La transición energética: una verdadera revolución industrial

La sucesión de crisis y cambios que estamos afrontando como sociedad en los últimos años, cambio climático, Covid y guerra de Ucrania, encuentran una respuesta unánime en el entorno de la Energía. Es momento de acelerar el camino hacia una mayor autonomía energética y de una práctica independencia en el abastecimiento de energía, que permita a la Unión Europea escapar de todas estas tensiones geopolíticas y construir así un futuro más sostenible, a todos los niveles. La gravedad de la situación requiere respuestas inmediatas y aceleradas, de ahí que sean tiempos de transformación radical en nuestro sector. El cambio de modelo energético debe acelerarse sobremanera para poder encontrar alternativas al escenario de crisis actual. Y este cambio de modelo trascenderá a toda la Sociedad, suponiendo una nueva manera ya no sólo de organizar el sector energético, sino también de interactuar con la energía: tanto a nivel de empresas, como a nivel individual y conductual. Precisamente, por todo ello cabe hablar de un contexto de revolución industrial derivado de la transición energética a economías neutras en emisiones de carbono.

Alzando la vista a dentro de diez años, cabe esperar un pleno cumplimiento de los objetivos que establecen los planes nacionales de energía y clima en cuanto a sus previsiones de desarrollo de energías renovables, esencialmente eólica y fotovoltaica, que muy probablemente queden escasos. Esto conllevará dos cambios radicales de calado: uno de orden tecnológico, con un espectacular desarrollo de los sistemas de almacenamiento y flexibilidad para poder optimizar mejor la producción de electricidad, y otro de orden regulatorio y de diseño sectorial, y tendrá que ver con una reconfiguración de los modelos de mercado para adaptarlos a esa nueva realidad. Así mismo, el sector energético en una década pasará necesariamente por dar un mayor protagonismo al consumidor final, el cual podrá actuar como un verdadero agente, consumiendo energía o almacenándola desde sus vehículos eléctricos o baterías, cuyo diseño y uso apenas podemos anticipar hoy. Los objetivos establecidos por el PNIEC ponen una ambición limitada en cuanto a uso de recursos hídricos, principalmente en bombeos. Es muy posible que los próximos años hagan resurgir el interés por esta tecnología, sin duda clave para robustecer la independencia energética ya antes comentada.

Para que toda esta revolución sea un éxito, es necesario que la ambición estratégica y política ya definida venga acompañada de mucho diálogo entre administraciones, empresas, inversores y todo tipo de agentes del sector. Todos estamos llamados a contribuir y a sumar de cara a hacer realidad ese futuro más sostenible y verde. Confiamos desde ARMIE en que el futuro nos traiga mayores espacios de encuentro y diálogo y, en definitiva, más capacidad para construir conjuntamente un futuro que ya ha empezado y que debemos ganar desde hoy.