Marca, talento, tecnología, clientes..., valores intangibles al alza en entornos complejos

En el nuevo entorno que nos encontramos, de incertidumbre, cambios acelerados y con una difícil situación económica hay que poner en valor activos de las empresas que, en escenarios complejos, ante el descenso del cash flow por la falta de ingresos, tienen potencial capacidad de crecimiento y pueden marcar la diferencia con nuestros competidores. Hablamos de poner en valor unos activos que no siempre se tienen identificados y controlados y que no son elementos claros de cuantificación directa en números, los activos intangibles. Marca, talento, tecnología, software, clientes, know-how, bases de datos, procesos, derechos, contratos, patentes, licencias, etc. Se trata, según la definición de las Normas Internacionales de Valoración (IVS), en su última versión de 31/01/2020, de activos no monetarios, sin apariencia física, pero que otorgan unos derechos y/o beneficios económicos a su titular.

Dado que una empresa vale lo que es capaz de generar en el futuro, en ello tiene que ver las relaciones contractuales con potenciales clientes, la cualificación de su capital humano, el software de última generación, la reputación de la marca o lo potentes que sean sus bases de datos. Un adecuado análisis cuantitativo de todos estos activos intangibles no solo puede servir como palanca de recuperación, sino que también puede complementar las estimaciones de riesgo financiero de las operaciones crediticias. Los intangibles son activos fundamentales que se han de gestionar dentro de un todo en una empresa. Si bien no son elementos claros de cuantificación directa en números y el balance de una empresa no los considera de forma directa, como sí hace, por ejemplo, con los activos físicos o los recursos financieros. Una fiel redimensión de la actividad, a partir de una valoración actualizada de la empresa, con sus tangibles e intangibles, proyectada a futuro, puede ayudar a tomar mejores decisiones estratégicas para la viabilidad empresarial. Las IVS hablan de una lista no exhaustiva de cinco ejemplos de finalidades -propósitos que normalmente incluyen una valoración de un componente de activo intangible-:

1. Para reportes de información financiera en contabilidad de negocios, adquisición y venta de activos, y análisis de deterioro. 2. Para análisis de precios de transferencia, planificación y presentación de informes fiscales sobre sucesiones y donaciones y análisis de impuestos ad-valorem. 3. Para su cuantificación como objetos de litigio -conflictos entre accionistas, cálculo de daños o divorcios-. 4. Para procedimientos eventos estatutarios o legales como, por ejemplo, una expropiación. 5. Para obtener financiación -colateral para créditos- o apoyo en transacciones.

Como vemos, estas finalidades ofrecen soluciones, incluso, para afrontar problemas financieros que, en la actualidad, con el fuerte impacto de la pandemia de la Covid-19, están golpeando los fundamentales de las empresas. Por ejemplo, la venta o cesión de alguno de los activos intangibles o su uso para conseguir financiación alternativa o bancaria. Asimismo, la valoración tanto de los activos tangibles como intangibles también son claves para abordar posibles operaciones corporativas, ampliaciones de capital, reestructuraciones de deuda o fiscalidad.

Por otra parte, a la hora de plantear la valoración, la finalidad de la misma y las partes intervinientes se presentan como elementos determinantes para identificar la base de valor a emplear para valorar los activos, ya que, en función de ello, el resultado final puede ser distinto. No es el mismo el caso el de un negocio en concurso de acreedores, cuya base de valor puede ser de valor liquidativo y, por ende, se presupone una mayor facilidad de rebaja, que la de quien ve la oportunidad de ampliar su local comprando el colindante, pudiendo ser la base de valor de valor de sinergia o un valor de inversión.

Llegados a este punto, pasemos a hacer tangible la valoración de intangibles en activos inmobiliarios. La IVS 400 de las Normas Internacionales de Valoración del International Valuation Standards Council (IVSC), señala, entre otras cuestiones, que los activos intangibles caen fuera de la clasificación de los activos inmobiliarios, evidentemente porque éstos son tangibles por definición, pero, sin embargo, puede haber activos intangibles que estén asociados al activo inmobiliario y tengan impacto sobre el valor del inmueble, por lo que es muy importante saber si en la valoración de un inmueble estamos o no incluyendo esos intangibles.

En el caso de que no los estemos incluyendo, el proceso de valoración será distinto a si valoramos solo los ladrillos. De este modo, es innegable que no es lo mismo un hotel desde el punto de vista de un negocio en su conjunto, que si solo valoramos lo que es la construcción y el suelo sobre el que se asienta. A esta cuestión atienden incluso normas específicas de la valoración hipotecaria, pues esa valoración es muy distinta si se atiende al valor que acaba saliendo por actualización de rentas, que se dirigen al negocio hotelero, frente a si solamente se valora lo que se llama el coste de reemplazamiento neto del hotel -cuánto me costaría comprar el suelo sobre el que se asienta y llevar a cabo la edificación incluyendo su depreciación actual-.

En la misma IVS 400 se habla como ejemplo del caso en el que la marca del hotel puede estar ligada de manera inextricable a su valor y en ese caso el valorador ha de aplicar la IVS 201 referente a los activos intangibles. ¿Y cómo influyen los intangibles a la hora de valorar un hotel en el contexto actual? Pensemos en el tiempo que llevan cerrados y con unas previsiones de demanda limitadas, y ahora pensemos en la imagen de marca de un hotel. Sin duda, su marca es determinante para incrementar su valoración y acaparar la posible demanda de reservas tras el estado de alarma.

Hagamos tangibles los activos intangibles de nuestras empresas para poner en valor activos que no siempre tenemos bien identificados y controlados y utilicémoslo como palanca de recuperación.