Transformar nuestro sistema energético para hacerlo más plural

Si antes de la crisis provocada por la invasión rusa de Ucrania ya estábamos en la senda de la transición hacia un modelo descarbonizado más sostenible, ahora no solo hemos acelerado el paso en esa dirección, sino que además nos hemos propuesto hacerlo con mayor eficiencia y autonomía, reduciendo la dependencia de terceros y fomentando la diversificación de fuentes y los recursos propios. Estamos ante un cambio de paradigma que llevará a que, en la próxima década, se produzca la transformación definitiva del sector energético. Todo ello nos conduce, de manera inequívoca, hacia un sistema energético más plural y participativo, en el que se reconoce la contribución de otras fuentes de energía autóctona con capacidad para penetrar en el tejido económico-productivo y posibilitar una transformación que va más allá de la mera electrificación, dado que no todos los usos finales son susceptibles de ser electrificados. Las diferentes hojas de ruta en Europa (Fit for 55 o REPowerEU) que marcan el camino y los hitos a acometer en los próximos años en el ámbito energético y climático, apuntan claramente por la diversidad de fuentes, reconociendo expresamente el papel de los gases renovables, como el biometano o el hidrógeno verde, como elemento esencial para la transición hacia una economía circular descarbonizada y fundamentales para robustecer la seguridad de suministro en el corto plazo y la soberanía energética en el medio-largo plazo.

Los Estados miembros tendrán que aumentar las contribuciones de gases de origen renovable establecidas en sus respectivos planes nacionales. En España, esperamos que la revisión de los compromisos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) conceda un mayor protagonismo y eleve los objetivos del hidrógeno renovable y el biometano el año próximo. Es la continuación lógica del camino ya recorrido con la aprobación de hitos tan relevantes para el sector como la Hoja de Ruta del Biogás o el Sistema de Garantías de Origen para los gases renovables. Para nuestro país, el reconocimiento a los gases renovables y su impulso normativo suponen la oportunidad de materializar el potencial de liderazgo que tenemos a nivel europeo. Pero es, además, una oportunidad para que la transformación en el ámbito energético trascienda a otros ámbitos económicos y sociales: el despliegue de los gases renovables va acompañado del desarrollo tecnológico e industrial que supone la creación toda la cadena de producción e implica la participación en una nueva actividad económica de nuestra potente industria agrícola y ganadera, con la consiguiente oportunidad de creación de riqueza en la España rural. En definitiva, la transformación de nuestro sistema energético hacia un modelo más diversificado, plural y autónomo es una oportunidad para construir una economía más inclusiva y justa en la próxima década.