Apoyo y formación, llaves maestras de la sostenibilidad del ecosistema emprendedor

Educar en emprendimiento supone educar en capacidades y actitudes fundamentales para el éxito en la vida. Se trata de potenciar la capacidad de afrontar la realidad, sus problemas y retos como oportunidades de forma que devenga natural darle solución.

Esto es lo que ha venido ocurriendo en el mundo con las mayores invenciones. Pongamos por ejemplo la rueda, alguien identificó el transporte como algo mejorable y diseño un artilugio que, a partir de entonces, revolucionaría la manera de moverse y transportarlas cosas. ¿Qué pasa por la cabeza de alguien que, no conociendo lo que es la rueda, es capaz de imaginar, diseñar, experimentar y después mejorar este objeto? ¿Qué nivel de certeza debe de tener esta persona de que con su esfuerzo va a ser capaz de conseguir un resultado positivo? ¿Cuántos prototipos y estructuras debió de probar para conseguir alguna que funcionara finalmente? Y por último ¿cuántas mejoras después de conseguir el primer resultado realizó para que el resultado fuera suficientemente satisfactorio? A partir de ese momento, la rueda no ha dejado de ser objeto de mejora hasta nuestros días. Pues es así de sencillo: estas son las capacidades a desarrollar en los jóvenes emprendedores.

Existe un debate entre si la educación debe estar basada en conocimiento o en experiencia. Parece evidente que el conocimiento que la humanidad ha ido adquiriendo a lo largo de estos siglos de historia no va a surgir espontáneamente a través de la experimentación de unos jóvenes, por muy inspirados y estimulados que estén. Hace poco escuché a un profesor explicando que el cálculo infinitesimal no se le puede ocurrir espontáneamente y a través de la experimentación a un alumno que curse la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en nuestro país.

Es una evidencia que la cultura actual se ha forjado aprendiendo sobre los conceptos y logros de generaciones anteriores, pero también es verdad que hace falta un grado de experimentación para la aplicación práctica de estos conceptos. La neurociencia ha descubierto cómo se registran nueva ideas o conceptos en el cerebro. Las ideas se fijan a través de nuevas conexiones entre neuronas existentes y, por lo tanto, podemos confirmar que la adquisición de conocimientos nuevos se apoya en los previos. De la misma manera, la creatividad, y después la innovación, requiere de una formación anterior para construir conocimiento nuevo. A conocimientos más complejos ideas más elaboradas. Por ello el conocimiento ha de ser la base. Pero no debemos dejar de lado su aplicación ya que la utilidad del conocimiento responde a la solución de problemas reales. Por ello, desarrollar en los jóvenes el sentido de competencia, el sentido de responsabilidad y de oportunidad en la resolución de los problemas actuales es esencial.

De la misma manera que quien inventó la rueda iteró su invento hasta conseguir el movimiento con menos esfuerzo, de esa manera nuestros jóvenes deben tener la certeza de que están capacitados y tienen la oportunidad de imaginar y lograr un mundo mejor para todos. El desarrollo de la imaginación, la creatividad, la innovación, finalmente, la experimentación de todo ello, ha de estar también en el centro de la educación.

La tecnología y los emprendedores están en el foco en relación con la innovación y el emprendimiento. Son los que crean nuevos modelos de negocio con crecimiento exponencial. Mark Zuckelberg, Steve Jobs o Bill Gates son algunos iconos del emprendimiento tecnológico. Sin embargo, también es especialmente relevante desarrollar estas capacidades en el ámbito jurídico. Los abogados son los encargados de idear, formular, defender y hacer cumplir las normas de convivencia que nos hemos ido desarrollando en nuestra civilización.

A veces, algunas de estas funciones son lentas, se ven cuestionadas por los avances tecnológicos, están influidas y distorsionadas (por ejemplo, por las nuevas formas de comunicación) o necesitan desarrollo en nuevos campos donde antes no existían, como por ejemplo la inteligencia artificial o la biotecnología.

Es preciso que nuestros juristas también desarrollen esta capacidad de experimentar los problemas como oportunidades, de potenciar la creatividad e imaginar nuevas reglas de convivencia para determinados aspectos que no están cumpliendo su función o que simplemente no están reguladas.

Es esencial que nuestros juristas desarrollen ese sentido de competencia, que se vean con la posibilidad y la oportunidad de dar solución a los problemas de la sociedad. Por ello desde la Fundación Mutualidad de la Abogacía hemos desarrollado el Lab de emprendimiento Jurídico, un programa de impulso a los emprendedores donde formamos a los abogados a través de experiencias reales para poner al cliente en el centro, a imaginar con creatividad nuevas soluciones, a innovar, a trabajar en equipo, y a diseñar nuevas soluciones que el sector necesita para su sostenibilidad e innovación.

Con un cuidado calendario de formaciones en formato executive y de la mano de mentores expertos, los emprendedores dan forma a los proyectos empresariales. En esta segunda edición acompañamos a 100 abogados seleccionados de entre los inscritos de todo el mundo de habla española a adquirir experiencias esenciales y conocimientos fundamentales en el ámbito emprendedor que les ayuden a constituir sus proyectos desarrollando estas capacidades y generando un impacto muy positivo en el ejercicio de la práctica jurídica y en sus relaciones profesionales en el futuro.

El ecosistema emprendedor es fundamental en el tejido empresarial español y el apoyo y formación de los emprendedores son la llave maestra con la que conseguir un impulso que garantice su sostenibilidad. Es la herramienta esencial con la que conseguir una innovación que lleve a sector como el jurídico a su adaptación e integración en los nuevos tiempos.