Los nuevos retos en la vivienda

Son momentos difíciles para todos, huelga decirlo. Una honda tristeza nos invade, máxime si ya hemos padecido casos cercanos de víctimas. Existe preocupación por nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo y su entorno. En esta sociedad tan acomodada, hedonista incluso, semejante guerra declarada nos devuelve a la realidad y finitud de la vida. Pero en momentos de dificultad extrema es cuando las fortalezas se tornan decisivas y las debilidades quedan desnudas. Esta prueba sólo la superaremos unidos.

La actividad sigue, y debe seguir. En la vivienda se plantean nuevos retos, al igual que incertidumbres. La tecnología se revela como imprescindible para seguir gestionando la consultoría aparejada al sector inmobiliario. En Activum hemos implementado un servicio dinámico de videoconferencia para todas nuestras comercializaciones, tanto en obra nueva como en segunda mano. En este sentido, todo el trabajo hecho por las promotoras en cuanto a marketing digital, que llega en el mejor de los casos a visitas virtuales absolutamente conseguidas, es ahora más útil que nunca. Entre nuestros clientes contamos con quienes han apostado por los medios tecnológicos para comercializar viviendas, lo cual agradecemos. Existen muy buenas oportunidades de obra nueva, competitivas en precio, especialmente en provincias no protagonistas y en costa.

El principal reto en el mercado de la vivienda estriba en el impacto económico del coronavirus. A día de hoy es difícil predecir el tamaño del mismo, que en cualquier caso será grande. Una mirada a las bolsas nos adelanta unas expectativas de color oscuro. Un análisis de la realidad nos hace comprobar la destrucción del turismo, de cientos de miles de empleos, de manera temporal, tanto en nuestro país como en los vecinos de la Unión Europea -compradores también de vivienda-. Todo esto nos obliga a tomar asiento y reflexionar. Si nadie tiene la bola de cristal en economía ¿cómo podemos saber en este insólito caso cuándo terminará esta realidad dantesca? Confiamos en que las autoridades sepan tomar las debidas medidas, siguiendo el ejemplo de los países que están venciendo a la enfermedad. La dureza de la crisis es directamente proporcional a la duración de la pandemia, del tiempo que estemos detenidos y del descenso del ahorro.

Otra incertidumbre que está sobre la mesa es la actividad en las obras de carácter inmobiliario. Un clamor de profesionales arquitectos e ingenieros para la paralización de todas las obras, excepto las de mantenimiento de urgencia y servicios esenciales. Si al final el Gobierno aprueba medidas más restrictivas en este sentido, esta probable parálisis comprometerá, aún más, la actividad de las promotoras. Al menos de manera temporal.

Entre las políticas que propone el gobierno, relacionadas con la vivienda, nos encontramos con moratorias del pago de la hipoteca y del pago del alquiler, para personas damnificadas por el coronavirus, que hayan visto reducidos sus ingresos. Evidentemente, la situación requiere de ayudas concretas, pero no debemos dejarnos llevar por la demagogia. Y me explico, desde antes de la coyuntura de emergencia actual, se han lanzado duras críticas, desde determinados sectores del gobierno, contra el sistema actual de alquiler, demonizando a los propietarios como culpables de las elevadas rentas. Mensajes que perseguían a Socimis, Fondos, etc., obviando que los grandes propietarios representan únicamente el 3% de las viviendas arrendadas. Y, por supuesto, no teniendo en cuenta que la economía caminaba por un momento suficientemente boyante, con concentración de empleo en las grandes metrópolis -Madrid y Barcelona-, lo que hacía necesario más vivienda en alquiler. Ahora nos vemos en una situación diferente, que va a obligar a los grandes tenedores a tener un plan adaptado a los afectados por la pandemia, como ya están tomando la iniciativa determinados fondos y bancos. Pero hemos de ser conscientes que el grueso de propietarios son particulares que no se pueden convertir en pagadores inmediatos de esta crisis sobrevenida. Que negociarán directamente con el propietario perjudicado en la mayoría de los casos, pero que no son ellos los que deben hacer políticas sociales con sus ahorros. El Estado debe estar atento a qué medidas adopta en este sentido.

Respecto de las posibles moratorias en el pago de la cuota del crédito hipotecario para particulares, es conveniente indicar la sensibilidad del asunto. Parece que ir contra los bancos puede resultar más políticamente correcto ahora, pero evidentemente entraña riesgos económicos y de cumplimiento legal si no se hace adecuadamente y requiriendo acuerdos entre todas las partes. Actualmente se están haciendo cálculos para una duración del estado de alarma limitado, o como decidan llamarlo en el futuro. Todo indica, lamentablemente, que no se va a resolver en el corto plazo. Luego las moratorias de pago de la hipoteca -y de la renta del alquiler- no se van a poder circunscribir a un único mes como se estaba contemplando inicialmente. Parece que, a pesar de las ayudas, aumentarán las entradas en moras hipotecarias.

Comencé el artículo diciendo que venceremos, todos unidos. Esa es nuestra voluntad, y seguro también nuestro destino. Más allá del análisis inmobiliario, quiero terminar desde un punto de vista humano. El más importante. Hace unos días enviaba un vídeo, grabado con Cristina Balaguer, directora general de ACTIVUM, a todos los miembros de nuestra compañía. Un mensaje de aliento, de esperanza, de lucha. Allí les dijimos que todos estamos en el mismo barco, que todos, sin excepción, permaneceremos juntos como una tripulación unida; hemos apostado por eso. Y que, pasada esta tempestad, llegaremos todos juntos a zona de refugio, recargaremos baterías y volveremos a navegar. Un ejemplo tal vez manido, pero que describe perfectamente nuestra intención en las circunstancias que nos ha tocado vivir. Me emociona pensar en la respuesta que tuvimos por parte de todos los que integran nuestra empresa, lo recordaré siempre. El sector inmobiliario seguirá caminando, siempre hay espacios para quienes luchan duro y ven en las dificultades una posibilidad para mejorar. Quiero, por último, mandar un fuerte abrazo de ánimo para todos los que lean este artículo, especialmente para quienes lamentan la pérdida de un ser querido.