Alcanzaremos las cero emisiones netas gracias a los gases renovables
El sector energético afronta tiempos de incertidumbre, con dos grandes fuerzas encontradas entre sí. Por un lado, los ambiciosos compromisos ambientales asumidos como sociedad, por otro las difíciles circunstancias actuales que han llevado a un encarecimiento muy significativo de las materias primas en los últimos meses. Esta situación nos obliga a reevaluar todas las previsiones realizadas y a reclamar pragmatismo en la toma de decisiones para virar el rumbo de aquí a una década. El gran riesgo si no hacemos algo es que, como vemos con preocupación que ya está sucediendo, muchos consumidores, empresas e incluso estados se plantean regresar a opciones energéticas tradicionales más contaminantes como consecuencia de las dificultades económicas y de garantía de suministro que atraviesan. La reciente clasificación de la energía nuclear y del gas como “verdes” van en esta dirección. La buena noticia es que esta tendencia es reversible si desde hoy hacemos un uso inteligente de instrumentos de planificación, como por ejemplo el PNIEC 2030, que nos permitirán lograr cambios estructurales durante los próximos diez años.
La integración adecuada de elementos de diversificación energética, reducción de emisiones, calidad del aire, equilibrio territorial y asequibilidad, debe llevar a considerar, de manera mucho más significativa, los gases licuados hoy y los gases renovables a partir de la segunda mitad de la década. Siempre se piensa en determinadas energías renovables (discontinuas) y en la electrificación de todos los consumos como vía a la descarbonización, pero esa es sólo la mitad de la historia. El carbono es un elemento natural abundante y muy útil, imprescindible para la vida, que debe encontrarse en una proporción adecuada. Para evitar su exceso, es fundamental aprovechar el que ya existe emitido a la atmósfera sin añadir adicional procedente de los combustibles fósiles. Esta segunda pata clave es el “reciclaje de carbono”, categoría dentro de la que entrarían todos los gases renovables como el biopropano, por ejemplo. Hay tres modos de reciclar el carbono para utilizarlo como “combustible” o “plásticos o químicos” de carbono reciclado. El primero es la captura de CO atmosférico y su mezcla con hidrógeno verde, el segundo es la biomasa y el tercero es el reciclaje de residuos. Hemos de reconocer esta posibilidad y recordar que no solo hay energía renovable, sino también energía reciclada, y que ambas son necesarias para alcanzar un futuro sostenible NO de cero emisiones y SI de cero emisiones NETAS, que es el auténtico objetivo. Las empresas del sector de los gases licuados han hecho recientemente importantes anuncios en esta dirección, dando claras señales de su compromiso con importantes inversiones. Conocer, respetar y apoyar este camino, nos acerca más rápido a los objetivos deseados y abrirá muchas ventanas al futuro uso del hidrógeno.