Soluciones de Automatización Inteligente para el sector eléctrico

Existe una necesidad de generar energía de forma sostenible, tal y como se desprende de las conclusiones de la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. La transición de los combustibles fósiles a la energética sostenible tendrá que gestionarse cuidadosamente y las implicaciones para la industria eléctrica son enormes. Por lo pronto, los elevados precios de las materias primas están afectando a los proveedores de todo el mundo: muchos han quebrado y miles de clientes se han cambiado de compañía. Los proveedores mejor establecidos tienen que integrar miles de nuevos clientes de manera urgente; es una situación que genera una enorme presión tanto para el personal como para los sistemas.

Trabajar con sistemas informáticos heredados significa que la información utilizada está guardada en diferentes plataformas, con los empleados actuando de “interfaz”. Esto crea fricciones en todos los procesos, como, por ejemplo, los cambios de dirección postal o la facturación.

A esto se une que el sector eléctrico está lidiando con una creciente escasez de talento y con infraestructuras envejecidas, lo que contrasta con la calidad del servicio como elemento clave para ganar cuota de mercado y evitar fugas de clientes. Dada la necesidad de ofrecer valor a los accionistas, de cumplir con las exigencias regulatorias y de mantener a los clientes satisfechos, ¿cómo pueden las empresas eléctricas adaptar sus procesos?

La implementación de la automatización inteligente (AI) y de la inteligencia artificial (IA) busca transformar la forma en que opera el sector eléctrico. Concretamente, existen áreas donde estas tecnologías pueden aportar grandes beneficios.

Experiencia del cliente: Una avalancha de valoraciones negativas de los clientes podrían tener un impacto nefasto para una empresa y, potencialmente, generar multas millonarias por los organismos de supervisión. La integración de los datos del CRM y de facturación ayuda al servicio al cliente a no tener que lidiar con múltiples fuentes de datos. Los trabajadores digitales reúnen los datos de los clientes para presentarlos en una sola pantalla e interactuar con los sistemas subyacentes.

Infraestructura heredada: La capacidad de unir sistemas antiguos es crucial, ya que extraer información para integrar en una plataforma moderna sigue siendo una tarea de “cortar y pegar” realizada por personas. En estos casos, hay un gran potencial de optimización para mejorar la eficiencia del equipo de atención al cliente y despejar su agenda; dispondría de más tiempo para conversaciones empáticas con los clientes.

Informes medioambientales: Alineados con la agenda climática, permiten contrastar el rendimiento con los objetivos de contaminación del marco legislativo. Aquí, los procesos automatizados pueden gestionar el seguimiento, generar respuestas al instante y elaborar informes precisos.

Sistemas inteligentes: Los requisitos para instalar sistemas inteligentes en los estados de la Unión Europea añaden una capa extra de complejidad. Cada proveedor de energía tiene un objetivo que debe cumplir, bien por su cuenta, o vía subcontratación. La interacción entre los sistemas de los proveedores de energía y del instalador es muy compleja; conlleva una serie de rompecabezas de duplicación y acceso que la automatización puede ayudar a resolver.

Mantenimiento optimizado de las instalaciones: El envejecimiento de las infraestructuras de generación y distribución de energía es uno de los mayores retos para las compañías eléctricas en los países desarrollados. Tiene un enorme impacto en la capacidad para proporcionar un suministro fiable, rentable y adaptable a las necesidades del futuro. En algunos casos, estos proveedores se apoyan en equipos de más de 30 años de antigüedad.

Sensores instalados en los grandes equipos pueden canalizar los datos recogidos a un sistema de control de supervisión y adquisición de datos (SCADA), donde plataformas de AI, IA e IoT ayudan a determinar la probabilidad de un error. También, pueden programar servicios específicos para prevenir fallos, como la intervención de un técnico “in situ”. Esto prolonga la vida útil del equipamiento, ahorra costes y aumenta la eficiencia.

¿Por qué hay reticencias a la hora de adoptar estas tecnologías? Los obstáculos tienden a ser más culturales que tecnológicos, o incluso presupuestarios. Imponer un enfoque global es crucial: suelen ser las iniciativas estratégicas las que producen los mejores resultados. Y la transformación ha de involucrar a todos los equipos, directivos incluidos.

Por otra parte, hay empresas o personas que temen la pérdida de control a la hora de transferir determinadas tareas a los robots. Lo cierto es que un trabajador digital puede operar las 24 horas del día, los 365 días del año, con mayores niveles de productividad, precisión, seguridad y velocidad que sus homólogos humanos, permitiendo a estos últimos dedicarse a las tareas que aportan valor a su línea de negocio o empresa.

El sector eléctrico ha recorrido un largo camino desde que se inauguraron las primeras centrales eléctricas en 1882. Los retos relacionados con el cambio climático, el envejecimiento de las infraestructuras y los sistemas heredados nos llevan ahora a un punto de inflexión: es hora de empezar a hacer las cosas de otra forma y eso incluye la adopción de plataformas tecnológicas inteligentes construidas en torno a la IA y la AI.