Tarifa plana en la electricidad. ¿Llegará?

Es un placer celebrar el décimo aniversario de elEconomista Energía, un medio especializado tan respetado y admirado por cuantos nos interesamos por esta temática, más cuando pertenecemos a un sector industrial electrointensivo como el siderúrgico, que necesariamente vive pendiente de cómo y hacia dónde evolucionan las tendencias energéticas. Hace ya años que los estudiosos de la energía auguran que, con el esperado abaratamiento de las energías renovables, el suministro eléctrico se llegará a parecer al de las telecomunicaciones. Es decir, contratos con tarifa plana. Me pregunto si lo veremos antes de 2030. Sin duda, hoy parece difícil de imaginar que esta predicción se cumpla dada la situación actual derivada de la guerra en Ucrania y de las distintas posiciones ante la descarbonización de la economía, no solo entre los países europeos, sino en el conjunto mundial. Para conseguirlo, deberíamos abandonar prejuicios de carácter ideológico, avanzar en un desarrollo ordenado de nuevos vectores energéticos y seguir los consejos de la ciencia. De esta forma dejaremos, como sociedad, de imponer objetivos irreales y podremos avanzar con una mejora continua en el desarrollo de la producción de renovables, bajo el principio de la neutralidad tecnológica y de evitar las “trampas contables” que contravienen los principios elementales de la ciencia.

Hasta entonces, en mi opinión, la regulación debe velar porque el mercado sufra las menores distorsiones posibles, de manera que los ciudadanos y las empresas puedan percibir unas señales de precios ajustadas a la realidad y no al aprovechamiento de “agujeros regulatorios” que, bajo nombres grandilocuentes, protegen un alza desmesurada de los precios energéticos. Los ciudadanos y las industrias deben poder acceder a la energía a precios que permitan una rentabilidad razonable a los proveedores, al tiempo que promuevan la competitividad de la economía y de las empresas, en particular de aquellas que son intensivas en uso de energía para la producción de bienes de valor añadido que aportan riqueza y bienestar a la sociedad. Igualmente, deben acompasarse los objetivos ambiciosos con una gestión burocrática eficiente y rápida que, a día de hoy, se echa mucho de menos, tanto en España como en el conjunto de la Unión Europea. En este sentido, una publicación como elEconomista Energía provee a la sociedad no solo de información veraz, sino que aporta análisis rigurosos de la realidad, por lo que cumple la doble función de formar e informar y lo lleva haciendo desde su lanzamiento hace ya diez años. Por ello, felicito a todo el equipo y les animo a continuar en la misma línea y con la misma ilusión.