El cambio de paradigma: de instalar alarmas a invertir en ciberseguridad

Cada verano, el Ministerio del Interior, junto con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, lanzan campañas de concienciación a la ciudadanía para evitar los robos en verano. Pero resulta que en la era del 4.0, es decir, del todo digital, han aparecido otro tipo de delincuentes. Aquellos que suplantan identidades e invaden los servidores de las empresas con el único objetivo de hacer el mal. El cambio de paradigma está aquí. Antes la inversión en seguridad de una empresa pasaba por instalar una alarma y ahora aparece un nuevo concepto en su lista de inversiones: la ciberseguridad.

Los expertos ya apuntan a que el gasto total en ciberseguridad en 2023 se incremente entre un 13% y un 15% en las empresas. Según la media, esto podría suponer alrededor de 300.000 euros en el mejor de los casos. Los ciberataques ya son constantes en las empresas, pero en verano se acentúan y las empresas deben estar preparadas. La digitalización de las pequeñas y medianas empresas está a la orden del día y más ahora con la llegada de los fondos de recuperación NextGeneration de la Unión Europea que, precisamente, buscan que el tejido empresarial europeo y, por ende, español (compuesto en un 99% por pymes) entren dentro de un entorno digital para poder ser competitivas.

Las pequeñas y medianas empresas, en muchas ocasiones, no son conscientes de la necesidad de la inversión en ciberseguridad y la contratación de seguros que les garanticen una cobertura plena tras un ciberataque. Las empresas no pueden permitirse el lujo de escatimar en este gasto porque la tecnología evoluciona cada segundo y el reducir partidas en esta materia solo las dejaría más vulnerables.

El empresario debe buscarse un socio estratégico que le garantice que su compañía está en las mejores manos en el caso de algún ciberataque y que va a estar cubierto ante cualquier contratiempo que pueda suceder y que esto no implique una pérdida de servicio, de clientes y, por ende, de dinero.

Los expertos son claros y recalcan que, a priori, invertir en ciberseguridad puede parecer caro pero, a la larga, esta inversión se rentabiliza ya que, de no hacerlo, las pérdidas por un robo de identidad, una invasión del servidor o cualquier otra acción llevada a cabo por la ciberdelincuencia puede triplicar las pérdidas. Por tanto, el no invertir 300.000 euros para protegerse puede suponer perder 600.000 euros en el corto y medio plazo.

Porque sí, ninguna empresa está exenta de ser el blanco de estos malechores y un ataque cibernético puede llevarse al garete años de trabajo y esfuerzo de una persona que ha decidido emprender y llevar adelante un negocio que puede ser próspero.