Irene Esteve, emprendedora en estética dentofacial: “No veo a quien a acude a mi clínica como un cliente, son personas y, por tanto, pacientes”

Desde hace años, Irene Esteve recorre el camino de la excelencia profesional, continuamente formándose en los sectores que más ha admirado durante su carrera odontológica. Esta emprendedora se dedica especialmente a la estética dental, desde todos los ámbitos, buscando siempre los mejores resultados

¿Cómo ha sido su camino hasta llegar al lugar en el que se encuentra ahora mismo?

Yo siempre supe que iba a ayudar a la gente, lo tenía clarísimo. En el colegio siempre quise ser la mejor y llegó un momento que no sabía que iba a ser de mi vida, pero sabía que tenía que subir el nivel para poder acceder a una educación privada que en mi casa no se podían permitir. Yo no podía hacer en cualquier sitio. Todo el mundo me dijo que yo tenía que ser médico, porque funcionaba bien en todas las cosas que hacía. Cuando llegó el momento, mis notas me permitían acceder a la carrera que yo quisiese, pero lo que yo quería era ayudar a la gente lo más pronto posible, no quería esperar a hacer 6 años de medicina, más especialidad para poder empezar. En este proceso de decisión, me encontré con una persona que me dijo que si era odontóloga empezaría las prácticas en tercero. En ese momento, la odontología se convirtió en un grado aparte de la medicina y dije, “bueno, pues vamos allá”.

Soy una emprendedora, siempre he tenido la ilusión de llegar a lo más alto y, para lograr lo que una quiere, hay que hacer sacrificios. Cuando estaba ya en la universidad, mientras estaban todos mis amigos de juerga, yo me quedaba estudiando y mis profesores me preguntaban, “¿Tú qué quieres ser?” y yo les decía que iba a tener una clínica en plena ‘Milla de Oro’.

Una vez terminada la carrera, empecé a trabajar para terceros y me di cuenta de que el trabajo que se hacía en las clínicas dentales estaba muy alejado de la calidad que merecía la gente. En España los dentistas hacen muchas cosas muy mal, pero yo en ese momento no tenía dinero para comenzar con mi propio negocio al mismo tiempo que quería ser la mejor. En ese momento conocí a mi marido, que tuvo total confianza en mi. Él se había montado una pequeña clínica en el garaje de su tío en Elda. Yo trabajaba cuando él me dijo que me fuese con él porque le gustaba mi visión

Empezamos a funcionar y teníamos muchísimo trabajo porque me porté bien con las personas que necesitaban algo y no podían tenerlo. Nosotros trabajábamos los sábados, días de madrugada, etc. Empezamos ahí y me di cuenta de que teníamos tanta gente que necesitaba ayuda, que tuvimos que evolucionar y montamos nuestra primera clínica con todas mis condiciones clínicas, con el I+D que yo necesitaba. Yo no tenía dinero para eso, pero aposté por mí confiando en que esa inversión sería rentable; tras los primeros seis meses crecimos de manera espectacular.

Todos los emprendedores, cuando empiezan sufren ansiedad y se plantean si van a poder llevar a cabo lo que se proponen ¿Cómo fue para usted?

Para mí esta situación fue límite. De hecho, fue de las peores etapas, a nivel personal, de mi vida, porque se me estaba yendo de las manos. Ahí había dos opciones, seguir para adelante o morir, y yo he estado muchos meses cobrando nada, pagando a todas mis enfermeras, que yo tenía que contratar porque tenía tanto trabajo que necesitaba ayuda, pero en ese momento no llevaba dinero a casa.

¿Qué la motivo para seguir?

Que sabía que lo estaba haciendo bien, estaba creando una confianza en nuestro negocio. Era muy joven, en ese momento simplemente trabajaba para ganar la confianza del cliente. Tú tienes que ser claro con el cliente, para mí son clientes, son pacientes, son personas. Las personas que acuden a mi casa vienen porque tienen un problema, ya sea estético, ya sea por un dolor, pero yo estoy ahí para ayudarles y eso es lo que se ha perdido de la odontología en España, porque se ha convertido en un servicio más por el que hay que pagar. Solo hay que fijarse en las cadenas, que la mayoría están desapareciendo y empieza a recuperarse lo que es la artesanía pura. Y para lograr el servicio que yo he dado, todo lo que ganaba, no solo lo invertía en tener el mejor producto, sino que lo aprovechaba para seguir formándome.

Esa parte suscita mucho interés, ¿cómo ha sido su formación?

Mi primer máster, fue el máster de endodoncia y restauradora de la Universidad de Valencia, que para mí es el mejor máster que puede hacer un odontólogo, porque te muestra verdaderamente el sentido de la odontología. Ellos me enseñaron a restaurar, a proteger, a mantener todo el trabajo realizado y a ver lo bello de la sonrisa. Esto a mí me volvió loca. Tras esto, yo ya era endodoncista, y me di cuenta de que la gente pedía un poquito más, ya les había ayudado a salvar sus dientes y ahora querían verse mejor consigo mismos. Para esto, necesitaba conocimientos en ortodoncia, pero no tenía dinero para un máster.

Yo soy investigadora, o sea, tengo un montón de artículos publicados por mis profesores, catedráticos de la Universidad de Valencia, que han estado a mi lado. Con ellos he estado investigando y formándome, sé mucho de lo que hay escrito y he visto qué es lo que funciona para completar el proceso, uno se puede formar también sin necesidad de hacer un máster.

Ha logrado la ilusión de su vida, ha abierto su clínica en la Milla de Oro, en plena pandemia. ¿Qué significa esto para usted?

Esto no era solo el sueño de mi vida, porque tengo muchos sueños y mañana tendré uno nuevo. Esto era lo que sabía que iba a hacer, necesitaba que esto llegase al mundo. Yo ya tenía y tengo muchos pacientes que confiaron en mí y que iban hasta Alicante a que les atendiese; pero me di cuenta de que necesitaba tener un sitio aquí, y yo quería que fuese aquí, para mí crear esto ha sido ver logrado lo que llevo toda mi vida persiguiendo. Esto va más allá de tener un local, esto me otorga una posición para que la gente pueda entender hacia dónde voy, porque yo estoy empezando.

¿Cree que una emprendedora como usted puede conseguir en España ver cumplidas sus ilusiones?

Todo el mundo puede conseguir lo que quiere si lo cree y si se esfuerza. Llegar a donde yo me encuentro ahora cuesta muchísimo, hay que luchar cada día. A mí me pilló Filomena, con el Covid se me pusieron mal los cinco obreros, pero yo sabía que esto iba a salir adelante y es mucho más lo que yo espero de esta clínica, porque es una pasada cómo la gente reacciona a todo esto que he montado. Por eso creo que si crees y te esfuerzas en lograr lo que te propones, puedes llegar a donde tú quieras.

Mujer joven, emprendedora, madre ¿Qué te falta en la vida?

No me falta nada, pero cada día quiero más. Cada día quiero superarme, sino es aburrida la vida. Para lo que yo vivo es para ayudar a las personas, entonces ya no se trata de la ambición o de dinero; es otra historia. Soy madre y he sacrificado mucho respecto a mi hijo, eso no lo puedo cambiar y no lo pienso cambiar, no cambiaría por nada el proceso.

Soy una mujer formada, una mujer que lo ha hecho todo por conseguir lo que tiene ahora y mi hijo me lo agradecerá el día de mañana. Entonces, la cuestión no es lo que me falta, que me falta muchísimo, me falta todo por delante.

Has comentado que tu marido siempre ha sido un apoyo para ti, ¿Qué significa él en todo este proceso que estas desarrollando durante estos años?

Yo no entiendo el hombre y la mujer, yo entiendo mi equipo, y mi equipo es mi marido. Mi marido es mi compañero; el que ha creído en mí en los momentos malos, cuando creíamos que se iba todo por la borda y él ha creído en mí y ha seguido a mi lado. Si él no hubiera seguido a mí lado, me hubiera costado muchísimo, no solo porque compartamos el negocio, sino porque al final lo que necesitas es un amigo a tu lado y no es cosa de que sea un hombre o una mujer, es que sea un compañero.