
El futuro de la comercialización de energía
Aun siendo difícil proyectar el futuro, éste siempre resulta de las tendencias que guían el presente hacia objetivos futuros y, en el sector, identificamos cuatro: impulso a la lucha contra el cambio climático, impulso a la independencia energética de la UE, irrupción disruptiva de la digitalización y transformación del consumidor en prosumer. Durante la última década, la innovación tecnológica y las economías de escala han reducido paulatinamente el coste de inversión en renovables. Esto permite al titular de una instalación renovable obtener una rentabilidad razonable con la venta de la energía generada en el mercado mayorista de electricidad sin subsidios públicos. La tecnología renovable, unida al compromiso de la UE en la lucha contra el cambio climático, se traduce en medidas como la señal económica derivada de la creación de los derechos de CO2, el green deal, winter package y fondos next generation, respaldadas por la necesidad de promover la independencia energética de la UE frente a terceros. En este entorno, la comercialización se focaliza en promocionar la transición energética como un producto que genera ahorro real al consumidor aliviando las economías familiares y proporcionando un coste más competitivo a las empresas. Así, una instalación fotovoltaica de autoconsumo permite al consumidor un coste eléctrico a precio de mercado y la autogenerada a coste cero.
El fuerte crecimiento de la generación renovable en España en años próximos (es el Estado de la UE con mayor radiación solar y diversidad de vientos), plantea un escenario futuro de energía barata y abundante que puede contribuir a una reindustrialización, especialmente en una industria 4.0, donde la cibernética reemplaza al factor trabajo y la energía es el factor esencial de competitividad. Este escenario podría no acontecer plenamente si se produjese un fuerte desarrollo de la movilidad eléctrica, la producción de hidrógeno verde y/o un mayor desarrollo de las interconexiones que conviertan a España en exportador de energía a la UE (como alternativa a la industrialización), dejando de ser una “isla energética”. La comercialización de energía es esencial porque promueve la transformación del consumidor a prosumer, siendo el consumidor empoderado quien produce y gestiona su propia energía; con instalaciones de autoconsumo, puntos de recarga de vehículo eléctrico, dispositivos que fomentan el ahorro y la eficiencia energética. El futuro se caracterizará por la transición energética en la UE. Fluyen los recursos financieros para impulsar las renovables, el desarrollo de la economía del hidrógeno verde y la movilidad sostenible. En este futuro, la comercialización de energía es motor del cambio de modelo, promoviendo el autoconsumo en los hogares y empresas, la movilidad eléctrica y la prestación de servicios basados en la digitalización de este prosumer, transformado en protagonista del cambio de modelo energético.