Generación distribuida, ‘prosumer’ y PPA, claves en la transición energética

Llevamos años ya avanzando en la transición hacia un “nuevo modelo energético” más limpio y renovable, más distribuido -muchos activos de generación repartidos por la geografía y cerca del consumo-, más participativo -gracias a la figura de prosumer, consumidor de energía que también es generador, gracias al autoconsumo y otras tecnologías- y más digital -gracias a las nuevas tendencias tecnológicas como el blockchain-.

Una transición energética que ha entrado en los últimos meses en fase de aceleración debido a factores como el alza en los precios de la energía y a la necesidad de garantizar la seguridad de suministro. Esta situación se traduce en el surgimiento de multitud de iniciativas para tratar de solucionar estos dos grandes problemas en la Unión Europea, donde dependemos en gran medida del gas y otros hidrocarburos procedentes de Rusia.

Otro catalizador de esta transición es la lucha contra el cambio climático, cuyo avance no se detiene, y parece que los esfuerzos por frenarlo están siendo insuficientes. Precisamente, en este mes de noviembre se está celebrando en Egipto la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), para tratar de definir más medidas concretas y objetivos vinculantes en el proceso de descarbonización.

Finalmente, otro driver importante que empuja el avance de dicha transición energética son los propios ciudadanos, que cada vez valoran más el concepto de “sostenible” a la hora de elegir los productos y servicios que compran.

La transición energética es un proceso necesario que ha de estar bien diseñado por los diferentes Gobiernos, pues de ello depende de que el camino a recorrer se haga de forma ordenada y que el destino al que lleguemos sea el correcto. Y con correcto me refiero a que realmente haya un cambio que beneficie a los ciudadanos, las empresas y al planeta.

De entre todos los cambios que nos deparará este proceso, me gustaría destacar tres: la “generación distribuida”, la nueva figura de “prosumer” y los PPA (Power Purchase Agreement, por sus siglas en inglés).

La “generación distribuida” consiste en producir energía por medio de muchas pequeñas instalaciones ubicadas cerca del punto de consumo. Con las tecnologías tradicionales no era posible dada la existencia de enormes economías de escala en las centrales de carbón, ciclos combinados, centrales nucleares o hidroeléctricas.

Ahora bien, con la llegada desde hace unos años de tecnologías disruptivas, limpias y competitivas en precio, como son algunas renovables, la unidad mínima viable de generación de energía ha pasados de cientos de millones de watios a centenas de vatios. Las ventajas de este modelo son múltiples: menor impacto ambiental, al estar la generación en o alrededor de zonas urbanas e industriales, en lugar de en una zona agrícola y/o de alto valor ambiental, o por necesitar menos líneas y subestaciones para su transporte y distribución; ahorro de costes en inversión y mantenimiento de la infraestructura de transporte y distribución, una parte no menor del precio de la energía que pagan hogares y empresas, y en pérdidas en la red, que son de hasta un 10% de la energía total generada; y mayor impacto en la economía, con un aumento de la creación de empleo y la competitividad mediante una menor concentración del mercado en grandes empresas.

En lo que respecta al término “prosumer”, éste hace alusión a un consumidor de energía que, además, la genera, algo hasta hace poco impensable. ¿Qué consumidor iba a poder tener una planta térmica de carbón, un ciclo combinado o una central nuclear para generar su propia energía? Como ya se ha comentado anteriormente, con el avance tecnológico ahora cualquier consumidor puede generar su propia energía. Por ejemplo, cualquier ciudadano o empresa puede tener una instalación solar con una inversión desde unos pocos miles de euros, ya sea de autoconsumo, si la generación está en el mismo lugar que el consumo, o de “autogeneración”, si están en lugares diferentes. El consumidor debe de estar en el centro del nuevo modelo energético, ser un actor protagonista y activo, no solo pasivo (consume y paga) como lo era hasta ahora.

Finalmente, está el concepto de los “PPA” o contratos de compraventa de energía. Para construir activos de generación renovable hace falta capital y know-how. El modelo PPA facilita la adopción de la energía limpia y renovable al consumidor (empresas o ciudadanos) y, por lo tanto, acelera la transición energética. En el modelo PPA, el generador es el que acomete la inversión inicial y le vende al consumidor la energía limpia y barata (y con precio no volátil, muy importante también en estos tiempos).

Dentro de los diversos tipos de PPA, está el llamado PPA On-Site, en el que la empresa Opengy es pionera en España, por medio del cual una empresa podría disfrutar de las ventajas que ofrece un autoconsumo con energía solar fotovoltaica, sin la necesidad de acometer la inversión inicial, obteniendo ahorros desde el primer día y pudiendo adquirir (desde cero euros) la instalación fotovoltaica a la finalización del mismo y disfrutar de electricidad gratis hasta los, al menos, 35 años de vida útil de ésta. El PPA On-Site es una solución que combina con éxito los tres conceptos anteriores y, además, ayuda a empresas a ser más competitivas en estos momentos de inestabilidad y altos precios energéticos.

Empresas como Opengy promueven un modelo energético en el que estos tres factores -generación distribuida, prosumers y PPA- son protagonistas.

Debemos aprovechar las oportunidades de cambio que ofrece la transición energética para fortalecer nuestra economía, crear empleo local y cualificado y mejorar la competitividad de nuestras empresas.