Gases de origen renovable: es el momento de ser ambiciosos

Los gases de origen renovable, esenciales para la transición hacia una economía circular descarbonizada y fundamentales para robustecer la seguridad de suministro en el corto plazo y la soberanía energética en el medio-largo plazo, han sido objeto, en las últimas semanas, de medidas gubernamentales para favorecer su desarrollo y despliegue. Es, sin duda, una buena noticia que se visibilice su potencial y que, por fin, se los considere en el diseño del mix energético del futuro: nuestro país, con el respaldo de sus relevantes industrias agropecuaria y agroalimentaria y de gestión de residuos, puede ser una potencia europea en la producción de gases renovables. En concreto, y según datos de la Comisión Europea, España es el tercer país de la UE con mayor capacidad técnica para producir biogás y biometano.

Ahora bien, con este potencial y el reconocido impulso que Europa quiere dar a los gases renovables (la propia Comisión Europea en su reciente comunicación REPowerUE señalaba precisamente un objetivo de producción conjunta de 35.000 millones de metros cúbicos -35 bcm- anuales de biometano para 2030), desde SEDIGAS consideramos que podemos ser más ambiciosos.

Por un lado, el Gobierno aprobó en marzo la Hoja de Ruta del Biogás, un primer paso en la dirección correcta, pero con objetivos reducidos y para nada alineados con la potencialidad que podríamos alcanzar como país. España puede llegar a producir hasta 137 TWh en gases de origen renovable, más del 30% de los 378 TWh de la demanda total de gas natural registrada en España en 2021. A la vista de esta fortaleza, el objetivo señalado de 10,41 TWh de biogás y biometano inyectado en la red en 2030 es fácilmente superable y apostamos por elevarlo hasta el 10%, tal y como se han propuesto otros países de nuestro entorno como Francia.

Este sería, además, un objetivo más alineado con la meta de Europa de incrementar la diversificación de orígenes en el aprovisionamiento de energía y reducir así la dependencia exterior. Si la estrategia de diversificación y resiliencia energética de la UE pasa por cubrir alrededor del 8,5% de su demanda con biometano, nuestro país no puede desaprovechar el enorme potencial de este vector.

Por otro lado, el pasado 1 de abril, entró en vigor el Real Decreto-ley 6/2022 por el que se adoptan medidas urgentes en el marco del Plan Nacional de respuesta a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania. Entre las más de 150 páginas se incluyen disposiciones relativas a los gases renovables: se modifica la Ley del Sector de Hidrocarburos en materia de líneas directas y se articulan preceptos para el suministro de gases renovables mediante canalizaciones aisladas; se incluye la consideración de actividad de interés general y su declaración de utilidad pública, el procedimiento aplicable para la autorización de las infraestructuras, el acceso negociado de terceros y la no aplicabilidad de retribución regulada y los derechos, obligaciones, infracciones, sanciones, así como otros preceptos aplicables a los agentes de la cadena de suministro de los gases renovables.

Tal y como ocurre con la Hoja de Ruta del Biogás, estas medidas no permiten explotar al máximo todo el potencial de los gases renovables españoles. Si en el primer caso los objetivos marcados adolecen de ambición frente al liderazgo que puede llegar a desarrollar España en este ámbito, en el segundo caso limitan la aportación que pueden hacer a la necesidad europea de diversificar las fuentes de origen para aumentar la seguridad de suministro, reducir la dependencia de terceros y robustecer la soberanía energética. Son tres de nuestras reflexiones a este respecto.

En primer lugar, si bien es positivo que en el RDl se simplifique el ámbito competencial de las autorizaciones de proyectos de gases renovables, es limitante el tratamiento que da a las líneas directas de conexión de instalaciones de producción de biometano para su inyección en las redes gasistas. No les otorga la condición de instalaciones de utilidad pública y, por tanto, las excluye de los procesos de expropiación y consulta recogidos en la Ley de Hidrocarburos. Esto no facilita, ni promueve un rápido despliegue de los gases renovables y pone en riesgo la viabilidad de una parte significativa de los proyectos demorando su implementación.

En segundo lugar, se percibe una visión asimétrica en la decisión de dinamizar sólo los proyectos asociados a ciertas tecnologías renovables eléctricas. Sin duda, los diferentes proyectos de generación de gases renovables se podrían beneficiar de una especial atención a la hora de agilizar su tramitación administrativa y podrían ayudar a alcanzar los nuevos objetivos marcados por la Unión Europea en relación con el potencial del biometano.

En tercer lugar, no se apoya explícitamente el despliegue de infraestructuras para el aprovechamiento de todos los gases renovables, ni la necesidad de ampliar las interconexiones con Europa, por donde ya pueden circular, de forma eficiente en costes, gases renovables como el biometano (y en el futuro, hidrógeno verde) que serán esenciales en el futuro verde y la transformación energética de Europa. En este punto cabe recordar que el sistema gasista español podría jugar un papel fundamental para la seguridad del suministro europeo a medio y largo plazo por su elevada capacidad de recepción, almacenamiento y regasificación, así como por su extensa y mallada infraestructura de transporte y distribución.

Por todo ello, desde SEDIGAS recordamos que es imprescindible contar con un marco normativo no sólo estable, sino también alineado con la capacidad disponible y ambicioso en los objetivos, para atraer la inversión necesaria que facilite la producción de biogás y biometano, contribuyendo así a la consecución de los objetivos de integración de más fuentes renovables térmicas, de reducción de emisiones y de la mejora de nuestra seguridad de suministro reduciendo nuestra dependencia exterior.

Es el momento de inyectar ambición a los gases renovables.