Cambio de paradigma en la generación de energía: la eólica como oportunidad

Europa se enfrenta, desde hace meses, a una importante crisis energética, cuya consecuencia más sensible es un alza en los precios sin precedentes. En España, por ejemplo, durante 2021 el precio del gas se incrementó un 290%, en el caso del petróleo un 50% y un 47% el del carbón.

Es cierto que estas cifras están calculadas con 2020 como año de referencia, un año en el que se produjo un descenso en la demanda energética, lo que produjo, a su vez, un nivel de precios inusualmente bajo. Pero, incluso, poniendo como referencia los importes establecidos en 2019, la tendencia establecida en 2021 se ha mantenido durante el primer trimestre de este año y parece que la tendencia alcista continuará.

Son muchas las causas de esta crisis. Existen factores geopolíticos, como el reciente conflicto entre Rusia y Ucrania, o la reducción de las importaciones de gas a Europa desde Argelia. También, el hecho de que los países europeos han contado con menos reservas de gas al finalizar 2021, lo que ha impulsado los importes que se pagan por la energía. Un problema que no solo afecta a los particulares, sino también a las propias empresas, que nos vemos obligadas a repercutir este incremento a nuestros clientes.

A todo ello también hay que sumar el factor medioambiental. En 2020, la UE decidió aumentar el porcentaje de compromiso de reducción de emisiones a alcanzar para 2030, pasando del 40% vigente al 55%. Esto ha causado un ajuste en el precio que se abona por cada tonelada de CO2, de los 30 euros por cada tonelada emitida en 2020 a los 80 euros actuales. Todo con el objetivo de desincentivar la generación energética mediante fuentes contaminantes y llevar de la mano a los gobiernos hacia una energía más limpia y respetuosa con el medio ambiente.

En un contexto de clara dependencia europea de fuentes energéticas contaminantes y poco eficientes, son ya muchas las miradas que se vuelven hacia una generación de energía más responsable y más sostenible. La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, mencionaba el gran potencial de España al respecto y el papel que debe jugar nuestro país como actor de referencia en el espacio europeo.

España puede y debe ser una referencia en generación eólica. No hay que olvidar que, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA), antes de llegar a 2030 se necesita alcanzar una potencia generada de 228 GW, que llegará a los 1.000 GW en 2050. Un dato que indica, con claridad, la necesidad de pisar el acelerador en la implantación de nuevos parques eólicos, especialmente teniendo en cuenta que, en la actualidad, solo se es capaz de generar 32 GW.

En este sentido, y como señalaba von der Leyen, España debe aprovechar las posibilidades que ofrecen sus miles de kilómetros de costa para apostar por la energía eólica marina (offshore). A ello se suma su gran capacidad de industria naval, tanto en la construcción de buques como en la infraestructura necesaria para la reparación de piezas de los aerogeneradores, con lo que la implantación de parques eólicos marinos en nuestras costas sería más sencilla.

Según las previsiones en Sarens, de aquí a apenas diez años esta fuente renovable, especialmente la marina, deberá suponer, al menos, la mitad de la generación eléctrica europea. Algo de lo que se beneficiará toda la economía española, ya que, según Rystad Energy, hasta 2030 el sector eólico aportará en todo el mundo más de 868.000 puestos de trabajo.

Sin embargo, no siempre resulta sencillo ubicar estas instalaciones cerca de la costa, ya sea por la escasa profundidad de las aguas o por el impacto que tendrían en el fondo marino. Por ello, recientemente se ha comenzado a desarrollar la posibilidad de ubicar los aerogeneradores en estructuras flotantes, que permiten su ubicación en aguas más alejadas.

Los parques eólicos flotantes (FLOW, por sus siglas en inglés) conllevan una serie de retos que requieren de una gran especialización. Como toda la estructura se ensambla en tierra, es necesario afrontar con seguridad los trabajos para la construcción de las bases sobre las que se colocan los aerogeneradores, su carga -es importante recordar que se trata de estructuras que llegan a pesar miles de toneladas- mediante equipo especializado, el izado de las turbinas gracias a grúas de más de cien metros de alto o la ubicación en destino de cada equipo gracias al uso de barcazas, incluso semisumergibles. Por ello, es necesario también un trabajo previo en los puertos para facilitar toda la operativa necesaria.

Los beneficios de esta nueva tecnología son muchos. Además de un menor impacto medioambiental, al no invadir los fondos marinos, estas infraestructuras flotantes permiten un aprovechamiento más eficiente de los vientos más constantes y rápidos que se producen mar adentro, lo que multiplica la generación de energía de cada turbina.

De hecho, se estima que la eólica marina flotante podría aprovechar el 80% de los recursos eólicos marinos globales, por lo que, según la European Technology & Innovation Platform on Wind Energy, esta modalidad podría llegar a suministrar más electricidad de la que el mundo entero consume hoy en día, algo para lo que es necesaria una apuesta firme y decidida por parte de las autoridades.

Sarens lleva trabajando más de 60 años en el sector del levantamiento pesado, ingeniería, transporte, montaje, mantenimiento e instalación de aerogeneradores, por lo que podemos ser un actor valioso para la comunidad internacional y compartir nuestra experiencia para impulsar las energías renovables en nuestro país.