La evolución del franquiciado: de la tienda a la diversificación
Hoy en día, el sistema de franquicias cuenta con gran relevancia en la economía española. Se ha convertido en uno de los motores que mejor funciona desde que llegara a nuestro país allá por los años 50 y 60. Primero con el aterrizaje de cadenas extranjeras de origen francés y posteriormente, otras procedentes de Reino Unido y Estados Unidos.
Las franquicias enseguida se popularizaron en España hasta posicionarse en la actualidad como un negocio muy rentable tanto para emprendedores como empresarios que, según la Asociación Española de Franquicias, factura en nuestro país más de 25 mil millones de euros anuales.
El sector ha ido creciendo al abrigo de ferias de franquicias repartidas por toda la geografía española, de tal manera que ha sido clave para el desarrollo económico no solo de ciudades importantes como Madrid o Barcelona. También ha permitido generar nuevas oportunidades en empresarios e inversores de localidades más pequeñas, dotando a las marcas de una capilaridad enorme en nuestro país.
Sin embargo, cabe preguntarse si el perfil del franquiciado ha sido siempre el mismo o ha evolucionado y qué se busca hoy en día en una franquicia.
Inicialmente fue una fórmula muy eficaz para el emprendimiento y el autoempleo, con personas que encontraron en las marcas un camino laboral para ser su propio jefe. Todo ello, con la seguridad de apostar por una compañía sólida, que tuviera las ideas claras y planteamientos de crecimiento de negocio. La clave siempre ha sido poder invertir en una franquicia con un modelo probado y que funciona para tener un negocio estable.
Sin tener que hacer grandes inversiones, el emprendedor ha ido confiando en las franquicias para crear su propia empresa, integrándose en conceptos de negocio puestos en marcha por las marcas y que se adecuan a su perfil de inversión. Y también, es una fórmula que ha garantizado el empleo a muchos pequeños autónomos que no han encontrado empleo por cuenta ajena.
También fue una vía exitosa para que muchas mujeres pudieran incorporarse al mercado laboral y al mismo tiempo, poder conciliar, más aún en los últimos 25 años, cuando la tasa de ocupación femenina ha empezado a experimentar un crecimiento extraordinario.
No obstante, en contextos económicos como el actual, el perfil del franquiciado ha comenzado a evolucionar y, aunque sigue siendo una salida para el autoempleo muy habitual, marcas o inversores están empezando a optar por modelos de franquicias con la vocación de expansión. Lo hacen porque este modelo reúne muchas ventajas frente a empezar de cero en un nuevo negocio, principalmente si se trata de generar tu propia marca y darla a conocer en los mercados y a los clientes. Además, son negocios con márgenes altos y una facturación importante.
En la actualidad, el inversor se implica completamente, cuenta con una actitud colaborativa porque sabe que de esta manera facilita el éxito del negocio. Pero no se queda ahí. Ahora mismo se está dando cada vez con más frecuencia, inversores que buscan negocios dispares para minimizar riesgos, además de un retorno de la inversión en cortos periodos de tiempo.
Por esa razón, la diversificación de franquicias, tanto en número de establecimientos como en sectores, se está convirtiendo en una práctica habitual entre aquellos que apuestan por este modelo para hacer crecer su propio negocio. Son perfiles de personas que han creado empresas especialistas en gestionar redes de franquicias para hacerlas prosperar, al mismo tiempo que lo hacen las marcas a las que se han asociado.
A cambio, el franquiciado recibe todo el apoyo comercial y de soporte con el respaldo de la marca. Algo que le permite llegar más fácilmente a los clientes y proyectar la imagen de la compañía y sus valores a través de su propia gestión y asesoramiento.
En este contexto, donde cada vez se apuesta más por distintos negocios franquiciados, se está produciendo, al mismo tiempo, una nueva evolución en el propio negocio de las marcas que buscan crecer junto al franquiciado. Son las marcas las que ofrecen ya varios negocios en uno para que los inversores encuentren esa diversificación sin tener que acudir a otros sectores.
Un ejemplo de ello son los servicios duales de Phone House y Fotoprix en un mismo negocio. Con este modelo, ambas marcas amplían de forma muy natural su porfolio de productos y, a su vez, el franquiciado ve cómo se incrementa el tráfico a su tienda con nuevos servicios para sus clientes.
Se trata de una nueva revolución en el modelo de franquicias que permite tener dos negocios en uno con doble rentabilidad, sin que eso suponga una doble inversión. Este dinamismo en el negocio genera una mayor fidelización entre la marca y el franquiciado, que ve cómo la marca apuesta de manera clara por su canal de franquicias y, por tanto, en su negocio.
En definitiva, si las franquicias quieren establecer una relación más cercana con los inversores para favorecer el crecimiento de la propia marca, deben ofrecerle un camino mucho más sencillo, con su conocimiento de mercado y herramientas, pero también una identidad corporativa de calidad y distintos servicios al cliente que generen una rentabilidad mayor en menos tiempo. Así, el éxito del franquiciado será el éxito de la marca.