La productividad de las pymes se sitúa por debajo de la media europea

España acumula una pérdida de competitividad empresarial de casi 8 puntos. La productividad de la pequeña y mediana empresa está casi tres veces por debajo de una sociedad de mayor tamaño. Por detrás de nuestro país solo se encuentra Portugal

La productividad de las pymes españolas se coloca un 62% por debajo de las ventas por ocupado en las grandes empresas y por debajo de la media europea. Así, en la economía española un trabajador de una empresa con mayor tamaño vende por valor de unos 315.000 euros, mientras en una pyme lo hace por valor de 122.000 euros. Es decir, la productividad de una pyme está casi tres veces por debajo de una sociedad de mayor tamaño.

En todos los países europeos la teoría económica predice que las empresas grandes tienen un promedio de venta más elevado. En el entorno las sociedades se mueven en un rango de entre 1,3 en Reino Unido y 2,9 en Italia, donde existe la mayor diferencia de productividad. España tiene una brecha de 2,6, entre las más altas, y además es la segunda economía por la cola, únicamente por delante de Portugal. De hecho, la media de la Unión Europea (UE) presenta una brecha de productividad entre tipos de empresa de 2,3 veces.

Tener un tejido empresarial pequeño es uno de los males de la economía española, máxime frente a la media europea que superamos. Esto supone una serie de consecuencias negativas además de la menor productividad frente a las grandes sociedades. El principal derivado de productividad son los salarios promedio menores, junto a la dificultad para atraer talento, la capacidad para exportar o el propio menor desarrollo profesional.

Así, una de las soluciones que ofrece la patronal de empresarios en el seno de la negociación colectiva es vincular las subidas salariales al incremento de productividad en vez de a la inflación para evitar una espiral que retroalimente la inflación a través de los salarios. Usando este factor para medir la recuperación de poder adquisitivo se evitaría tomar como referencia la volatilidad del IPC.

De base, la tendencia negativa del desempeño productivo español prácticamente duplica a la media europea (descenso medio del 3,9%), mientras que entre las grandes economías únicamente Italia (con una caída del 7,1%) se asemeja a la pérdida de capacidad productiva del tejido español.

Cuando se analizan las ventas por ocupado en las microempresas, solo hay dos sectores con una productividad promedio mayor que la media de la UE: las Manufacturas y la Hostelería (+17% y +2%, respectivamente). En cambio, las microempresas del Comercio en España tienen ventas por ocupado que son un 11% menores que la media comunitaria, lo mismo que las de la Construcción.

Mayor es la desventaja para las microempresas españolas de los Servicios profesionales (-23%) y del Transporte (-17%)

Entre las grandes economías europeas, la española es la que peor trayectoria acumulaba hasta el año 2020, último con datos disponibles. Tomando como referencia el conjunto de las sociedades, en el trienio de 2018 a 2019 la variación de la productividad en España fue negativa, se redujo un 7,6%. La media de la UE se sitúa en el -3,9%, con Italia (-7,1%), Francia (-6,4%) y Portugal (-3,9%). Únicamente el tejido alemán (-3,6%) soportó una caída inferior a la media, mientras que la posición de España duplica al entorno.

Otras principales economías, como Alemania y Francia, también han sufrido la recesión productiva, aunque a un menor nivel que el español. El país germano protagonizó una caída del 3,6%, mientras los franceses también se acercan a las tasas españolas, aunque por debajo, con un descenso del 6,4%.

Tal y como ya explicaba elEconomista, en periodos de expansión económica la productividad comienza a desacelerarse incluso llegando a registrar tasas de crecimiento negativas, mientras que en las recesiones España suele liderar el crecimiento de la productividad en Europa. La explicación a este fenómeno reside, entre otros factores, en el mercado laboral español, uno de los más disfuncionales de los países desarrollados, con un peso elevado de la temporalidad.