Flexibilidad de la demanda: nuestra aliada en el próximo invierno

Actualmente vivimos asombrados ante una crisis, no solo climática, sino también energética y económica, debido a las tensiones provocadas por Rusia. Son muchos los retos que nos ocupan y debemos resolverlos de forma adecuada. Desde hace años, la Unión Europea ha estado preparando el camino hacia la descarbonización, mediante la generación renovable, la configuración de los mercados, integración de sectores y el posicionamiento del consumidor en el centro de la transición energética. Además, en su reciente comunicación de 20 de julio, titulado “Save gas for a safe winter”, ha reconocido que la flexibilidad de la demanda (DSF por sus siglas en inglés) es una herramienta para reducir la demanda de gas, de forma que, si se aprovecha y activan las soluciones de flexibilidad del lado de la demanda, se pueden reducir las importaciones de gas ruso de la UE.

En ENTRA Agregación y Flexibilidad estamos convencidos de que la descarbonización eficiente, competitiva y segura propuesta por la UE necesita de la flexibilidad de los recursos distribuidos del consumidor, ya que permite: disminuir el consumo de gas -hasta un 5%, según el estudio realizado por SmartEN-; aumentar la seguridad de suministro e integración de las energías renovables; lograr la descarbonización y un menor coste energético en el sector industrial.

Para lograr tales propósitos, desde ENTRA Agregación y Flexibilidad abogamos por la participación no discriminatoria de estos recursos en todos los mercados eléctricos, siendo necesario: permitir la participación de los recursos distribuidos en todos los mercados existentes y nuevos de manera no discriminatoria; la creación de un mercado de capacidad a través de un proceso “fast track”; establecer un objetivo vinculante de DSF a corto plazo para fomentar la disminución de la demanda pico y, por lo tanto, la generación necesaria para su suministro. Proponemos establecer el objetivo de que cada Estado miembro reduzca, al menos, el 5% de su demanda energética máxima nacional para 2025 y, al menos, el 10% para 2030; evitar -siempre que sea posible- adoptar medidas de intervención de precios hacia precios planos. Ha de bajarse el precio medio, pero asegurando una señal horaria que permita la competencia, de forma que los consumidores tengan incentivos para consumir en aquellos momentos más baratos; trabajar en el desarrollo acelerado de los mercados locales de flexibilidad.

En definitiva, con el fin de reducir el uso del gas el próximo invierno, proponemos que, voluntariamente, se reduzca la demanda de electricidad en las industrias, edificios residenciales, oficinas, comercios y sector del transporte, automatizando el consumo mediante tecnologías inteligentes de flexibilidad de la demanda y servicios que reduzcan la demanda en horas punta.