Darwinismo empresarial con el Covid-19

La crisis económica a la que nos vemos abocados no encuentra sus raíces en las bases estructurales de la economía, sino que procede de razones exógenas: la crisis sanitaria. Además, aunque también por ello mismo, se ha manifestado súbitamente. Pensábamos que, de alguna manera, habíamos aprendido la dura lección de la Gran Recesión, la crisis financiera iniciada en 2007. Sin embargo, nos vemos completamente invadidos por un nuevo e inesperado actor que ha dado al traste con todo, también con cualquier buena gestión empresarial que se estuviera llevando a cabo.

Por consiguiente, el empresario no debe ahora pensar en que es lo que se ha hecho mal para llegar a esta situación, totalmente impredecible, ni tampoco descansar cualquier previsión de futuro en las aventuradas predicciones económicas ya disponibles y de las que, en mi opinión, al tratarse de una situación completamente inédita, no disponemos de registros previos para realizar ninguna estimación plausible de futuro. Al empresario nadie le sacará del atolladero, debe reaccionar. Los estamentos públicos y sociales deben establecer un marco de facilidades para la recuperación, pero cada empresa debe liderar su propia recuperación.

Las empresas se encuentran con la obligación de reaccionar ante el nuevo escenario. Si trasladamos las tesis de Darwin a las empresas podremos afirmar que no sobrevivirán a la crisis las más fuertes o las más inteligentes -llamémosle “talento”-, sino aquellas que mejor se adapten al cambio, a este cambio súbito. Paralelamente al desastre que dejará la Covid-19 a su paso, van a presentarse nuevas oportunidades de negocio que podrán ser aprovechadas para quienes estén en mejores condiciones para hacerlo: en primer lugar, porque hayan hecho los deberes y hayan solucionado sus necesidades de financiación con abundantes excedentes de tesorería y, en segundo lugar, porque, si este es el caso, dispondrán de la calma y serenidad suficientes para poder dedicar el tiempo necesario a intentar aprovecharlas. Adquiere suma importancia en este escenario reaccionar gestionando ávidamente el corto plazo, pero sin perder de vista la estrategia a medio y largo plazo. Para ello propongo algunas medidas:

1. Acaparar cuanta mayor liquidez en la caja nos sea posible, hasta que nos salga por las orejas. Debemos aprovechar las medidas de apoyo financiero promovidas por el Gobierno ahora que están disponibles. En condiciones ortodoxas, antes de proceder a una solicitud, cuantificaríamos nuestras necesidades. Hoy, primero debemos intentar conseguir cuánto podamos obtener. En mi opinión debemos solicitar entre dos y tres veces las necesidades calculadas para el presente. Disponer de una liquidez que, si el futuro resulta favorable no será utilizada, equivale a disponer de una póliza de seguro sin siniestralidad y con el único coste asociado de su prima, es decir los intereses transcurridos.

2. Gestionar la tesorería semana a semana. Indudablemente se producirán gran número de incidencias en los cobros, dependiendo del sector y de la fortaleza de nuestros clientes. Nos veremos obligados también a modular los pagos de acuerdo con nuestras disponibilidades. Toma importancia realizar un análisis de riesgo de cada uno de nuestros clientes y cerciorarnos de no habernos excedido de los límites de riesgo asegurados.

3. Reconsiderar todas y cada una de las partidas de gasto, especialmente las estructurales. Podemos distinguir aquellas asociadas al uso en el tiempo de las del consumo periódico. Los costes por consumos se han adaptado por sí mismos, pero los tramos fijos en determinados contratos, así como los contratos exclusivamente asociados al uso, deben ser renegociados. El paradigma se halla en los alquileres. Debemos anticipar a hoy la probable caída de precios en las rentas de forma que nos aligere la presión cuando más resulta necesario. Muchos arrendatarios están abiertos a la flexibilidad porque saben que también hoy quieren garantizar un arrendatario en sus locales.

4. Para una buena toma de decisiones a corto plazo, debemos rehacer las previsiones de actividad con una proyección máxima de un trimestre. Estas deberán asimismo ser reelaboradas cada mes con la incorporación de nuevas informaciones de evolución económica que permitan reorientar periódicamente nuestros esfuerzos.

5. Estar atentos a las oportunidades. En primer lugar, en nuestro propio sector. No todas las empresas habrán reaccionado adecuadamente y se hallarán en situación de debilidad. Algunas empresas, si desean sobrevivir, deberán estar abiertas a fusiones y adquisiciones. Por otro lado, encontraremos oportunidades de inversión en la diversificación. En ese caso habrá que ser extremadamente cautos. Será tiempo de nuevas oportunidades, pero tampoco hay que tomar riesgos innecesarios metiéndonos en lugares inhóspitos.

Ahora más que nunca es cuando se pone de manifiesto la necesidad de liderazgo del empresario y del directivo, con exceso de talento, poniendo de manifiesto la afirmación de Einstein: “En momentos de crisis, la imaginación es más importante que el conocimiento”.