Juan Carlos Lentijo, presidente del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN): “Villar de Cañas tiene todas las posibilidades abiertas”

Juan Carlos Lentijo es el nuevo presidente del CSN. Ingeniero industrial por la Universidad Politécnica de Madrid, lleva toda su vida laboral vinculada al sector de la seguridad nuclear. En la siguiente entrevista, Lentijo hace un repaso de los temas más candentes en materia nuclear, tanto a nivel nacional como internacional.

Desde abril pasado ostenta la presidencia del CSN. ¿Qué retos tendrá que abordar el Consejo en esta nueva etapa?

Principalmente dos. A nivel interno, modernizar el organismo como un agente eficaz del sistema, incluido el refinamiento digital de la administración. A nivel externo, los retos tienen que ver con la seguridad nuclear y la protección radiológica. En el caso de las centrales nucleares, seguiremos trabajando en la seguridad de las mismas durante su operación y haremos un seguimiento a medida que vayan entrando en desmantelamiento. En el entorno de las instalaciones radiactivas -aquellas que utilizan fuentes de radiación ionizante como industrias y hospitales-, seguiremos adaptándonos a su innovación. Uno de esos retos es el Plan de Inversión en Equipos de Alta Tecnología (INVEAT) para la renovación de equipamiento en la sanidad pública, que va a requerir la incorporación de muchos equipos nuevos que tendremos que autorizar y seguir.

En julio de 2021, el CSN emitió un informe desfavorable para construir una planta de concentrados de uranio en Retortillo ¿Cómo está el asunto un año después?

Para el CSN es un tema cerrado. Hicimos la evaluación, se informó negativamente y, como el informe es preceptivo y vinculante, el Ministerio de Transición Ecológica tomó la decisión de no autorizar el proyecto.

La propuesta del Plan General de Residuos Radiactivos mantiene la opción del Almacén Temporal Centralizado (ATC) en Villar de Cañas, pero también abre la puerta a la instalación de siete Almacenes Temporales Descentralizados (ATD) en los emplazamientos de las centrales nucleares. ¿Qué papel juega el CSN en todo este proceso?

El CSN no hace ni participa en política energética. Quien decide qué hace con los residuos es el Gobierno, pero tiene que consultarnos. Según la Ley, el Consejo tiene que informar sobre la revisión del Plan General de Residuos Radiactivos. Ese proceso se ha reabierto recientemente y hemos enviado unas primeras alegaciones que tienen que ver con aspectos muy técnicos. Entendemos que el Gobierno tomará una decisión definitiva tras analizar las alegaciones recibidas en el proceso de consultas. El borrador definitivo del Plan lo tendrá que someter al dictamen del CSN antes de someterlo a aprobación al Consejo de Ministros. Lo analizaremos con todo el cuidado del mundo y nos pronunciaremos sobre si la solución que plantean es viable desde el punto de vista de la seguridad nuclear, ya sea ATC o ATD. El almacén temporal de residuos deberá contar con el informe positivo del CSN.

¿Cree que supone un riesgo para la gestión de la seguridad haber retrasado tanto tiempo tener el ATC en funcionamiento?

Los retrasos no gustan a nadie. Entiendo que lo que ha querido hacer el Gobierno, es asegurar que la solución que se implante definitivamente tiene el apoyo socio-político suficiente, más allá de que, por supuesto, tiene que estar convalidada desde el punto de vista de la seguridad. Desde luego, el CSN no va a aceptar nunca una solución que no garantice las máximas cuotas de seguridad. De todas formas, en todo este tiempo el combustible ha estado bien cuidado. Todas las centrales nucleares -excepto la de Vandellós II porque no ha hecho falta- tienen, actualmente, Almacenes Temporales Individualizados (ATIs) para gestionar el combustible gastado.

¿Entonces Villar de Cañas sigue siendo una opción posible?

El proceso de evaluación en el Consejo está suspendido, pero no hay ninguna opción descartada. Lo que nosotros tenemos es una petición del Ministerio que nos dice suspenda temporalmente la tramitación hasta que esté el nuevo Plan de Gestión, de manera que todo está abierto. Pueden ser almacenes distribuidos, un almacén centralizado o un almacén centralizado en Villar de Cañas. Todo lo que tiene que ver con aspectos ambientales, en particular con la energía nuclear y la gestión de residuos radiactivos o el combustible gastado, los aspectos de consenso social que comentaba, no son una opción, son mandatorios. En esto soy muy respetuoso con las autoridades. Como el combustible está a buen recaudo, esto ha dado oxígeno para tomarse un tiempo más y llegar a una solución que sea óptima.

¿La ampliación del almacén de residuos de El Cabril está resuelta del todo?

Enresa ha hecho una petición y este asunto está incluido en el borrador del Plan de Residuos. Se trata de evaluar los residuos que se van a producir en el país como consecuencia de la operación de las instalaciones nucleares y radiactivas, y de los residuos que se van a generar cuando se produzca el desmantelamiento de las centrales nucleares.

¿Cómo va el ritmo de desmantelamiento de las centrales nucleares? ¿Es cierto que Garoña va con cierto retraso?

Este tema le corresponde más a Enresa que a nosotros y deberían ser ellos los que valoren. En el caso de Garoña, la decisión de parada definitiva se tomó, digamos, de forma un poco diferente, basada en unos condicionamientos de tipo económico y, seguramente, esto ha influido en el modelo de gestión de desmantelamiento. La primera fase del desmantelamiento va a ser la extracción del combustible gastado que está en las piscinas y su paso al almacén temporal. Esto está descrito en el Plan de Residuos, que ha tenido que ser autorizado por el Ministerio, previo informe nuestro. Esto se ha producido en abril de este año y abre la puerta a que el proceso de desmantelamiento pueda seguir. Nosotros estamos en plena evaluación de los informes que ha presentado Enresa, que esperamos emitir a principios del año que viene.

¿Podría pasar en España algo similar a lo que está ocurriendo en Francia con parte de sus nucleares paradas?

Lo que ha ocurrido en Francia es un tema muy específico de ellos. Los franceses hacen un modelo de reactor y todas las centrales nuevas que se ponen en marcha se adaptan a ese modelo. El problema de corrosión que han identificado, se produce en los reactores de la serie 1.300 y está afectando a una veintena de ellos. Son reactores más potentes, con un diseño a escala mayor y con algunas tuberías más largas, lo que les ha obligado a readaptar algunos componentes. Actualmente, están trabajando en una identificación más precisa del problema. Si esto se consigue, la autoridad de seguridad nuclear francesa cree que podría autorizar la operación de estas centrales durante un tiempo más. Esto favorecería dos cosas: una, seguir produciendo, y dos, ir diseñando el método (basado en ultrasonidos) que van a utilizar para corregir estos defectos. En las próximas semanas EDF, que es el operador, presentará sus propuestas al regulador. En el caso de España, las centrales parecidas que han ido parando, que son Almaraz, Ascó y Trillo, no han identificado tener un problema similar.

La guerra de Ucrania está provocando situaciones de riesgo a nivel nuclear ¿Qué valoración nos puede hacer?

Desgraciadamente, se han producido y se siguen produciendo situaciones que están complicando la seguridad de algunas instalaciones. Desde el principio se identificó que una situación de guerra supone salirse de la ecuación normal y que los procesos se alteran. Primero empezó en Chernóbil y luego en alguna central ubicada en Zaporiyia. El riesgo físico no tiene por qué afectar solo al reactor, también puede afectar a las estructuras de captación de agua y a la red de suministro eléctrico. Otro de los riesgos que se ha identificado es que los operadores de las instalaciones están sometidos a unos regímenes de turnos y tienen que tener unas condiciones físico-psicológicas adecuadas para trabajar. Toda esta situación ha preocupado mucho. Desde el primer momento, el CSN ha querido apoyar al regulador en Ucrania. A través del Organismo Internacional de Energía Atómica, hemos hecho una contribución económica y hemos donado más de un centenar de dosímetros de lectura directa a las autoridades ucranianas.