Transparencia, empatía y comprensión, los valores clave entre el inversor y la ‘startup’

En cuestión de días pasamos a hablar de una crisis localizada en China a una crisis globalizada de gran magnitud, que afecta a prácticamente todo el planeta; y de una crisis principalmente sanitaria a una crisis financiera y social.

En cuestión de semanas los gobiernos de todo el mundo han reaccionado tomando diferentes tipos de medidas, con el objetivo de intentar paliar las consecuencias económicas y sociales que la pandemia está provocando entre la población y también entre las empresas. A día de hoy, muchas son las predicciones y teorías de lo que pasará ‘cuando volvamos a la normalidad’, pero pocas las certezas que podamos encontrar. Aun así, una de las cosas que sí es posible confirmar es que se ha demostrado una vez más que las crisis son grandes oportunidades; y en el caso de la desencadenada por el Covid-19 ha sido un gran catalizador y acelerador de uno de los mayores cambios que estamos viviendo en este siglo: la digitalización.

Digitalización en entornos laborales, educativos y sanitarios, incluso de las propias relaciones sociales. Desde luego, el ritmo de la aceleración digital va a variar entre industrias, compañías y países, pero está claro que estamos en medio de una gran transformación.

En concreto, la digitalización en el ecosistema startup ya era una realidad, así que el mayor reto para la comunidad en esta crisis no es cómo transformarse digitalmente sino cómo adaptar sus planes a la situación, seguir levantando capital, retener el talento entre sus filas o cómo sacar el máximo -y alargar- del dinero obtenido en la previa ronda de financiación que hubieran cerrado en los últimos meses para seguir con vida.

Es un momento complejo para todas las compañías, pero no por eso imposible de superar. Incluso puede ser una oportunidad y un momento donde muchas empresas salgan reforzadas. Las startups están y deberían seguir trabajando en tres principales ejes para vencer el momento: (i) proteger al equipo, al final son las personas que aportan valor a la empresa, con lo cual es importante que los empleados se sientan protegidos de algún modo, (ii) proteger a los clientes y proveedores y sobre todo (iii) priorizar maximizar la caja disponible.

El proverbio “Cash is king” toma mucho más sentido estos días. En general, recomendamos a los emprendedores y directivos que se sea transparente -tanto con los empleados como con los inversores-, que se afronte lo que viene de cara y con total franqueza, organizando bien el teletrabajo y motivando a los integrantes de la organización a través de la empatía, el positivismo y el optimismo.

Actualmente se están registrando un menor número de inversores si se compara con la situación vivida en el año 2019. Desde el principio del confinamiento en Europa y en el mundo, los inversores están abiertos a nuevas oportunidades, pero no están actuando con normalidad o business as usual. Los procesos se han ralentizado, y una gran parte de los fondos se centran primero en las empresas participadas de su portfolio antes de mirar otras oportunidades que pueda haber disponibles en el mercado, un modo de comportarse que actualmente tiene todo el sentido.

Aun así, en los próximos meses, cuando acabe esta fase de confinamiento, la economía se debería reactivar con normalidad. Esta activación será gradual, pero los mercados apuntan a que se volverá a la situación y escenario similar que teníamos antes de que llegara a nuestras vidas el coronavirus. Si lo comparamos con las crisis anteriores, como la burbuja de internet a principios de siglo o la crisis financiera de 2008, los mercados acaban recuperándose rápido. Lo que sí identificamos en todas las crisis es la racionalización de las valoraciones, es una época en que la ética y valores de inversores se ponen en valor: priorizamos invertir y que las startups puedan seguir cerrando rondas de financiación, desde la empatía y la comprensión.

El apoyo de los gobiernos y entidades públicas es vital en estos momentos. Un claro referente en las medidas tomadas es Francia, donde acabamos de firmar la Carta France Digitale, donde con más de 150 fondos de inversión nos comprometemos a seguir apoyando a los emprendedores invirtiendo. Básicamente, el acuerdo implica no aprovecharse de esta crisis para comportarse de manera inhabitual con los emprendedores -mantener las ofertas que se hicieron antes de la crisis, proponer valoraciones razonables, apoyar al máximo posible las compañías participadas con las que se cuenta en el portfolio, poner a la disposición de nuestras participadas herramientas y competencias para que puedan desarrollar una buena gestión del negocio, favorecer modelos de negocio que tienen un impacto positivo tanto para la sociedad como para el medio ambiente, etc.-. También se pide a las startups que no se aprovechen de las medidas aprobadas por el Gobierno para despedir a trabajadores, sino que se comprometan a cuidarles en este periodo de incertidumbre.

Nuestro posicionamiento desde OneRagtime es claro: seguir invirtiendo en modelos resistentes a ese tipo de crisis como lo hemos hecho en el pasado -entretenimiento, educación, salud, ciberseguridad- y en emprendedores resilientes que se adaptan frente a las imposiciones que dictan la crisis; recordar que varios modelos de éxito se han creado durante las crisis como Uber, Slack o Whatsapp.

También vamos a seguir ayudando al ecosistema emprendedor a crecer y superar esta crisis -y las dificultades que vayan apareciendo- juntos. A través de nuestra comunidad de inversores, nuestra red e inteligencia colectiva, hay unanimidad: tenemos que impulsar el sistema invirtiendo, seguir apoyando a las startups, y favorecer la innovación de impacto positivo para mejorar nuestro mundo y nuestra vida.