La política energética de la UE a examen tras la ofensiva rusa en Ucrania

El punto de no retorno al que ha llegado la tensión entre Rusia y Ucrania ha situado en la agenda política europea, con carácter preferente, la necesidad de revisar la actual estrategia europea sobre seguridad de suministro energético, con el objetivo de reducir la influencia de Rusia por la actual dependencia del mercado energético europeo de las importaciones de gas y petróleo ruso.

A pesar de que la Unión Europea no está, por el momento, en posición de seguir los pasos de Estados Unidos y prohibir las importaciones de gas y de petróleo ruso, la Comisión Europea ya ha anunciado un cambio en su estrategia energética a través de un plan que promueve, entre otras medidas, la diversificación de las importaciones energéticas para lograr una menor dependencia del carbón, gas y petróleo rusos, el incremento de la inversión en energías renovables e hidrógeno verde, así como exigir a los Estados miembros la firma de acuerdos para reforzar el almacenamiento subterráneo de gas.

Teniendo en cuenta que la Unión Europea recibe, aproximadamente, el 40% de su gas de Rusia, es entendible que el posible cese en las importaciones de gas natural ruso a Europa se haya erigido como la exposición fundamental del sector energético al conflicto, y que ello haya producido una intranquilidad en los mercados que ha derivado en un nuevo incremento del precio de la energía.

Esta subida de precios incidiría de forma directa en el precio de la electricidad en los mercados mayoristas europeos, puesto que tiende a fijar el precio final en un mercado eléctrico marginalista que sufraga la totalidad de las tecnologías al precio de la más costosa.

En el plano de los suministros energéticos, otra de las posibles consecuencias negativas que pueden derivar de este suceso histórico que estamos viviendo es el daño que pueden sufrir las infraestructuras esenciales para el transporte de gas dada la ubicación de los gaseoductos, ya que alrededor de un tercio del gas proveniente de Rusia hacia Europa es conducido por gasoductos que recorren Ucrania.

El conflicto también ha repercutido en las infraestructuras gasísticas fuera del territorio ucraniano. En el preámbulo de la invasión rusa de Ucrania, el gobierno alemán anunció la suspensión indefinida del proceso de certificación del Nord Stream 2, el segundo gasoducto que une Alemania con Rusia a través del mar Báltico y que ya se encuentra construido, aunque aún no había entrado en funcionamiento.

Posteriormente, con el desarrollo de la ofensiva rusa, la constructora del Nord Stream 2 -propiedad del gigante energético estatal ruso Gazprom- se declaró insolvente como consecuencia del impacto en Gazprom de las sanciones internacionales impuestas a Rusia.

Esta crisis deja en evidencia que la dependencia energética que tiene Europa de Rusia no resulta positiva. Por ello, los países de la UE instarán la diversificación de las fuentes de suministro, como por ejemplo el caso del gas natural, que supondrá una mayor dependencia del gas natural licuado, para lo que deberá construirse y ampliarse una infraestructura costosa, sin olvidar que seguramente sea una solución más cara que el gasoducto ruso.

A los efectos de lograr eliminar de manera gradual la dependencia europea de los combustibles fósiles de Rusia, la Comisión Europea ha presentado el plan REPowerEU, cuyo desarrollo girará en torno a dos alas fundamentales: la diversificación del suministro de gas, tanto a través de mayores importaciones de gas natural licuado y gasoductos de proveedores no rusos, como a través de mayores volúmenes de producción e importación de biometano e hidrógeno renovable; y la aceleración de la reducción del uso de combustibles fósiles en las viviendas, edificios, industrias y sistemas de energía, impulsando la eficiencia energética a través del aumento de la presencia de energías renovables y la electrificación.

En la línea de la anterior iniciativa, la Comisión Europea también tiene en la agenda la presentación en abril de una propuesta de ley que exigiría que el almacenamiento subterráneo de gas en toda la UE se llene hasta, al menos, el 90% de su capacidad antes del 1 de octubre de cada año, para lo que se prevé la firma de acuerdos de solidaridad entre los Estados miembros.

Dentro del mismo paquete de medidas y recomendaciones, la Comisión Europea ha dado luz verde a que los Estados miembros tengan la posibilidad de regular los precios de la energía en situaciones excepcionales y contempla ofrecer a los Estados miembros opciones para ofrecer ayudas a corto plazo a las empresas afectadas por los actuales altos precios de la energía, así como proporcionar mecanismos de apoyo a estas empresas a medio y largo plazo para tratar de disminuir su exposición a los cambiantes precios de la energía.

Así, las consecuencias de este conflicto sobre el actual sistema energético occidental estarían ya dando lugar a una nueva política energética de la UE, además de los mencionados planes europeos para paliar a corto plazo el aumento de los precios de la energía y lograr la independencia de los combustibles fósiles rusos, y podrían también propiciar una potencialización de la desglobalización, más política industrial, y mayor gasto en defensa, lo que apunta a una reducción del crecimiento económico y hacer una mayor presión sobre las ya tensionadas finanzas públicas.