La franquicia debe ser un modelo de confianza y acompañamiento diario

No existe una fórmula mágica exacta del éxito de una franquicia. Muchos listados de Internet hablarán de conceptos como capital, posicionamiento de la marca, modelo revolucionario del sector... Algo importante, pero que obvia factores tan fundamentales como son el trabajo con las personas.

Confianza. Esta es la primera palabra que se le viene a la cabeza a Javier Samperiz, director de Franquicias de Alcampo, cuando le preguntas sobre este modelo de negocio. La multinacional lleva desde el año 2010 sumergida en el mundo de la franquicia y, precisamente, Samperiz fue el encargado de poner en marcha la maquinaria. Cuando se habla de franquicias siempre se mencionan las marcas, número de locales, beneficios o número de empleados... Además, en cualquier búsqueda en Internet sobre “las claves del éxito de una franquicia” se muestra, sobre todo, tipos de modelos, revolución del sector o capital financiero, pero muy poca gente se para a pensar en el factor humano ¿Quién está detrás de todo? Pues dentro de todo esto hay personas. “Tengo un profundo respeto por la gente que decide emprender este camino”, declaró Javier Samperiz.

Precisamente el cuidado de las personas, concretamente de aquellas que franquician, es una filosofía que marcas como Alcampo lleva a cabo e intenta transmitir: “Es muy difícil levantar la persiana a diario y generar valor añadido”, explica el experto. Con tal motivo, si al principio surgía la palabra confianza, una vez se ha puesto en marcha el negocio aparece otra palabra: “Acompañamiento”.

El perfil de una persona que franquicia un negocio es muy variado, explica Samperiz: “Hay empresarios más asentados y con más experiencia y emprendedores que deciden arriesgar y dar el salto”. Ya sea un perfil u otro, el acompañamiento diario es fundamental para que el socio franquiciado sienta que no está solo en la aventura empresarial.

Al igual que no hay un manual de instrucciones para las relaciones interpersonales, porque cada persona es un mundo, tampoco existe una fórmula exacta para un acompañamiento exitoso. Pero el concepto “familia” es otro que aparece muy a menudo en estos momentos. “En Franquicias somos un equipo de 16 personas. Somos como una gran familia y las relaciones personales son fundamentales en esto, hay que saber transmitir el mensaje de la compañía y hacer sentir a nuestros socios comerciales que ellos también forman parte de algo, así se consiguen muchas cosas”, cuenta Javier. De este modo es como se consigue gestionar a 131 franquiciados de manera exitosa.

Por tanto, el modelo de acompañamiento en el caso de Alcampo se basa en la visita, la preocupación y el aporte de ideas. “En el equipo procuramos visitar cada dos o tres semanas, mínimo, a cada franquiciado. En esas visitas le escuchamos, le ayudamos con las novedades del producto, la gestión diaria, solucionamos incidencias, etc. No es fácil, no somos una cadena de montaje, esto es una tienda que abre al cliente y cada día pasan cosas nuevas y por eso tenemos que estar ahí”.

Pero este acompañamiento no está solo en las visitas del equipo de Franquicias. Javier Samperiz cuenta que todos los franquiciados tienen el mismo sistema operativo de la compañía, pueden dirigirse a cualquier departamento y preguntar sus dudas. “Al final nosotros nos ocupamos de lo que es la parte de tienda, que es muy importante, pero ellos son parte de esto, de un proyecto muy grande e intentamos que ellos mismos se den cuenta que son una parte fundamental”.

Por tanto, y teniendo en cuenta la experiencia que transmiten desde el equipo de Franquicias de Alcampo, la clave del éxito de un modelo de franquicias atraviesa el muro de lo financiero y lo empresarial. A esa lista de claves exitosa también se tendría que añadir la confianza, dar a entender que la marca tiene un recorrido, asegurar al franquiciado que está en buenas manos y que está haciendo lo correcto. El acompañamiento es otro punto, que las personas vean que la marca cuenta con ellos y les presta su ayuda y experiencia. Todo esto confluye en un sentimiento de pertenencia que acaba por formar el concepto “familia”.