Los combustibles marinos cuestan un 60% más que en 2020

Tras la drástica caída sufrida durante la pandemia, los precios de los combustibles marinos se recuperan. Las empresas del sector buscan alternativas para reducir su impacto

Al igual que sucede en otros sectores económicos, el precio de los combustibles es un coste fluctuante que no solo impacta en los bolsillos de los consumidores, sino también en los resultados de las empresas, especialmente en aquellas industrias del sector marítimo donde su uso supone un elemento esencial para poder desarrollar su actividad.

Un claro ejemplo es el de las compañías navieras, para las que los combustibles marinos suponen el mayor factor de coste de sus empresas; en muchos casos, superior al 50% de los costes totales, y cuya capacidad para trasladar al cliente las posibles subidas de precios es limitada. El impacto puede ser mayor o menor según el tipo de buque, tamaño, del tráfico o de la velocidad operativa, aunque, tradicionalmente, impacta más a los buques que prestan servicios regulares.

Durante los primeros meses de 2020, coincidiendo con la propagación del virus y el cierre de industrias, los precios de los combustibles marinos descendieron drásticamente, según la Asociación de Navieros Españoles (ANAVE).

Los sucesivos acuerdos de recorte de producción de la OPEP, junto con la apertura gradual de la actividad mundial -señalan desde la asociación-, “favorecieron una estabilización de los precios entre junio y septiembre de ese año, produciéndose un aumento gradual en el cuarto trimestre, cuya tendencia creciente se está manteniendo en 2021”.

Según la web especializada www.shipandbunker.com, el pasado 24 de septiembre los precios de los combustibles en el promedio de los 20 puertos mundiales con más actividad de suministro se cotizaron a 661,5 $/t el MGO (Marine Gasoil), a 572,5 $/t el VLSFO (Very Low Sulphur Fuel Oil) y a 478,5 $/t el IFO 380 (fueloil con alto contenido en azufre) -ver gráfico adjunto-. Estos datos, indican desde ANAVE, “suponen un aumento de entre el 55% y el 60% respecto de los precios medios de 2020, aunque significativamente menor respecto a los precios previos a la pandemia”.

Las previsiones a corto plazo indican que la recuperación económica -al menos de las economías avanzadas- parece ir a un ritmo superior al inicialmente previsto, lo que, a juicio de la asociación, “podría incentivar una mayor demanda y que los precios sigan subiendo”. Al mismo tiempo, los países de la OPEP+ anunciaron en julio pasado el fin gradual de sus recortes de la producción, lo que, según ANAVE, “podría contrarrestar una subida drástica”.

Algunas empresas utilizan instrumentos financieros para protegerse de estas variaciones en los precios, aunque estrategias operacionales como reducir la velocidad, por ejemplo, en un 10%, también pueden ayudar a mitigar el impacto de un repunte brusco, “ya que esto hace que la potencia requerida (y el consumo de combustible) disminuya en un 27%”, explican desde ANAVE.

Sin embargo, reducir la velocidad, añaden desde la asociación, “supondría disponer de una flota adicional de buques para atender la misma demanda de transporte en el mismo tiempo, que también consume combustible, por lo que el consumo de combustible, en la práctica, disminuiría en torno al 20%”. Esta práctica de navegar a velocidad reducida se generalizó en 2009 a la vista de los elevados precios de los combustibles y del excedente de flota generado por la bajada de la demanda de transporte derivada de la crisis financiera mundial.

Nuevas fuentes de energía

El sector pesquero también es muy sensible a las subidas de precios del combustible. El gasoil empleado puede llegar a suponer, según la modalidad de pesca, “el 40% de los costes de explotación de sus buques”, señalan desde la Confederación Española de Pesca (CEPESCA), de manera que cualquier subida que se produzca en el mercado de los hidrocarburos, “afecta directamente en nuestras cuentas de explotación”.

El precio del combustible afecta a todo tipo de barcos, ya sean de pesca de altura o de bajura, explican desde la confederación, aunque los más afectados suelen ser las empresas con buques de arrastre, que son los que más gasoil necesitan para operar.

Desde 2016, esta industria ha visto cómo el precio del gasóleo no ha parado de subir hasta que llegó la pandemia y bajó considerablemente. En cambio, desde diciembre del año pasado, ha subido mes a mes, poniéndose en niveles superiores a los previos a la pandemia.

El gráfico de evolución de precios de gasoil del puerto de Vigo -ver gráfico adjunto- muestra que, de media, el precio estaba en 0,4180 €/l en febrero del pasado año y en agosto de 2021 en 0,4480 €/l. Si la media anual en 2020 fue de 0,3064 €/l, este 2021 está siendo de 0,4100 €/l, lo que supone un aumento considerable.

Por si esto fuera poco, el sector pesquero está pendiente de la decisión de Bruselas de poner fin a la bonificación del gasóleo que se aplica a la flota pesquera.

La propuesta de Directiva para reestructurar, en el marco del Pacto Verde europeo, los impuestos sobre productos de la energía y electricidad, prevé establecer un impuesto al gasóleo pesquero de cerca de 14 euros por cada 100 litros de combustible a partir del año 2023 que, de prosperar, afirman desde la asociación, “tendrá un hondo impacto en la viabilidad de muchas empresas de nuestro sector y pondría en peligro los puestos de trabajo que se generan a su alrededor; sin duda, un desastre para un sector que opera con unos márgenes muy ajustados y que, en los últimos diez años, ha conseguido reducir sus emisiones un 18%”.

El conjunto del sector lleva trabajando desde 2007 en proyectos de I+D+i para ser más eficientes desde el punto de vista energético y reducir la factura del combustible.

Desde entonces, señalan desde CEPESCA, “se han modernizado buques, se ha modificado el patrón de explotación para consumir menos gasóleo y se ha trabajado en combustibles alternativos, aunque estos últimos solo se han podido introducir en flotas artesanales, ya que en el resto de la flota todavía no es posible.

Para cambiar esos motores, necesitaríamos incrementar la capacidad de los barcos (GT) y hoy en día está prohibido por la UE”. Actualmente, añaden, “se están probando nuevas fuentes de energía, como el hidrógeno o la electricidad, para impulsar a los buques de pesca y se están desarrollando proyectos piloto en este sentido”.