Independencia, seguridad, neutralidad y accesibilidad: las claves de la transición
Nos encontramos en un contexto convulso condicionado por la invasión rusa en Ucrania. Que la guerra haya regresado a Europa, ha puesto de manifiesto el talón de Aquiles europeo: la dependencia energética. Superar la falta del gas y crudo rusos, así como los cortes de suministro que ya se han empezado a sufrir, está suponiendo un auténtico reto y debería hacer que nos replanteásemos algunos de los aspectos del diseño de la transición energética. Indudablemente, creo que las propuestas energéticas de la próxima década tendrán como uno de los elementos centrales la seguridad de suministro y la independencia energética. Están, por un lado, aquellas propuestas que optan por fuentes energéticas renovables: el sol, el agua, el viento... Y, por otro, como es el caso del sector del refino, además de éstas se apuesta también por la economía circular, aprovechando los residuos que generamos, desde los urbanos hasta los agrícolas y forestales, contribuyendo a la gestión de los mismos. La intermitencia de las fuentes renovables otorgará un importante papel a la capacidad de almacenamiento energético. En este punto, el hidrógeno renovable desempeñará uno de sus roles principales, al que contribuiremos desde el sector del refino como principales productores del mismo.
Otro aspecto ineludible es caminar hacia las cero emisiones netas. La reflexión de Antonio Machado, “caminante no hay camino, se hace camino al andar” será la que marcará la próxima década del sector. Emprender el camino será sinónimo de trazarlo mientras lo recorremos, sin prisa y sin pausa, evitando, en la medida de lo posible, un traspiés. Aquí adquieren mayor protagonismo las administraciones públicas que, a través del marco legal, serán las encargadas de despejar la senda y hacerla transitable. Hacerlo desde la neutralidad tecnológica es imprescindible para que todos podamos caminar lo más acompasados posible hacia el horizonte 2030 y, sobre todo, 2050. La neutralidad tecnológica es uno de los pilares en los que tendrá que sustentarse la transición energética, porque otro factor que no debe perderse de vista es la adaptabilidad a la demanda. No todos los usuarios tienen las mismas necesidades. Y dentro de cada grupo existirán también demandas distintas, no es lo mismo recargar un coche para trayectos urbanos que hacerlo para largas distancias, como ocurre en la España rural. La única posibilidad de satisfacerlas todas es contando con distintas opciones. Todo ello hay que conjugarlo con el último, y no menos importante, eje: la accesibilidad económica. El camino, en definitiva, ha de ser ambicioso, pero también realista y consciente de las distintas circunstancias que afectan a la demanda y a los demandantes de energía. Solo de esta forma lograremos una transición justa, eficiente, inclusiva y accesible.