Europa vigila el uso de los fondos para la eficiencia energética
El Tribunal de Cuentas Europeo cree que los fondos para empresas no se han destinado a los proyectos más eficientes y que algunos se habrían desarrollado sin ayuda pública.
Incrementar la eficiencia energética es un componente clave para alcanzar los objetivos generales de la Unión de la Energía y los objetivos energéticos y climáticos de la UE para 2030 y 2050 presentados en el Pacto Verde Europeo.
La ambición en materia de eficiencia energética debería aumentar del 32,5% previsto en la actual Directiva relativa a la eficiencia energética, al 36% por lo que respecta al consumo de energía final y al 39% por lo que respecta al consumo de energía primaria, en consonancia con la propuesta de reducir un 9% el consumo de energía en la UE. Sin embargo, todavía hacen falta esfuerzos importantes para lograr los objetivos ampliados de la UE en relación con la eficiencia energética, y las empresas constituyen una parte importante de este esfuerzo.
El Tribunal de Cuentas Europeo (TCE) ha elaborado un informe donde analiza si los fondos de la política de cohesión de la UE para eficiencia energética en empresas en el periodo 2014-2020 se gastaron adecuadamente. En líneas generales, el documento constata que el gasto previsto no ha sido bien integrado en la estrategia de eficiencia energética de la UE, mientras que ciertos proyectos presentaban problemas de eficiencia, poniendo de esta manera en cuestión que los fondos europeos se planificaran correctamente y, por tanto, se destinaran a los proyectos más eficientes.
El informe constata que no se han evaluado las posibilidades de ahorro energético de las empresas ni se han justificado sus necesidades de financiación. Asimismo, señala que los programas operativos de los Estados miembro no especifican cómo contribuyen los fondos a las prioridades relativas a la eficiencia energética, lo que, según el documento, produce una vinculación confusa entre la financiación de la UE y las necesidades de las empresas. A este respecto, el Tribunal de Cuentas Europeo recomienda que se evalúe la contribución potencial y real de los fondos a la eficiencia energética o se verifique si se ha justificado adecuadamente la elección del instrumento de financiación.
Contribución limitada a los objetivos
De acuerdo a las estimaciones de la entidad europea, los proyectos de eficiencia energética financiados por la UE contribuirán de forma modesta a los objetivos de la Unión, ya que los posibles ahorros generados por los proyectos cofinanciados en empresas representan, aproximadamente, el 0,3% del esfuerzo anual necesario para alcanzar los objetivos de eficiencia energética de la UE de aquí a 2030.
La Comisión Europea no está de acuerdo con esta afirmación. A su juicio, los resultados globales del informe demuestran que los proyectos del sector han aportado una contribución significativa a los objetivos de la UE. Desde Bruselas señalan que el marco de 2021-2027 incluye disposiciones que mejorarán la eficiencia, como una mejor adecuación al marco estratégico a nivel de la UE, una participación más activa de la Comisión en las decisiones sobre la forma de ayuda y procedimientos más sencillos para combinar subvenciones e instrumentos financieros.
No obstante, indica que dado que el acceso a financiación, la capacidad de las empresas, los niveles de ingresos y la naturaleza de las deficiencias del mercado varían significativamente dentro de la UE y, a menudo, dentro de los Estados miembro, sería perjudicial para la eficacia que las decisiones sobre los criterios y procedimientos de selección de los proyectos se adoptasen a nivel de la UE.
Reducción de los fondos asignados
Por otro lado, el Tribunal de Cuentas Europeo refleja en su informe que el importe de los fondos previstos (Fondos FEDER y Fondos de Cohesión) para la eficiencia energética en empresas ha descendido en los últimos años. La cuantía de los fondos asignados para el período 2014-2020 fue, inicialmente, de 2.800 millones de euros. Los Estados miembro incrementaron la suma a 3.200 millones en 2016 pero, en 2020, la redujeron a 2.400 millones. Asimismo, la mayoría de los fondos se concentran en unos pocos Estados miembro. Solo cinco de ellos -República Checa, Alemania, Polonia, Italia y Bulgaria-, representan el 64% de la asignación a eficiencia energética en empresas aunque, provisionalmente, seleccionaron proyectos que representaban el 68% del valor total de los fondos.
Respecto al tipo de empresa beneficiaria de los fondos, el informe señala que la mayor parte de los proyectos financiados íntegramente por préstamos se destinaron a pymes, lo que representa más del 92% del importe total prestado, mientras que las grandes empresas adquirieron muy pocos préstamos (el 1% del total de beneficiarios de préstamos). Las pymes también representaron la mayoría de los beneficiarios de los préstamos combinados con subvenciones, concretamente el 91%.
El informe también evalúa si en los procedimientos de selección para la concesión de los fondos, se fomentaban la eficiencia y la eficacia de este tipo de proyectos. A este respecto, el TCE manifiesta que la mayoría de procedimientos de selección sí exigían que en las solicitudes se incluyese, como mínimo, la previsión de ahorro de energía -normalmente validada por auditorías energéticas- y, mayoritariamente, el ahorro de CO2 estimado, aunque menos de una cuarta parte de los proyectos de eficiencia energética (23%) se sometían a una evaluación independiente posterior para comprobar las cifras aportadas. El informe también indica que, en conjunto, los proyectos fueron eficientes, ya que resultaba más rentable invertir en el ahorro de energía que pagar por la electricidad. Concretamente, los costes medios para lograr un ahorro de energía de 1 MWh (56 euros) representan la mitad del coste medio de la electricidad (104 euros).
Otra de las cuestiones que recoge el informe es que, a diferencia de los beneficiarios, pocas autoridades de gestión utilizaron criterios de rendimiento financiero para evaluar los méritos de los proyectos. Uno de los más utilizados es el plazo de amortización. Su uso, señala el documento, habría facilitado la canalización de fondos de la UE hacia proyectos viables e incrementado la eficiencia de dichos fondos, reduciendo los costes del ahorro energético.
Para los proyectos con unos plazos de amortización muy breves, los préstamos habrían sido la opción más rentable. Incluso sin subvención de la UE, seguramente se habrían podido desarrollar dichos proyectos. En cambio, el informe considera que el apoyo de la UE no era apropiado para los proyectos menos eficientes.