La reforma fiscal de la energía volverá a la casilla de salida

La reforma fiscal del sector energético puede volver a la casilla de salida. Los elevados precios que se están registrando en toda Europa alejan el debate para alinear la fiscalidad ambiental con los objetivos climáticos.

La Comisión Europea propuso a mediados de julio del año pasado una reforma en la que se incrementaban los precios de los combustibles más contaminantes para tratar de forzar la transición energética. Esta medida, tal y como ya ha puesto sobre la mesa la Agencia Europea del Medioambiente, puede tener las patas muy cortas. Si los europeos deciden acelerar la compra de vehículos eléctricos, aparte de los problemas de suministro que se podrían generar, se reducirán de forma notable los ingresos del Estado.

La Agencia proponía buscar nuevas fórmulas relacionadas con el patrimonio o los robots, pero quizá el foco debería ponerse en mayor medida sobre la economía circular.

Avanzar hacia la descarbonización es un objetivo loable, pero ahora, más que nunca, se ha demostrado que si dicho camino no es global, la única consecuencia que se va a lograr será una reducción de las emisiones europeas que caminará de la mano de la pérdida de competitividad y de industria.

Europa se ha dado de bruces con la realidad de la transición energética. La Comisión presentará un documento el próximo marzo en el que promoverá ayudas temporales para hacer frente a los recibos e instará a acelerar esa transición. Por ese motivo, resulta más que procedente pensar si la reforma fiscal que hay ahora mismo sobre la mesa no debería quedarse en la casilla de salida y buscar un nuevo enfoque.