
‘Between Jobs’ o cómo ser emprendedor a tiempo parcial
Las estadísticas nos dicen que 4 de cada 5 empleados no se sienten satisfechos en sus empresas y que sólo el 13% reconoce sentirse comprometido con lo que hace. Incluso el 90% de los millennials piensa cambiar de trabajo en los próximos 3 años, y el 73% de ellos con la esperanza de encontrar algo mejor. Son profesionales conscientes de lo frágil y vulnerable del sistema actual, que quieren multiplicar y atraer opciones que estén más alineadas con sus intereses.
La búsqueda de realización se hace cada vez más presente para una generación que ya está quemada por su desafección ante el sentido de lo que hacen. Estos profesionales afirman que se sienten frustrados en trabajos grises que ya no les representan y que sólo les aportan un sueldo y un estatus social. Y los últimos cambios en el mercado laboral no han hecho más que acelerar el deseo de significado y realización de estos profesionales.
Las nuevas tecnologías, la robótica, la digitalización, las automatizaciones o la inteligencia artificial están cambiando la concepción laboral. Por un lado, el impacto en el mercado laboral se traduce en más precariedad e incertidumbre y saturación de profesionales cualificados frente a la escasez de puestos adecuados a su valía. Y, por otro, las consecuencias en los trabajadores implican cada vez más desafección y aburrimiento, hasta llegar al síndrome del trabajador quemado, al llamado “despido interior” o incluso a la “gran renuncia” de la que se ha venido a llamar la “generación de la ansiedad”.
Parece que la estabilidad ya no existe. Sin embargo, también se abre una ventana de oportunidad que podemos aprovechar. El reto es empezar a hacernos buenas preguntas y fomentar el pensamiento crítico sobre el sentido del trabajo: cuestionarnos lo que hemos hecho hasta ahora y hacia dónde queremos dirigirnos, proponernos un rediseño de nuestra relación laboral para hacernos responsables de nuestra carrera y preguntarnos qué significa ser profesional, qué buscamos en cada cambio y qué hay detrás de esa búsqueda.
Algunos buscan la libertad en su más amplio sentido: en tiempo, económica, geográfica, de relaciones e incluso de propósito; otros buscan un futuro mejor o más seguridad; y, otros, iniciar algo propio para sentirse realizados. En el fondo, todos de forma inconsciente buscamos tomar el control de nuestra carrera, aunque la búsqueda continua es un juego infinito y agotador, sobre todo si no sabemos lo que estamos buscando.
Desde pequeños nos preparan para un mundo monolítico e inalterable que ya no existe, pues ahora es cambiante, volátil, frágil e impredecible. Algunas culturas y países tienen una mentalidad más abierta al cambio y que fomenta la propia iniciativa y el emprendimiento. De ahí que en muchas de ellas se hable del “between jobs” (entre trabajos). Pero las trabas administrativas y las ayudas al parado existentes en España no ayudan a fomentar el emprendimiento en nuestro país.
Quizá por eso ha llegado el momento de replantearse el error de construir toda una vida únicamente alrededor de un puesto de trabajo por cuenta ajena sin entender lo frágil,cambiante y vulnerable que es todo. Y mejor si empezamos transformando el concepto de “búsqueda de empleo” por el de “atraer el empleo”.
Debemos tener en cuenta que todos tenemos un yo físico, que es efímero; y un yo conceptual, que quiere trascender. El propósito de cada persona es convertirse en su mejor versión y para conseguirlo necesita un entorno adecuado. Si no lo encuentra en la organización para la que trabaja, tendrá que crearlo por su cuenta, especialmente en la segunda etapa de la vida profesional. Porque todos tenemos 2 etapas en nuestra carrera: una primera de prueba y error, dedicada a la exploración, el descubrimiento y el aprendizaje; y una segunda de claridad, realización y propósito. Y es en ese punto de inflexión entre ambas cuando sentimos la llamada de la iniciativa, ése es el momento para desatar el iniciador que todos llevamos dentro.
Cambio progresivo
Pero, para evitar la incertidumbre y el riesgo, debemos hacerlo de forma progresiva, sin saltar al vacío ni poner en riesgo lo que hemos conseguido, sin renunciar a las bondades del trabajo por cuenta ajena y sin asumir los riesgos de un emprendedor a tiempo completo. ¿Cómo? Siendo emprendedor a tiempo parcial o emprendedor 20%. Es decir, siendo una persona que dedica el 20% de su jornada laboral, entre 1 y 2 horas al día, y el 100% de su conocimiento a construir una propuesta de valor propia, que le permita tomar el control de su carrera y reforzar su marca personal.
Esa propuesta, esa oferta al mundo, debe ser un proyecto paralelo y simultáneo a nuestra actividad principal, que sirva como complemento a nuestra vida laboral y como amortiguador de posibles cambios, pero sin renunciar a lo conseguido ni poner en riesgo nuestra seguridad.
Hay muchas formas de conseguir esta hibridación laboral: cofundar, invertir en un proyecto compartido con varias personas, asesorar, mentorizar, desarrollar una metodología propia alrededor de nuestro conocimiento, crear contenidos de valor en cualquier formato o atraer personas interesadas a un servicio personalizado o propuesta de valor.
También son muchas las ventajas de ser emprendedor a tiempo parcial. No asumes riesgos y conservas el trabajo, mientras construyes un plan B sin el agobio de fechas límite, ganas autonomía y confianza, diversificas y aprendes cosas nuevas. Además, sentirse dueño de algo propio enriquece la vida y la hace más interesante, atrae oportunidades y multiplica las opciones laborales, ayudando a que te diferencies y, por supuesto, a hacerte más empleable.
Los trabajos van y vienen, pero la marca personal y una propuesta de valor propia son para siempre. Todos deberíamos preguntarnos alguna vez cuál es nuestro arma de diferenciación masiva para adaptarnos a un mercado laboral cada vez más competido y complejo.