El jefe tóxico está en mi casa

Muchos trabajadores se vieron aliviados cuando pensaron que la posibilidad, o la obligatoriedad del teletrabajo, supondría alejarse, en su día a día, de ese jefe tóxico que, aunque cada día es menos habitual, siempre está presente en alguna empresa. Jefes que aceptan que la mala educación, la antipatía, la exigencia en exceso, la frialdad o el control absoluto son la base de la buena dirección de equipos.

Para la desgracia de todos los que tienen un jefe así, el teletrabajo no ha supuesto una liberación, sino todo lo contrario. Su situación puede ser incluso peor cuando la actitud de estas personas se traslada de la oficina a un entorno tan privado como es el hogar. Cada vez estos jefes son menos, pero sigue habiendo mucho jefe equivocado.

La principal consecuencia es que, en lugar de ser nuestra casa un entorno para el descanso y la desconexión, se convierte en un espacio que acoge, inevitablemente, todos nuestros problemas laborales. No es que te lleves el estrés de la oficina a casa, es que se presenta allí y entra sin preguntar.

Pero, ¿cómo se comportan en la distancia los jefes tóxicos? Son personas que han decidido liderar pensando en que es necesario estar constantemente encima de los miembros de su equipo, intentando justificar que, a pesar de la distancia, él o ella está presente. Con llamadas o emails de control o la planificación, incluso diaria, de reuniones para que cada uno explique en qué punto se encuentran sus tareas.

Sin darse cuenta de la excesiva pérdida de tiempo que esto supone, sobre todo cuando el trabajador tiene que explicar una y otra vez lo mismo, y esperar a que sus compañeros cuenten lo suyo, en lugar de centrarse en las tareas que tiene que sacar adelante.

Y es que un gran indicador de un jefe tóxico, en estos momentos, es la desconfianza. Desconfianza que siempre ha estado presente, ya que piensan que ellos harían el trabajo mejor que nadie, pero que ahora con la distancia se agrava.

Además, estas son personas que no entienden que, aunque estén trabajando en casa, existe un horario. Los jefes de este tipo aún consideran que es mejor trabajador el que pasa más horas delante de la pantalla, en lugar del que hace su trabajo de la manera más efectiva. Por ello considera que es normal, las llamadas o el control a deshoras, en fin de semana, etc., con la excusa de que es “tan buen líder” que es incapaz de desconectar de su vida laboral.

Cuando estos comportamientos no son una excepción, sino que se han convertido en el comportamiento habitual de un superior, hay algunas estrategias para poder sobrellevar la situación lo mejor posible. Recomendaciones que sobre todo implican la distancia mental, como por ejemplo estas que se indican a continuación.

Establece una línea que no vas a tolerar. Por descontado que no se pueden tolerar ni los gritos, ni los insultos, ni los malos modos, ya sea en la oficina o desde casa. Tampoco toleres que diariamente, recibas correos electrónicos, o llamadas fuera del horario laboral, sobre todo cuando no están justificadas. Para eso, lo más recomendable es apagar el teléfono y el ordenador al finalizar tu jornada. No lo enciendas el fin de semana, aunque tengas la tentación de saber si ha pasado algo en el trabajo.

En reuniones o llamadas no te involucres mucho en las conversaciones cuando no se hable estrictamente de trabajo. Cuando si estén justificadas, intenta ser claro, rápido y concreto explicando qué tareas estás llevando a cabo, y trata de no dar opción a que te entretengan más de lo necesario, entrando en otros temas que no te corresponden.

Si te lo puedes permitir, deja un espacio de tu casa que sea exclusivo para trabajar, ya sea una habitación habilitada a modo de despacho o un rincón de cualquier otra estancia que esté adaptado para trabajar. Una vez que la jornada se haya terminado cierra la puerta. Se trata de dejar allí los problemas o el mal humor generados en el trabajo. Si no es posible, guarda el teléfono, el portátil que estés usando, aleja los elementos de trabajo de tu campo visual cuando no estés trabajando, para no volver inconscientemente a la oficina, mientras te relajas, estás con tu familia, etc.

Realiza tu horario y tu trabajo, se firme defendiendo tu labor, pero no busques el enfrentamiento directo ni intentes que cambie su actitud. Las personas a las que el poder les hace groseras, impertinentes o altivas solo dejarán de tener esa actitud cuando pierdan ese poder. El enfrentamiento directo con esa persona solo servirá para que pierdas más tiempo o que incluso te genere una ansiedad a la que no puedas dejar de darle vueltas, ni durante la jornada laboral, ni posteriormente.

Ya sea en casa o en la oficina, trabaja tu autoestima, no dejes que te entren las dudas en lo referente a tu valía profesional. Normalmente los buenos profesionales con una autoestima sólida, están menos expuestos a las actitudes de este tipo de jefes, que prefieren atacar al más débil para seguir haciéndoles sentirse más pequeños.

Recuerda que como trabajador tienes derecho a tener un buen jefe. Si tu jefe te intoxica, busca otro lugar, dentro o fuera de la empresa en la que estás trabajando. No te conformes porque acabarás pagando un precio enorme tanto a nivel físico como emocionalmente.

En lo que buscas otro lugar para trabajar, no pierdas la perspectiva ni el sentido del humor. Considéralo como lo que es, una persona equivocada, con problemas de autogestión personal, que está asustado y, a pesar de lo que te pueda parecer, tiene un poder limitado sobre ti.