La ‘fintech’ acelera el salto de las pymes a cotizar en el Growth

En lo que llevamos de año, son muchas las compañías que estamos viendo atreverse a dar el salto al BME Growth. El antiguo MAB vive una intensa actividad de salidas y anuncios, lo que quizás pudiera extrañar echando un primer vistazo a un panorama macroeconómico que no pinta muy bien para los mercados: guerra, escasez de materias primas, inflación, contención de las previsiones de crecimiento, subida de tipos de interés... en definitiva, factores que prácticamente garantizarían un entorno de volatilidad en los mercados que recomendaría prudencia y contención. Sin embargo, estamos a mediados de año y ya han surgido nombres de compañías que, o bien ya han tocado la campana, o esperan hacerlo en este ejercicio. Enerside, Vytrys, Substrate AI, Seresco, Labiana, Nunsys, atSistemas... ¿Qué hay detrás de esta nutrida oleada de empresas (en su mayoría tecnológicas) que se animan a salir a bolsa? Lo cierto es que el BME Growth se ha consolidado como una adecuada fuente de financiación para pequeñas y medianas empresas en expansión. Las salidas a bolsa en este mercado se han triplicado desde 2015. Incluso en 2020, pandemia mediante, se produjeron tres salidas.

El año pasado fue de récord para este mercado (como también lo fue para el MARF). El contexto de recuperación económica tras la crisis de 2020 favoreció la incorporación de hasta 14 nuevas compañías, superando los 18.500 millones de euros de capitalización y con un aumento del 16% respecto al año anterior. De hecho, las compañías que acudieron a este mercado lograron una financiación hasta casi un 80% mayor que la de 2020. Algunas llegaron incluso a ver revalorizadas sus acciones por encima del 100%. La decisión de salir a cotizar no suele tomarse de un día para otro, por lo que buena parte del momentum actual es consecuencia del efecto arrastre de estas buenas cifras, aunque no es el único factor.

La tecnología financiera se consolida en la pyme

Una de las palancas más determinantes está siendo la irrupción de la tecnología financiera en las pymes, ya que está siendo clave para ayudarles a tomar mejores decisiones. El Fintech, hasta hace poco reservado a las grandes empresas y sus posibilidades de inversión, se ha democratizado a pasos agigantados con soluciones adaptadas a empresas medianas, que están descubriendo el potencial de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial o el big data para ganar capacidad predictiva. Por ejemplo, en lo referente al comportamiento de pagos de su cartera de deudores, o a la hora de asegurar sus operaciones a crédito con condiciones específicas por cada operación, sin necesidad de asegurar toda su cartera.

Cuando todas estas capacidades analíticas se incorporan en las empresas, se habla de compañías data-driven o conducidas por datos. En el ámbito específico de la estructura financiera, los algoritmos predictivos son cruciales en la proyección de crecimiento de su organización, así como en la provisión de necesidades financieras y retos derivados de las tensiones que genera el crecimiento.

En definitiva, la pyme que sabe explotar el Fintech es más capaz de saberse o no preparada para dar el salto a bolsa, y tiene más herramientas para una prospección razonablemente certera de cómo sus finanzas podrían reaccionar a fluctuaciones del entorno permitiendo aportar mejores proyecciones y mejor información a los potenciales accionistas. Aspecto clave para la generación de confianza de una empresa que debuta en Bolsa. Si bien las consultoras, auditoras y entidades colocadoras siguen siendo imprescindibles en cualquier proceso de ampliación de capital para salir a cotizar, es indudable que la progresiva asimilación de la tecnología por parte de los responsables financieros les está empoderando (aún más) en la toma de decisiones estratégicas en sus organizaciones.

La tensión de crecer y financiarse

Entre los mayores desafíos de nuestras pequeñas y medianas empresas está ganar dimensión. Después de adquirir cierta trayectoria y peso en sus mercados, es habitual que el crecimiento orgánico se le quede pequeño a la pyme y le empuje a un estancamiento, limitando su capacidad de internacionalizarse, implementar economías de escala o explotar sinergias en el negocio. Contar con músculo financiero significa disponer de una gasolina necesaria para dar más velocidad a operaciones de M&A e inversiones estratégicas en tecnología y reconversión de modelos de negocio o talento, que pretenden permitir un crecimiento exponencial a la expansión de la compañía. Para todo eso hace falta dinero. Si analizamos las salidas a bolsa anunciadas, el mensaje más repetido por los directivos para justificar la decisión estratégica de cotizar se refiere a la diversificación de fuentes de financiación. Este es otro indicador de madurez en la pyme: disponer de alternativas de financiación que proporcionen el músculo necesario para acometer sus necesidades de crecimiento.

El grifo de los ICO no durará para siempre, y sus plazos rara vez se adaptan a las urgencias de las empresas. Por no mencionar la vertical subida de tipos de interés que estamos viviendo en Europa. El fin de la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo ya está aquí, siguiendo la estela de la Reserva Federal de EEUU. Esto cambia radicalmente el escenario de la financiación bancaria. El 40% de las empresas españolas indican que los bancos han aumentado los tipos de interés, según datos de la encuesta SAFE (Acceso a la Financiación de las Empresas) realizada por el BCE de octubre de 2021 a marzo de 2022. Es decir, la banca habría encarecido los préstamos de casi la mitad de las empresas españolas.

Parece obvio que un ecosistema ágil y flexible debe combinar la financiación bancaria con otros instrumentos como el propio Growth, pero también alternativas de créditos rápidos que las tecnologías Fintech pueden adaptar a las circunstancias de cada pyme para optimizar condiciones e intereses de forma adaptada a las necesidades de cada operación. Las posibilidades del BME Growth y la inteligencia que proporciona el Fintech son síntomas de la madurez de nuestras pymes. Debemos alegrarnos de que nuestra pyme se haga mayor y gane en músculo financiero. Esto se traduce en un tejido empresarial más preparado y competitivo, que falta nos hace.