Un sector energético mucho más BIO: sostenible, diversificado y en armonía con el territorio

La materia orgánica presente en los residuos y subproductos de nuestros campos, montes, industrias agroalimentarias y forestales, y nuestros residuos urbanos será el driver que permitirá avanzar en la lucha contra el cambio climático en ámbitos en los que resulta muy complicado hacerlo. Esto es así porque el carbono renovable presente en la materia orgánica puede sustituir al carbono fósil en combustibles y productos. Cualquier derivado del petróleo que se utilice con fines energéticos u otros (químicos, materiales, cosméticos) podría tener un origen biobasado si en lugar de fabricarse a partir de carbono fósil se fabricara a partir de carbono renovable. En España somos una potencia europea en recursos orgánicos que provienen de la biomasa presente en los sectores primario y secundario, además del sector residuos. Somos el principal productor de aceite de oliva del mundo y el principal productor de ganado porcino de Europa, uno de los principales exportadores de hortofrutícolas, además del tercer país europeo en superficie arbolada (solo por detrás de Suecia y Finlandia), entre otras abundantes biomasas que provienen de nuestra potente industria agroalimentaria. Por lo que estamos muy bien posicionados para maximizar el uso de esta materia orgánica y contribuir de esta forma a avanzar en la economía circular mediante el cierre de ciclos productivos, a evitar emisiones al impedir la degradación espontánea de materia orgánica vertida o abandonada y a impedir graves daños medioambientales consecuencia de la lixiviación o acumulación de la misma.

Los procesos de valorización de la materia orgánica presente en estos residuos o subproductos son muy diversos y escalables, capaces de adaptarse a cualquier tipo y cantidad de recursos orgánicos disponibles. Contamos con tecnología, industria y músculo científico-técnico nacional para poder hacerlo. Puede generarse electricidad renovable 100% gestionable, energía térmica para edificios e industrias, biogases y biocarburantes para el transporte por carretera, marítimo y aéreo; además de aditivos, ingredientes activos farmacéuticos y cosméticos, biofertilizantes y bioestimulantes, biochar y carbón activado, y también monómeros, polímeros y disolventes que pueden utilizarse en la industria química, pinturas, adhesivos, recubrimientos y materiales. Todo ello puede hacerse donde están los recursos biomásicos, es decir, en el medio rural, y mediante inversiones que crean puestos de trabajo que perduran en el tiempo y que están basadas en modelos de negocio sostenibles, con un marcado componente industrial, con capacidad de vertebrar territorios y conservar los hábitats, al favorecer la movilización de biomasas cuya acumulación puede provocar daños enormes e irreparables, como los grandes incendios forestales que cada año arrasan nuestros montes. El sector energético en la próxima década será mucho más BIO y, gracias a ello, será mucho más sostenible, diversificado y estará mucho más integrado en los territorios.