado, el inmobiliario es probablemente la inversión más atractiva y rentable para pequeños y medianos inversores. La volatilidad de los mercados financieros y el miedo al futuro económico tienen, además, dos efectos claros: la gente gasta menos y ahorra más, y el apetito por un valor refugio como el inmobiliario se dispara.

Si sumamos la necesidad de financiación del sector, al apetito inversor del pequeño y mediano ahorrador, tenemos un mix ideal y un modelo de negocio con pocas fisuras. Para Urbanitae, 2020 ha sido el año de confirmación de que nuestra propuesta de valor funciona, y que está aquí para quedarse. Hemos pasado de financiar proyectos inmobiliarios en plazos de 30 a 45 días, a financiarlos en minutos y con sobredemanda. Y, lo más importante, gracias a nuestra rigurosidad a la hora de evaluar los riesgos, los proyectos que hemos cerrado en el pasado no solo están cumpliendo con los objetivos prefijados, sino que, en muchos casos, obtienen mejores rentabilidades que las que se estimaron en un principio.

Que el crowdfunding inmobiliario tiene sentido, no es más que una obviedad. Objetivamente, no se justifica que un pequeño ahorrador le dedique gran parte o todos sus ahorros a comprarse un solo activo inmobiliario (la clásica vivienda para alquilar). Esta opción presenta algunas carencias que van en su contra. Por un lado, está la falta de diversificación o, lo que es lo mismo, poner todos los huevos en la misma cesta. Por otro, las dificultades a las que se enfrenta un particular a la hora de encontrar, analizar y gestionar un activo. Por último, la imposibilidad que tiene el ciudadano de a pie para acceder a las mejores oportunidades. Sin embargo, todos estas limitaciones quedan resueltas con el modelo de crowdfunding (siempre y cuando se haga bien y con rigor).

Habiendo quedado expuesto lo obvio, mi previsión para 2021 es que muy pocos vamos a querer volver al mundo anterior. Detrás quedan cosas como subirse a un avión o a un tren para tener una reunión de una hora en otra ciudad (pudiendo hacerse por Zoom), desplazarse para firmar un documento en persona (cuando es posible online con un solo clic en el móvil), o dedicar los ahorros de toda una vida a invertir en un solo piso (si con la misma cantidad es posible invertir en 20 proyectos distintos, seleccionados y gestionados por expertos).

Estos cambios ya estaban entre nosotros, pero ahora se han convertido en la norma. 2021 va a ser la constatación de que aun cuando dejemos atrás la pandemia, el mundo ha cambiado para siempre. Y ya nadie va a querer volver atrás.