El sector energético en 2032: entre el ser y el deber ser

Todo ejercicio de prospectiva plantea el vértigo del futuro y más cuando se trata de un sector en proceso de transformación como el energético. Solo tenemos que echar la vista atrás y recordar cómo era el sector energético del año 2012 y el que tenemos hoy. Afrontamos una década de cambios, la duda es la profundidad real de los mismos y su velocidad. Al pensar en ello, viene a la cabeza la definición de economía positiva y normativa que estableció John Neville Keynes. Entre el ser y el deber ser. Si empezamos con una visión normativa, es decir, como debería ser el sector energético en 2032, en base a las potencialidades tecnológicas y tendencias que observamos hoy en día, nos encontraríamos con un sector que habría experimentado una transformación ilusionante. La lucha contra la emergencia climática, respaldada por el grado de competitividad de las energías renovables y la necesidad nacional de librarse de dependencias externas, habría hecho que nos encontráramos con un sector eléctrico, al menos en la mayor parte del tiempo 100% renovable, con el liderazgo de la energía fotovoltaica, por su mayor disponibilidad de recurso, competitividad y menor periodo de maduración de las inversiones. El tantas veces mencionado “empoderamiento” del consumidor, se debería haber convertido en una realidad a través del autoconsumo que, para ese momento, será tan familiar en los tejados de nuestras casas como antaño lo eran las antenas de televisión.

La combinación de estos factores con los cambios en la industria de las telecomunicaciones y el transporte, nos permitirá que por fin contemos con ciudades e islas inteligentes. Las diferentes soluciones de almacenamiento se habrán convertido en parte tan sustancial de una planta solar como las placas, tanto en suelo como en tejado. La competitividad del recurso solar en España, por sus mayores horas de funcionamiento en comparación con los países de nuestro entorno y las economías de escala que permiten la mayor disponibilidad de territorio habrá permitido, gracias al autoconsumo y a un sistema de fijación de precios eléctricos más adaptado a un sector renovable, la atracción de inversiones industriales a nuestro país. La comprensión de los límites de la globalización habrá hecho sustituir el concepto de reserva estratégica de petróleo por el de reserva estratégica tecnológica, lo que permitirá que en España contemos con unidades de fabricación que correspondan a la totalidad de la cadena de valor solar. Desde el punto de vista empresarial nos encontraremos con un sector con un mayor número de actores y en auténtica competencia, en el cual las colectividades energéticas jueguen un papel relevante. Este es el aspecto normativo el poder ser. El positivo, el cómo será, lo tendremos que dejar para otro día.