Volatilidad y transición energética

El mundo -y desde luego el sector energético- se encuentran en un momento histórico y, bajo mi punto de vista, apasionante. Pocas veces hemos asistido a una situación en la que tienen lugar tantos cambios y además éstos se suceden a tanta velocidad. Cambio y velocidad de cambio, o lo que es lo mismo, volatilidad.

La cantidad de factores que están protagonizando estos cambios es inmensa: cambios en las tarifas; cambios en el mix de producción; cambios en la estructura de propiedad de los activos de producción; cambios en la percepción de las personas y empresas sobre la importancia de contar con una energía sostenible; cambios en los precios de la electricidad, gas y derechos de emisiones de CO2; cambios en el desplazamiento de unas materias primas por otras, como es el caso del carbón, gas natural, biometano e hidrógeno; cambios en los costes de producción de electricidad mediante fuentes renovables, etc., pero todos ellos cuentan con un denominador común. De algún modo, todos estos cambios nos conducen hacia la consecución de un entorno más sostenible y son catalizadores de esa transición energética en la que viajamos en un trayecto sin vuelta atrás ni final.

A ese respecto, vamos a centrarnos en una cuestión que ocupa a menudo buena parte del debate: ¿qué ocurre con la volatilidad de los precios de la electricidad? La teoría nos dice dos cosas: por un lado, la volatilidad del spot es mucho más alta que la de los productos a futuro -estructura temporal de la volatilidad-; y, en segundo lugar, la volatilidad de un producto spot es mayor que la de un producto formado por la media de cotizaciones de un periodo grande. La combinación de estos dos elementos -y su traducción a un lenguaje más coloquial- creo que nos puede ayudar a entender la situación actual.

Si bien los precios spot han sufrido un aumento considerable en las últimas semanas, el ruido que generan estas variaciones al alza no debe ocultar varios aspectos muy positivos y hay que tomar en consideración que la volatilidad de los precios a largo plazo es mucho más limitada al igual que la de las coberturas que, a día de hoy, pueden hacerse a cinco o diez años.

Lo cierto es que contamos con un mercado spot que está funcionando bastante bien, si tenemos en cuenta que su misión fundamental es reflejar el equilibrio entre la oferta y la demanda, introducir transparencia y proporcionar un campo de juego justo para los grandes y para los pequeños.

El ruido que introduce la volatilidad del spot -que, por otra parte y desde un punto teórico, es totalmente normal- no puede llevarnos a replantear un funcionamiento de mercado que, ante todo, necesita estabilidad en sus reglas y confianza para todos los actores que lo utilizan como referencia para sus liquidaciones en los productos físicos o financieros que se liquidan contra el índice.

Asimismo, no podemos olvidar que estos productos están posibilitando, por una parte, la financiación de nuevos activos renovables que son el factor principal para continuar con la descarbonización del sector eléctrico; y, además, aun en una situación de precios spot muy altos, están posibilitando el cierre de coberturas a largo plazo para empresas españolas y portuguesas a unos niveles que se encuentran entre los más bajos de toda la Unión Europea.

Si bien los precios spot se encuentran a unos niveles altos en cuanto a su cotización y su volatilidad, ocurre lo contrario en productos a largo plazo que están formados por la media de precios de un periodo largo de cinco a diez años.

El peligro de dejarse llevar por la situación de los precios spot y modificar las reglas del funcionamiento del mercado, no justifica -en mi opinión- el riesgo que supone poner en jaque un mercado a plazo que está ganando en importancia y en volumen y, sobre todo, que está consiguiendo dos objetivos fundamentales que casi suponen la cuadratura del círculo: unos precios a plazo que permiten avanzar en la instalación de nuevas plantas de producción de energía renovables y, a la vez, un aumento de competitividad para aquellas empresas que realizan coberturas de los precios de electricidad a largo plazo.

Sin duda, nos encontramos en un momento privilegiado para el sector energético Ibérico. Las condiciones con las que contamos para la instalación de plantas de producción de electricidad con fuentes renovables son únicas, la oferta de capital para financiarlas es abundante, los costes de inversión se reducen... pero es también muy necesario el apoyo a un mercado a plazo que proporcione estabilidad y los niveles de precio necesarios para permitir la rentabilidad adecuada al riesgo asumido.

Y a ese respecto, resulta fundamental el papel de los grandes y medianos consumidores de electricidad que encuentran en los contratos a largo plazo -en muchas ocasiones con adicionalidad- una manera de contribuir a la sostenibilidad de sus aprovisionamientos energéticos y, además, en unas condiciones económicas muy favorables respecto a competidores de la Unión Europea.

En definitiva, estos contratos necesitan de un contexto de estabilidad, previsibilidad y seguridad jurídica para que el mercado siga ganando en volumen y pueda seguir reafirmándose como otro de los factores clave en este camino hacia la transición energética.