El hidrógeno y el amoniaco, complementarios en la descarbonización

Hace poco más de un año, la UE estableció, en el marco del plan RePowerEU, el objetivo de alcanzar un consumo de 20 millones de toneladas de hidrógeno renovable en 2030, como forma de avanzar hacia la autonomía energética y la descarbonización.

Desde entonces, se han dado pasos trascendentales para hacerlo posible. Recientemente, el corredor H2Med, con sus dos conexiones internacionales, y el Spanish Hydrogen Backbone que lo soporta, proyectos promovidos por Enagás (el primero en colaboración con nuestros TSO vecinos: Teréga, GRT Gaz y REN), han recibido ya una primera valoración positiva en Europa para adquirir la calificación como proyectos de interés común europeo (PCI). De este modo, se abre la puerta a que España, además de atender su demanda interna, pueda exportar a Alemania y otros grandes consumidores industriales de Europa, hasta 2 millones de toneladas al año de hidrógeno verde, el 10 % de todo el consumo previsto en el continente para 2030.

En estas últimas semanas hemos conocido otras iniciativas muy relevantes para que España juegue un papel protagonista en la economía europea del hidrógeno. Compañías españolas de primer nivel han anunciado planes de inversión para la construcción de grandes plantas de producción de amoniaco verde en Andalucía. El amoniaco, NH3, incorpora tres átomos de hidrógeno en su molécula y es un gas que se licúa con facilidad, siendo fácilmente transportable por barco, siempre que se cuente con el expertise técnico para hacerlo de un modo seguro, como ya ocurre a gran escala en todo el mundo, y es el caso de las grandes empresas españolas que he mencionado.

Por tanto, el amoniaco es un importante portador de hidrógeno, especialmente idóneo cuando la molécula de amoniaco es el insumo final, en procesos actuales como la fabricación de fertilizantes o en usos futuros, como los combustibles de transporte marítimo. Sin embargo, lo que no resulta sencillo ni eficiente, es utilizar el amoniaco como vector para volver a producir, por craqueo posterior, moléculas de hidrógeno. Existe un amplio consenso sobre el alto coste económico y energético de este proceso de ida y vuelta. Mientras que el coste del transporte del hidrógeno por hidroducto se sitúa aproximadamente en 0,2 €/kg H2, el del amoniaco supera los 0,7 €/kg H2, si se va a utilizar como hidrógeno en destino. Si se necesita NH3, puede transportarse NH3. Pero si se necesita H2, lo más eficiente es que se transporte H2 gaseoso.

Por tanto, el H2 gaseoso, transportado por hidroducto, y el NH3, apto para ser transportado por barco, en forma líquida, serán plenamente complementarios, sin descartar otros vectores energéticos que incorporen hidrógeno renovable en su molécula, como los combustibles sintéticos o e-fuels, el e-GNL, o el metanol renovable. Por esa razón, estamos llevando a cabo un análisis de cómo nuestras infraestructuras en los puertos pueden adaptarse para estos nuevos vectores.

Poniendo números a esta complementariedad, Enagás estima, como anunciamos en nuestro Día del Hidrógeno, que en 2030 España, junto con la aportación de Portugal, tendrá capacidad de producción de hidrógeno verde para atender 1,3 millones de toneladas de demanda interna, 2 millones de toneladas de exportación por el H2Med, y 0,45 millones de toneladas de exportación por transporte marítimo desde nuestros puertos en forma de portadores como el NH3. Dada la diferencia de pesos moleculares, esos 0,45 millones de toneladas de hidrógeno equivalen a 2,7 millones de toneladas de amoniaco, una cantidad muy superior a la que representan los proyectos ya anunciados.

Es decir, tal y como ha señalado acertadamente el CEO de Cepsa, el corredor marítimo de transporte de amoniaco a Rótterdam y el H2Med para transportar H2 gaseoso a Alemania son dos mecanismos que encajan perfectamente, de forma complementaria, en el propósito de atender las necesidades de descarbonización de España y Europa con recursos energéticos autóctonos y competitivos.

Paso a paso, con el impulso de Europa y el marco de apoyo puesto a punto por el Gobierno de España y otros Estados miembros, el hidrógeno acelera el paso para pasar de las palabras a los hechos. Aún hay un ingente trabajo tecnológico, regulatorio, financiero y de infraestructuras por hacer. La buena noticia es que estamos todos poniendo nuestros mejores recursos para ello.