Emprender, la fuerza que mueve la economía española

Casi tres millones de pymes. Esta es la cifra que corresponde a las pequeñas empresas dentro del tejido empresarial de nuestro país, conforme a los últimos datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Un poco más -en concreto, 3,3 millones- es el número de personas que trabajan por cuenta propia en España, según la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos. Aunque algunos de estos últimos están incluidos también en la categoría de pyme, lo cierto es que -en los últimos años- el emprendimiento está creciendo como una alternativa profesional vocacional.

La digitalización de productos y servicios, el despegue del teletrabajo; así como el avance de las nuevas tecnologías elevan las oportunidades de negocio y la diversificación de prestaciones los profesionales españoles. Los modelos de trabajo actuales no son los mismos que hace 20 años y la tendencia actual ha virado hacia un sistema de trabajo más independiente.

Dentro del sector poblacional más joven es donde la cultura del emprendimiento está tomando un carácter distinto del que tenía hace décadas. La retención de talento, relacionada con las profesiones de reciente creación y la aparición de nuevos nichos de mercado hacia un target nativo virtual -entre otros factores- ha impulsado nuevas relaciones empresariales y la facturación directa por proyectos, en vez de contratos tradicionales a jornada completa.

Este impulso está estrechamente relacionado con la eclosión del ecosistema startup: compañías de crecimiento emergente, que, en muchos casos, no necesitan una gran inversión inicial. No es de extrañar entonces que, atendiendo a los datos de Spain Startup-South Summit, la edad media de los fundadores de este tipo de compañías se sitúe en torno a los 30 años. Talento joven que Fundación Mutualidad Abogacía ha querido impulsar a través de Lab Emprendimiento Jurídico, uno de sus proyectos orientados a nuevos emprendedores.

Sin embargo, dentro de esta breve radiografía del emprendimiento nacional, conviene advertir que la brecha de género azota también a este sector. En primer lugar, sorprende que tan solo un 20% de las startups de nueva creación son iniciativa de las mujeres. Unos datos que, sin embargo, merecen una doble lectura. Aunque el porcentaje en 2022 ha aumentado en 6 puntos, frente a las cifras del año pasado, las mujeres siguen encontrando más dificultades a la hora de abrir su propio negocio. De hecho, un 74% de ellas afirma que ha recurrido al emprendimiento “por necesidad económica” y, tan solo, un 36%, “por vocación”.

La segunda barrera es la educación financiera. Según el reciente estudio La brecha de género en competencias financieras, promovido por el Observatorio del Ahorro Familiar (Fundación Mutualidad Abogacía y Fundación IE), la desigualdad está muy presente en esta materia.

Según los datos de la encuesta, tan solo tres de cada diez mujeres respondió de manera correcta a preguntas relacionadas con productos de inversión y de ahorro, frente a cinco de cada diez hombres encuestados. Las mujeres no solo tienen menos capacidad de ahorro por su situación en el mercado laboral (techo de cristal, salarios más bajos, menor reconocimiento, bajas pensiones públicas...), sino que también deben hacer frente a la desigualdad en educación financiera y de emprendimiento.

Por otro lado, también debemos tener en cuenta las barreras de acceso a la financiación, ya que los efectos económicos derivados de la pandemia y la inflación actual han provocado que los bancos y otras entidades financieras limiten el acceso a créditos a las pequeñas y medianas empresas.

Una situación que complica la creación de nuevas pymes y el desarrollo de profesionales autónomos. En concreto, hablamos de un incremento de casi del 10% del IPC, que no solo ha frenado el crecimiento de las pymes, sino que ha reducido el número de autónomos, en 10.000 menos, en tan solo tres meses.

Más allá de las persianas bajadas -por cierre-, el 70% de pymes y trabajadores por cuenta propia reconoce que obtiene “una rentabilidad menor que la de hace un año”. Una situación derivada de la subida generalizada de precios; el aumento del coste de los carburantes; y los sucesivos aumentos de impuestos y cuotas para autónomos.

Si, además, dentro de este difícil contexto, añadimos las consecuencias derivadas de la guerra entre Rusia y Ucrania -que han provocado una crisis de materias primas y suministros-, el panorama para los trabajadores por cuenta propia es todavía más complejo.

Emprender es la fuerza de nuestra economía. Y, en tiempos de crisis e incertidumbre, debe hacer frente a dos grandes retos. El primero de ellos es el desafío económico. Aunque, hoy en día, la inflación se sitúa en niveles realmente preocupantes (y hasta se empieza a hablar de la temida estanflación), el Gobierno tiene en su mano reducir algunos de los impuestos que afectan de manera directa a la rentabilidad de pymes y autónomos.

Hay que tener en cuenta, además, que España sigue siendo un destino ideal de inversores extranjeros en busca del principal tesoro para emprender: el talento.

El segundo gran reto es la conciliación real y la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Solo avanzando de la mano -Gobierno, agentes sociales y patronal- en esta materia lograremos posicionar a España en el top 10 de economías mundiales con mayor número de mujeres emprendedoras. Un ranking donde merecemos, y debemos, estar.