2023, el año de la apuesta inequívoca por el biometano

La coyuntura energética actual requiere de soluciones eficientes, con capacidad real de impactar positivamente en la senda hacia un sistema energético seguro, diversificado, sostenible y descarbonizado, menos dependiente de terceros (particularmente Rusia) y más asequible. Para ello, es imprescindible avanzar en la participación de todas las opciones bajo el paraguas de la neutralidad tecnológica. En particular, es urgente incluir a las fuentes de generación autóctonas que priorizan la circularidad, con capacidad reconocida para penetrar en el tejido productivo y posibilitar, además, la transformación de nuestra economía en aras de la consecución de las ansiadas emisiones netas cero. Esto supone aprovechar en España la extraordinaria oportunidad que nos ofrece el biometano, un gas de origen renovable y que es hoy en día una tecnología madura y competitiva, totalmente integrable en los sectores doméstico-residencial e industrial.

Nuestro potencial de producción de biometano es sobresaliente. Bruselas reconoce que somos el tercer país con mayor potencial. En concreto, según datos de la Comisión Europea, podría ser superior a los 120 TWh (cerca de un tercio de la demanda actual de gas natural en España). En Sedigas creemos que esa magnitud es mayor a tenor de la capacidad y relevancia de nuestro sector agrícola y ganadero: disponemos de la cabaña de ganado porcino más grande de toda Europa, la tercera de vacuno y un no menos destacado sector avícola, y tenemos unas relevantes industrias agroalimentaria y de transformación de carnes y verduras que abastecen a media Europa.

Explorar y explotar todo el potencial de desechos ganaderos y agrícolas, así como otro tipo de residuos como los procedentes de vertederos y de los lodos de depuradoras, es estratégico para la sostenibilidad de nuestro sistema energético, pero también de nuestra economía y, especialmente, para el progreso social de todo el territorio, ya que permite abrir nuevas vías de revitalización del campo español y favorecer al tiempo un proceso de transición energética justa e inclusiva.

En breve, daremos a conocer los resultados de un ejercicio de revisión y actualización de las cifras potenciales de capacidad productiva de biometano de nuestro país, trazando además un mapa regional inédito atendiendo a la diferente tipología de la materia prima disponible en cada territorio sobre el que trabajar para convertir todo ese potencial en realidad.

Mientras, reivindicamos para el despliegue del biometano un impulso normativo y objetivos vinculantes alineados a ese potencial. Hasta ahora, los mecanismos de apoyo al desarrollo del biogás y biometano se han mostrado tímidos. El objetivo señalado en la Hoja de Ruta del Biogás, aprobada en marzo, de 10,41 TWh en 2030, representativo de apenas un 1% de biometano de la demanda gasista total, es muy poco ambicioso. Es posible superarlo con creces y alcanzar uno próximo, como mínimo, al 10%, tal y como se han propuesto otros países de nuestro entorno y más en línea con los compromisos y los objetivos de reducción de la dependencia energética exterior y de descarbonización asumidos desde Bruselas.

La apuesta inequívoca de la Unión Europea por los gases renovables nos ofrece una ventana de oportunidad única. Las diferentes propuestas legislativas (Fit for 55 o REPowerEU) reconocen expresamente el papel del biometano como elemento esencial para la transición hacia una economía circular descarbonizada y para robustecer la seguridad de suministro. Para ello se han marcado ambiciosos objetivos, como aumentar la producción y el uso anual de biometano hasta los 35.000 millones de metros cúbicos en 2030 y se han asignado inversiones de hasta 10.000 millones de euros para reforzar las infraestructuras gasistas.

El último ejemplo del empeño europeo por el biometano llegó a finales de septiembre con la creación de la Alianza Industrial para el Biometano, una nueva iniciativa público-privada de la que forma parte Sedigas, que presenta de forma tangible la idoneidad del biometano como tecnología energética autóctona, sostenible y renovable y vector de crecimiento económico y de nuevas oportunidades en los diferentes territorios.

El próximo gran hito se producirá en junio de 2023, cuando los Estados miembros tendrán que presentar la revisión de las contribuciones de los gases de origen renovable establecidas en sus respectivos planes nacionales. En España, estamos plenamente convencidos que la revisión de los compromisos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) supondrá una elevación de los objetivos para el biometano y se le concederá un mayor -y justo- protagonismo dentro de la prospectiva energética, ofreciéndole las bases para que pueda aportar todo su potencial al conjunto de la economía nacional y contribuya a acometer una parte significativa de los aumentos de ambición en los objetivos medioambientales del país.

El reconocimiento al biometano y su impulso normativo a nivel nacional son necesarios para materializar el potencial de liderazgo que tenemos a nivel europeo y para que la transformación energética trascienda a otros ámbitos económicos y sociales: su despliegue va acompañado del desarrollo tecnológico de toda la cadena de producción e implica la participación en una nueva actividad económica de nuestra potente industria agrícola y ganadera, con la consiguiente oportunidad de creación de riqueza.

No olvidemos, además, que nuestro potencial de producción se une a unas infraestructuras de transporte y distribución con una capacidad inigualable en Europa. Todo ello hace de España un país líder natural en la carrera europea por la generación de gases renovables, fundamentales para avanzar en la descarbonización y hacia la soberanía y la seguridad energética. Otros países de nuestro entorno ya reconocen y apoyan el despliegue del biometano. No nos podemos quedar atrás y confiamos en que 2023 marcará el despegue incuestionable del biometano en España.