El futuro debió ser ayer

Parafraseando a Jeremy Rifking, nos hallamos en la era de la sociedad del coste marginal cero, donde la actual conocida era capitalista toca a su fin. La nueva era de la economía circular y colaborativa está transformando nuestra forma de vida. Los “prosumidores” están produciendo su propia información, entretenimiento, energía y productos a un costo marginal de casi cero, y los comparten a través de sitios de redes sociales y otros lugares. Como resultado, el “valor de cambio” en el mercado está siendo reemplazado cada vez más por el “valor de uso” en los bienes de economía colaborativa y circular. La cooperación reemplaza el interés propio, el acceso triunfa sobre la propiedad y la creación de redes supera la autonomía. Estamos entrando en un mundo más allá de los mercados donde estamos aprendiendo a vivir juntos de manera colaborativa y sostenible.

Y nuestro mundo energético se está haciendo eco de ello. El actual universo energético eléctrico se ha convertido en un nuevo ecosistema donde se entremezclan la red de redes y el sistema de sistemas. El sistema eléctrico hoy se caracteriza por entrelazar un sistema de activos eléctricos, de protección, de telecontrol, de telecomunicaciones y de sensorización digital, con una generación cada vez más descentralizada y renovable. Sin embargo, el reto de la descarbonización sigue ahí y si queremos cumplir los exigentes compromisos del acuerdo de París, la senda debe acometerse para que 2030 sea un año en el que los cimientos de la era post-carbónica se hayan asentado. Y sin olvidar que la electricidad es el producto más perecedero que existe, ya que debe generarse en el mismo instante que se consume. Paradigma que, unido al carácter intermitente de las tecnologías renovables (sol y viento), conlleva un cambio de rumbo importante, donde el almacenamiento energético se constituye como el engranaje perfecto que permite desacoplar los momentos de producción y consumo, asentándose como un pilar clave para lograr la transición energética.

Bajo este nuevo paradigma, la tecnología solar termoeléctrica con un almacenamiento térmico es y, seguirá siendo, fundamental para cumplir con los objetivos de descarbonización del sector, muy especialmente por la noche. La energía termosolar es actualmente la energía renovable, síncrona, no intermitente y de producción nocturna más competitiva del mercado. Dentro de dos décadas nuestros hijos mirarán al pasado y nos señalarán como la generación que tuvo la solución en sus manos. Y es que el futuro claramente debió ser ayer.